Juan Sánchez Trujillo, un hombre de Dios y de los hombres
-Un cura inconformista por convicción-
| Alejandro Fernández Barrajón
Acaba de morir, a los 83 años, el pasado día 12 de mayo en Madrid, un sacerdote, nacido en Castellar de Santiago, (Ciudad Real) que era muy especial y que ha marcado una línea propia de formación en el Seminario de Ciudad Real y yo diría que, incluso, en toda la diócesis.
Los sacerdotes de Ciudad Real coinciden en afirmar que era un maestro de espiritualidad, apasionado por la eternidad, inquieto, profético y buscador incansable. Un hombre con gran formación humanística, con estudios de Filosofía y Teología en Ciudad Real y Letras Clásicas, en las que era doctor por la Universidad Pontificia de Salamanca. Se adentraba con facilidad, incluso, en el mundo del Hebreo. Ha impartido numerosos cursos de Eclesiología, Escatología, y Ateísmo en Comillas y en Santander.
Pero donde ha ejercido su magisterio ha sido, sobre todo, en Ciudad Real, en su Seminario Diocesano y en la Escuela de Magisterio donde ha sido profesor más de una veintena de años. También ha sido capellán del Colegio Mayor "El Doncel" y párroco de san Pedro, asesor de Juventudes y consiliario de la JAC.
Pero más que por sus trabajos y títulos, logros y hazañas, yo quiero destacar a don Juan Sánchez Trujillo como un humilde sacerdote. Que haya estado cuidando en los últimos tiempos de su enfermedad al obispo emérito don Rafael Torija, al que yo llamo mi obispo porque fue el que ordenó y, además, he mantenido una relación constante y cercana con él hasta su muerte, indica qué clase de hombre era don Juan. Dios le llamó a su casa, precisamente el día del buen Pastor.
Hay una anécdota de él, que me ha contado mi párroco, don Evaristo, que ha sido su amigo y su paisano y que habla a las claras de cómo era don Juan. Cuentan que un inmigrante del este le engañó contándole sus muchas necesidades y le sacó todo el poco dinero que tenía. Y cuando él fue consciente de que le habían engañado respondió : "Peor para él". Así era don Juan.
Yo no he conocido a don Juan personalmente pero me encontré, hace ya tiempo, con alguno de su poemas, por casualidad y, desde entonces, he sentido la curiosidad por saber de él. Éste fue el poema que me interpeló:
"En este varón doliente
actúan todos los males
y en su muerte, los mortales
muriendo dolientemente
beben vida de la fuente
que abrió una lanza cruel:
¡Tan extremado y tan fiel
fue el amor de este Varón
que en su perdón y su don
todos nacimos en Él!"
En estos tiempos, donde no siempre son buenas noticias las que acompañan el caminar de nuestra iglesia, me parece justo y necesario destacar que ha habido, y hay, hombres como don Juan Sánchez Trujillo. Porque si es verdad que "no todo el monte es orégano", también lo es que no todo el monte es zarzal y un ejemplo de ello ha sido este sacerdote manchego.
A don Juan le gustaba cultivar la poesía y, de vez en cuando, nos regalaba algunos versos creyentes como éstos dedicados a la virgen María:
"¡Bendita tú, vigilante, que, aunque la noche sea oscura,
no le diste sepultura a tu esperanza expectante
de ver glorioso y triunfante a tu grano sepultado!
Con tus hijos a tu lado y tu lámpara encendida
velas, Madre, la venida del esposo deseado.
Recibe, Virgen asunta, llegada ya a tu destino,
este canto vespertino que, en esperanza conjunta,
canta que su flor apunta a ser su fruto total.
Llévanos a tu final, Hermana, Madre y Amiga
porque te alabe en espiga nuestro grano candeal."
Descanse en la paz de Dios quien fue reflejo de su ser y anhelo inquebrantable de su eternidad e interceda por nosotros.