Leo con sorpresa en los diarios mallorquines de hoy que se ha desplomado casi por completo el techo de la iglesia de Son Negre, en Manacor. Por suerte no había fieles dentro, lo que ha evitado una posible desgracia. Parece ser que desde el obispado se estaban realizando estudios para reformar el tejado de la pequeña iglesia -eso dicen- porque se habían percatado de que había deficiencias serias que habían provocado algunas grietas en la iglesia, pero, como siempre, las cosas de palacio van despacio. Mientras tanto el obispado del señor Taltavull se empeñaba en querer inmatricular bienes que no eran suyos, como las murallas de Artá, propiedad del Ayuntamiento, o el Monasterio de Santa Isabel de las monjas Jerónimas en Mallorca. No acabo de entender esta obsesión por acumular y, a la vez, no cuidar lo que la Iglesia ya posee.
Esta iglesia de Son Negre está normalmente cerrada, pero se utiliza en ciertas ocasiones festivas, como recientemente -hace poco más de dos meses- en las fiestas de san Antonio, cuando los vecinos se reúnen para celebración de las Completas, así como en la misa del Maitines, en Nochebuena. El templo tiene unas torres muy originales circulares y una escuela adosada ya en desuso que también necesita ser reformada.
La misión de Iglesia no es poseer ni vivir para sí misma, sino para anunciar la Buena Nueva y los valores del Reino. Y para eso Jesús nos ha sido enviado con una sola túnica y un par de sandalias, siendo modelos del desprendimiento que han de tener los testigos si quieren ser eficaces en el anuncio de la Buena Nueva. La Iglesia está llamada a ser y no a tener, pero esto algunos obispos aun no lo tienen muy claro, por lo que vamos viendo.