Una foto que vale más que mil palabras
En principio, la foto es lo de lo más normal. Es lógico, justo y necesario que un arzobispo mantenga buena sintonía con dos sacerdotes (uno diocesano y el otro, religioso) que, además, son dos de los mejores pensadores de la Iglesia española. A nivel mundial. Martín Velasco, en fenomenología de la religión y Marciano Vidal, en moral fundamental. Dos maestros, dos excelentes personas, dos clérigos profundamente espirituales y que entregaron su vida a la institución. Prestándole enormes servicios tanto en España como en todo el mundo. Porque el reconocimiento de ambos es mundial.
Pero lo normal con el cardenal Osoro no era (ni nunca fue) lo normal con el cardenal Rouco. Osoro les abraza, les acoge, les trata como se merecen, les muestra su afecto y su cercanía y, de paso, les rehabilita, les vuelve a colocar en el lugar eclesial del que nunca debieron ser expulsados.
Más aún, Rouco persiguió la casa de ambos, el Instituto Superior de Pastoral, al que quiso asfixiar económica y académicamente por todos los medios a su alcance. No lo consiguió de milagro. Y hoy, el centro renace y de la mano del cardenal Osoro (el hombre de Francisco en España) recobra bríos y quiere constituirse en la institución que vuelva a contribuir al aggiornamento de la Iglesia española. Un motor para incentivar la primavera de Francisco en España, como ya hiciera con la otra primavera, la conciliar.
Cambio de régimen, cambio de época, cambio de actitudes. Y la nieve de la reformas de Francisco que, poco a poco, va bajando al valle. Para que cuaje su primavera. Porque nadie puede parar la primavera en primavera. Y menos, si viene en alas del Espíritu.
José Manuel Vidal