Es tiempo de actuar Nadie podrá robarme la esperanza
| Alberto Ares director del Servicio Jesuita a Refugiados - JRS Europe
Estoy harto de que hagamos políticas
desde burbujas alejadas de la vida,
desconectadas de la realidad de las personas.
Estoy harto de que el populismo
instrumentalice el malestar social.
Llevamos mucho tiempo esperando
a que vinieran mejores tiempos
para los derechos de las personas.
Esperando agazapados
creyendo de que así
no se iban a cruzar más líneas rojas
que atentaran contra los derechos y la democracia.
Nos decían que era mejor
lo malo conocido que lo bueno por conocer,
pero lo nuevo vemos que es peor.
Tuvimos que tragar carros y carretas
para que el discurso del odio y de la xenofobia
que lanzaban algunos no invadiera todo,
pero creo que nos confundimos.
El discurso avanza porque nos dejamos invadir,
dejamos que el discurso del odio y la indiferencia
nos inocule y se cebe contra los más débiles.
¿Es que los migrantes
nos traen todos los males?
No es verdad.
Vemos como la desigualdad crece,
cómo cada día es más difícil
encontrar una casa digna donde vivir.
Vemos cómo encontrar un trabajo estable se complica,
las listas de espera para el médico se hacen eternas,
la vida en algunos contextos y barrios se deteriora,
el campo se despuebla y la tierra gime,
la pérdida de valores sociales y democráticos nos minan.
Y todavía tienen la cara de decirnos
que los migrantes son el problema.
Que ellos nos roban los empleos,
copan las atenciones médicas y
atentan contra nuestra identidad y valores,
entre otras cosas.
¿Quiénes están sumando
en nuestras sociedades envejecidas?
¿Quiénes cuidan de nuestros mayores y pequeños
para que tengamos un futuro?
¿Quiénes trabajan nuestro campo
y traen los alimentos a nuestras mesas?
¿Por qué no atajamos los males
que realmente nos hacen daño
y dejamos de buscar chivos expiatorios
entre aquellos que no pueden defenderse?
¿Por qué somos tan cobardes?
¿Por qué no implementamos políticas universalistas
que enfrenten la desigualdad,
que reformen nuestro mercado laboral,
que nos ayuden a gestionar la diversidad
y tantas otras cosas que conocemos?
¿Es que en este contexto de sálvese quien pueda
vamos a seguir dejando que sigan haciendo daño a los mismos,
o dejando que los pobres tengan
que pelear contra los pobres por unas migajas?
¿Vamos a dejar que se desmantele el estado de derecho,
en aras a no sé qué seguridad, a que sigan utilizando
el discurso del miedo, del muro o de la invasión?
¿Cómo somos capaces de aupar a políticos
que en nada encarnan nuestros valores?
¿Cómo vamos a vivir juntos?
Esta es la madre de todas las batallas.
¿Por qué no nos sentamos juntos a la mesa?
En una mesa donde seamos capaces de que
todas las personas tengamos un lugar
y podamos aportar, soñar, luchar,
trabajar, cuidarnos y crecer juntos.
¿Por qué es eso tan difícil?
¿Es más cómodo estar sentado en el sillón
cambiando de canal
mirando la vida pasar?
Quizás un día sea demasiado tarde,
y el tiempo se acerca.
Estaremos tan atenazados
que no vamos a poder movernos
y otros decidirán por nosotros
lo que no queremos.
Estoy harto, pero ¿sabéis una cosa?
A mí no me van a quitar la esperanza.
La esperanza en la vida,
en la humanidad,
en lo pequeño,
en lo germinal.
Es tiempo de actuar.
Sí, tiempo de actuar
con nuestro testimonio,
con nuestra palabra,
con nuestros actos,
con nuestra oración,
con nuestro voto.
Nadie podrá robarme la esperanza.
Alberto Ares
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