¿Cuándo es auténtica la realización personal?

Ante las dificultades de la realización personal, planteaba el artículo anterior el camino para conseguirla. Pero antes, concretemos las exigencias más elementales como son el combate del egoísmo y la práctica de la donación y el esfuerzo, de la decisión y la responsabilidad y del optimismo y la fe.

Superar el egoísmo, el gran obstáculo.
El hombre, como animal social, está proyectado hacia los demás y encuentra su comunión personal en la alteridad. La madurez social mide la capacidad de trascender de la persona humana. Es impensable el hombre, ser para los demás, sin un mínimo de donación del yo al tú (individual o colectivo, humano o divino). Pero el egoísta se ama con exceso y no guarda el equilibrio entre el amor a Dios, al prójimo y a la propia persona. La actitud egoísta se convierte en culto a la propia persona y puede terminar en la soberbia que sobrevalora sus posibilidades y desprecia al prójimo. El egoísmo señala el punto cero de la persona encerrada en sí misma e incapaz de salir de sí y de mantener contacto con el no-yo, con el tú que socialmente le trasciende.
Cierto que existen grados en la persona egoísta. El grado máximo obstaculiza, a la corta o a la larga, la justa realización del prójimo y hasta puede terminar por convertirse en el gran obstáculo para la auténtica realización de la misma persona.
Ahora bien, existen grados intermedios de egoísmo que también comprometen la felicidad ajena, por ejemplo el de la pareja en el matrimonio o de algún miembro de la familia. La novela Cinco horas con Mario, de Delibes relata las quejas de la esposa sufrida. En el fondo, ella no se ha sentido realizada por los múltiples gestos egoístas del esposo. Por otra parte consta la queja constante de egoísmo que esposos y esposas se lanzan mutuamente. Y en muchos casos, el egoísmo es un factor que conduce a la ruptura del matrimonio.

Aceptación de las posibilidades y de la propia historia
En ocasiones, la persona frustrada es víctima de sus errores: no supo aceptar sus limitaciones y los aspectos negativos de su historia pasada. Olvidó que la realización personal requiere tomar conciencia serena y objetiva de las posibilidades. Y también aceptar con paz las limitaciones personales y la propia historia con éxitos y fracasos. Así mismo se impone la práctica de la humildad a la hora de concretar aspiraciones luchando contra el descontrol de la soberbia.
Y como la realización depende de factores históricos, será oportuno renovar las ilusiones y esperanzas según las actuales circunstancias; conformarse con lo que se tiene sin envidiar lo que no se puede tener o no se debe poseer
¿Qué hacer con el pasado negativo de la realización personal que puede seguir influyendo con el recuerdo a veces obsesivo? La autenticidad pide sofocar al principio lo negativo, el mal que la persona sufrió y que conlleva rencor, resentimiento, venganza...y pérdida de la paz.

Donación y esfuerzo
En ocasiones, la persona frustrada no reconoce que buena parte de su problema radica en que todo lo esperó de de los demás. Como niño-a perpetuo y mimado, ni se esforzó por sí mismo ni mucho menos por el prójimo. No reconoce que si todo el esfuerzo está centrado en la propia persona para conseguir sus aspiraciones, el sujeto caerá en el egoísmo. Hay que tener presente que la realización completa se armoniza con la de las personas que integran su comunidad. Se impone atender a las exigencias de quienes nos rodean. Y gran meta será aceptar ser un “instrumento” para dar algo de bienestar (gotas de felicidad) al prójimo, familiar o social. Hay realizaciones íntimas, pero muchas tienen repercusiones comunitarias que piden valorar el compromiso ante la comunidad en la que convivimos como el termómetro de su madurez personal.
A la donación, se unen las fuerzas que dinamizan tanto la realización personal como la esperanza que atrae y el entusiasmo que empuja hacia las metas. La aspiración conseguida es fruto por una parte del amor-donación, “motor” en la vida. Y por otra parte es una manifestación de la fortaleza, el ánimo para volver a comenzar cada día, superando la rutina y el cansancio del día anterior. Lo que está claro es que sin sacrificio, el logro de las posibilidades quedará en el aire. Habrá que admitir con entusiasmo los esfuerzos como peldaños necesarios para conseguir los objetivos propuestos.

Decisión y responsabilidad
Quien dejó pasar el tren de las oportunidades o quien no fue responsable para decidirse a comenzar con lo que tenía en la espera de otra mejor posibilidad, que nunca llegó, quizás al atardecer de su vida se lamente, su mala suerte. Quizás entonces reconozca, tardíamente, que la realización se presenta como tarea constante y como desafío diario para el querer del hombre.
A tiempo urge fortificar la voluntad para potenciar la decisión ante los obstáculos y adversidades. Y así, capacitado, podrá reaccionar con paz, perseverancia y paciencia, ante las dificultades persistentes. Pero la decisión pide la responsabilidad de quien es llamado a cumplir sus compromisos. La persona responsable es coherente ante las obligaciones para obrar con fidelidad en las tareas aceptadas.

Optimismo y fe
Dos elementos más integran la autenticidad del esfuerzo por la realización personal. Uno, es humano, y consiste en la actitud alegre y optimista ante las dificultades que impide caer en el escepticismo o en la depresión. Es la actitud de quien ve la botella medio y llena, y se dice a sí mismo: “esto lo puedo y lo arreglo yo”. El otro elemento pertenece a la fe del creyente que cuenta con la “fuerza” de Dios. “Todo lo puedo en Aquél que me conforta” será su frase cuando se enfrenta a la adversidad.
Junto a las exigencias, el camino para lograr la realización personal admite otras tantas sugerencias a desarrollar en otro artículo.
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