"Pedimos al nuevo obispo que nos tenga en cuenta", destaca un usuario de este proyecto de Cáritas Centro de Acogida Abraham: tres décadas dando la vuelta al sinhogarismo desde Vilafranca del Penedès

Usuarios con trabajadores del Centro de Acogida Abraham
Usuarios con trabajadores del Centro de Acogida Abraham AF

Este centro, cuyo nombre tiene sus raíces en el libro del Génesis y en el Corán, se encuentra en uno de los umbrales de este municipio de poco más de 40.000 habitantes y está gestionado por Cáritas Interparroquial de Vilafranca del Penedès y Cáritas diocesana de Sant Feliu de Llobregat

(Agencia Flama).- En el comedor del Centro de Acogida Abraham de Vilafranca del Penedès, el mayor espacio de esta pequeña instalación del Alt Penedès con treinta y un años de vida, no hay ningún reloj colgado en la pared. Tampoco lo hay en las mesitas de noche de las habitaciones por las que pasan cada año cerca de 300 hombres sin hogar para poder vivir con independencia. Sin embargo, semanalmente son siempre una decena —tantos como las camas que hay— y, para ellos, no importa saber la hora que es, sino el tiempo que falta para salir, dentro del cómputo de días de los que disponen para estar allí, y tener que dejar su sitio a otro sintecho.

‘Informe RD’ con análisis y el Documento Final del Sínodo

El espacio y el tiempo son determinantes en lo que es “uno de los únicos centros de acogida directa desde la calle que quedan abiertos en Catalunya”, como asegura su trabajadora social, Raquel Avilés: ese centro cuyo nombre tiene sus raíces en el libro del Génesis y en el Corán se encuentra en uno de los umbrales de este municipio de poco más de 40.000 habitantes, y ocupa el recinto reservado años atrás para el enterrador del cementerio municipal, a escasos metros. "No molestamos a los vecinos", dice con ironía Avilés antes de poner de relieve que, "aquí, si los que estamos no llevamos el día a día con buen humor, la situación se nos come".

Raquel Avilés, trabajadora social del Centro de Acogida Abraham
Raquel Avilés, trabajadora social del Centro de Acogida Abraham Agencia Flama

Así es como, desde el umbral de sus vidas, son numerosos los acogidos en este centro gestionado por Cáritas Interparroquial de Vilafranca del Penedès y Cáritas diocesana de Sant Feliu de Llobregat, con el apoyo del ayuntamiento de la localidad. Pero son numerosos también los hombres que no pueden acceder por falta de plazas. "Nosotros hemos tenido suerte y pudimos entrar", dicen dos hermanos magrebíes, de 20 y 23 años, que, con una libreta en la mano, aprenden el castellano mientras el resto de usuarios dedican el tiempo a otros quehaceres cotidianos. "Desde el este de Tánger nadamos hasta Ceuta, y desde allí terminamos aquí", recuerda uno de ellos, con estudios universitarios cursados en su país.

"Este es uno de los proyectos más importantes que impulsa Cáritas en esta área de acción", apunta Salvador Tous, coordinador de Cáritas Vilafranca. “Lo es por los años que lleva abierto ofreciendo comida, higiene y calor —justifica—, y por lo que significa para toda la ciudadanía”. De hecho, para este villafranquino, el equipo humano que hace posible este ejercicio de acompañamiento es clave para su funcionamiento.

Salvador Tous, coordinador de Cáritas Vilafranca
Salvador Tous, coordinador de Cáritas Vilafranca Agencia Flama

“Nosotros, como profesionales, vamos y venimos —reconoce Avilés, que se refiere a la función que realiza junto a las otras veladoras que trabajan con ella—, pero aquí quienes se quedan son los Salvadores, las Dolores, los Xaviers y los Fèlixs que han estado siempre al pie del cañón”. También ha sido relevante el papel del obispo Agustí Cortés, que será relevado por Xabier Gómez este fin de semana: "Depositamos nuestras esperanzas en él", mantiene Tous.

Pero son pocos los usuarios de este centro -entre los hombres que han accedido allí esta semana, dejando de dormir durante unos días en la calle- que han oído hablar de su próximo obispo, que hasta ahora ha sido director del departamento de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española. Entre ellos se encuentra Abdel, que lleva un cuarto de siglo viviendo en España y ayuda a los recién llegados de su tierra para hacerse entender lingüísticamente. "Algo sé de él porque en la calle se habla", señala. Pocos días antes de una entrevista de trabajo como frigorista que, para él, le permitiría empezar a salir de esta situación, Abdel sentencia: "Le pido que haga un buen trabajo y que nos tenga en cuenta".

Volver arriba