488 aniversario de las apariciones de la Virgen de Guadalupe La más valiosa reliquia del pueblo de México
"Toda esta ciudad, sin faltar nadie, se estremeció cuando vino a ver, a admirar su preciosa imagen… venían a reconocer su carácter divino…”
| Guillermo Gazanini Espinoza
La cita del pueblo de México para honrar a la Madre de Cristo, la Bienaventurada Virgen María de Guadalupe se cumple puntualmente con la más grandiosa muestra de fe que parece ascender cada año. De cada rincón del país, millones llegan a ese punto del norte de la capital del país, ahí donde nace la Sierra de Guadalupe, en el cerro del Tepeyac donde, en 1531, un acontecimiento cambió para siempre el rumbo de la nación mestiza naciente de la fusión de dos culturas.
Principalmente los humildes son quienes se postran ante una imagen plasmada en el rudo ayate del macehual. Y el milagro de Guadalupe no sólo se dio esa mañana hace 488 años cuando, según el relato, Santa María entregó un mensaje al gobernante obispo, Fray Juan de Zumárraga. A casi medio milenio de ese milagro, la fe de los mexicanos hace palpitar cada doce de diciembre a la nación que padece y sufre, invadida por la pobreza y la corrupción. Es la fe de este pueblo la que cifra la esperanza de un futuro más promisorio, cercano al Evangelio, sostenido en la misericordia. Y son los signos de los tiempos porque mientras, se dice, el catolicismo retrocede, fueron casi 8 millones de peregrinos quienes sólo querían alcanzar un objetivo.
De ellos, los más variados testimonios. Familias completas, no importaban los inconvenientes, incomodidades. La gélida mañana del 12 de diciembre en la capital mexicana desvía la monotonía de lo ordinario para hacer un día festivo y de asueto no oficial para festejar a la guadalupana. Mañanitas a la Virgen, día de fiesta. La obra de Dios para manifestar la visita del Emmanuel en las entrañas de santa María. Como diría en 1960 el presidente de México, Adolfo López Mateos, ante una pregunta de un reportero sudamericano: La imagen de la Virgen de Guadalupe no es consideraba como una obra pictórica porque las manos que la pintaron no son de este mundo… es sin duda la más valiosa reliquia del género religioso que existe en México…”
488 años después, la fe del pueblo de México demuestra la certeza en esas palabras dichas a Juan Diego según el texto del Nican Mopohua: “Porque yo en verdad soy su Madre compasiva…” Los eventos de fe y devoción que se dan esta madrugada de 12 de diciembre vuelven a poner en nuestro horizonte la posibilidad de un futuro más justo y promisorio para este país. Que sí, efectivamente, Dios “no hizo cosa semejante en nación alguna” cuando la Virgen mestiza y embarazada del Sol que nace de lo alto dio un mensaje de fe, esperanza y caridad. Que la fe de millones conmueve hasta los centros de la Tierra y hacen retumbar, como cañones de guerra, los muros de los templos por los millones de oraciones y súplicas ante la imagen de la Virgen amada. Es la reliquia más amada y querida del pueblo, es el portento más grande de la cristiandad
Y como hace 488 años, “toda esta ciudad, sin faltar nadie, se estremeció cuando vino a ver, a admirar su preciosa imagen… venían a reconocer su carácter divino…” porque Ella es la “Perfecta siempre Virgen Santa María, Madre del Verdaderísimo Dios por quien se vive, el Creador de las personas, el Dueño de la cercanía y de la inmediación, el Dueño del cielo, el Dueño de la Tierra… ¿No estoy yo aquí que soy tu Madre?