Historias de sufrimiento, y de esperanza, de los miles de acogidos en Roma Los refugiados 'responden' al Papa: "Sus palabras pusieron en marcha todo esto"
Llegaron a Italia desde Afganistán, Siria, Congo, Ucrania y otros países afectados por guerras y emergencias humanitarias gracias a los corredores humanitarios creados por Sant'Egidio. En sus rostros la emoción de una primera vez: la de encontrarse con Francisco
"Un proyecto ecuménico", dice el presidente de la Comunidad, Marco Impagliazzo, "que es una respuesta concreta a los traficantes de seres humanos"
"Estoy emocionada, estoy feliz de estar aquí con el Papa y de llevar meses viviendo en Italia. Siria sigue necesitando ayuda, la guerra es ahora, no ha terminado"
"Estoy emocionada, estoy feliz de estar aquí con el Papa y de llevar meses viviendo en Italia. Siria sigue necesitando ayuda, la guerra es ahora, no ha terminado"
| Andrea de Angelis
(Vatican News).- Está el sol sobre el Vaticano para recordar a todos que éste es el último fin de semana del invierno. Un sol que ilumina los rostros de miles de refugiados, cuyos ojos y sonrisas testimonian que es posible salir incluso de las tinieblas de la guerra, de la persecución. Esas sombras que les obligan a huir de su hogar, a abandonar su país de origen.
La luz ha llegado para ellos gracias a los corredores humanitarios concebidos y puestos en marcha por Sant'Egidio, la Iglesia Evangélica, la Mesa Valdense y la Iglesia italiana. Un "proyecto ecuménico", como les gusta llamarlo a quienes han creído en la posibilidad de garantizar vías legales de acceso a quienes buscan protección. Anna, siria, está con su marido y su única hija de cinco años.
"Estoy emocionada, estoy feliz de estar aquí con el Papa y de llevar meses viviendo en Italia. Siria sigue necesitando ayuda, la guerra es ahora, no ha terminado", repite. "Hemos llegado a un país nuevo, una lengua desconocida, pero -subraya- nunca nos hemos sentido solos, la comunidad siempre nos ha ayudado, nos han llevado de la mano".
Protagonistas de su propia vida
Zefa, una niña congoleña de 12 años, no tiene miedo al micrófono. "¿Ves lo bien que hablo italiano? Porque aquí puedo estudiar, me encanta estudiar". A continuación, los hermanitos quieren hablar con la misma naturalidad de sus pasiones. Me gusta el fútbol", dice uno, y el otro: "Me gustan los juegos". Su madre los mira con la ternura de quien sabe que su futuro es más sereno que un pasado demasiado reciente para ser olvidado.
Quedan las historias de otros sirios, como la de Alì, que huyó de Alepo y llegó a Italia hace cinco años. "El trabajo es fundamental para tener dignidad, para ser autónomo", repite varias veces, dando las gracias a quienes le han permitido tener esta oportunidad. Elyas expresa sentimientos similares, destacando un doble aspecto: la capacidad de implicarse, de no "quedarse mirando", combinada con "la gracia de saber quién te tiende la mano". "El primer agradecimiento es para el Papa, sus palabras pusieron en marcha todo esto", afirma. A sus 33 años, Elyas se sacó el título de octavo de primaria, aprendió el idioma y ahora se siente preparado para vivir su vida como protagonista.
Entre los testimonios está el de Igor, de sólo 18 años, un disidente ruso. Habla poco italiano, lo justo para expresar su alegría, su sorpresa al ver al Papa y de nuevo la belleza de la ciudad de la que Francisco es obispo. Roma es hermosa, es preciosa". Igor también siente que puede ser un ejemplo para muchos de sus compañeros. Si yo he conseguido llegar hasta aquí", dice, "ellos también pueden hacerlo".
Por último, Anastasia, de Ucrania, que como muchos de sus compatriotas ha venido a Italia en los últimos meses. "Estoy demasiado contenta", repite, sonriente, radiante. La luz ilumina la bandera amarilla y azul que una de sus amigas lleva sobre los hombros, como un gran pañuelo.
Una respuesta a los traficantes de personas
"Necesitamos ampliar las rutas legales y hemos encontrado la herramienta, la de los corredores humanitarios", afirma Marco Impagliazzo, Presidente de la Comunidad de Sant'Egidio. "Así evitamos tragedias en el mar, luchamos contra los traficantes de seres humanos. Los que huyen necesitan realmente salir de su país". Un proyecto nacido "del dolor, de las lágrimas por los muchos, demasiados naufragios". Una idea -sigue subrayando- ecuménica y que garantiza la acogida y la integración de estas personas, como pide el Papa".
Contribución a la economía italiana
El proyecto es también una respuesta a los eslóganes fáciles que no responden a necesidades concretas. Se trata precisamente de eso, de dar soluciones concretas en lugar de plantear nuevos problemas", reitera Impagliazzo, recordando cómo "este proyecto es un éxito porque también supone una importante contribución a la economía italiana, repoblando las ciudades del interior, enseñando a la gente a vivir la inmigración sin miedo ni prejuicios".
Hace un año Europa acogía a los refugiados ucranianos, pero ¿existe el riesgo de acostumbrarse a las guerras? "Desgraciadamente sí, nos acostumbramos a todo y esto es malo porque los que viven en guerra siguen sufriendo. Debemos dar las gracias al Papa porque nos recuerda que debemos volver siempre nuestra mirada hacia los que sufren, debemos conmovernos y movilizarnos".