Necesitamos hacer balance Peligros en la iglesia y en la Vida Consagrada

Cuaresma, tiempo de discernimiento


Es evidente que la vida cristiana no vive hoy un momento de esplendor y de crecimiento. Lo dicen todas las encuestas. sería muy interesante preguntarnos por qué. Hay muchas razones bastante contrastadas para explicar esta penosa realidad. Hoy solo voy a fijarme en tres que me parecen más significativas porque debilitan de forma evidente el sentido de pertenencia.
Sin sentido de pertenencia no es fácil avanzar en la consecución de un proyecto de evangelización y vivencia gozosa de la fe. Y este sentido de pertenencia se está debilitando últimamente de forma alarmante, esto nos impide interactuar para alcanzar metas comunes. ¿Qué está pasando? La pertenencia es un sentimiento personal que permite y conduce a alguien a sentirse en sintonía con un proyecto común y con los miembros que desean llevarlo a cabo. Si aumentan las dudas de pertenencia aumentan en la misma proporción las inseguridades, los miedos y la falta de radicalidad a la hora de vivir y ser testigos de esos valores compartidos que pueden llegar a producir una seria crisis de identidad.
Uno de esos problemas que causan bajo sentido de pertenencia es la mirada regresiva. En un tiempo que se caracteriza por sentirse moderno, no falta quienes tienen la tentación permanente de mirar hacia atrás, buscando las seguridades y los esquemas de otros tiempos pensando que fueron mejores que los actuales pero los tiempos pasados y sus esquemas y formas nunca podrán ser solución para los tiempos presentes porque cada día tiene su afán y este presente tiene el suyo. Una de las impresiones que tienen muchos jóvenes, que son el futuro de la iglesia y de la Vida Consagrada, es que la iglesia se ha quedado atrás y va muchos años desfasada en la dinámica que marca la sociedad actual. Los ejemplos serían muchos, basta recordar el papel de la mujer en una sociedad donde la igualdad entre el hombre y la mujer se ha constituido en una bandera muy poco discutida. Esta mirada atrás en la iglesia se manifiesta en muchos simbolos del pasado: sotanas, latines, vestiduras, palacios episcopales, condenas...
Otra causa que acelera la falta de pertenencia es la falta de coherencia. Vivir de espaldas a lo que se anuncia y actuar de manera contraria a como se espera de ella: riquezas, pederastia, autoritarismos, clericalismos, exceso de protagonismos personales. Este fue el pecado que denunció con fuerza Jesús en los fariseos y levitas.
No deja de ser otra causa que ocasiona la falta de pertenencia la ausencia de liderazgos positivos y entuasiastas. Curiosamente tenemos un líder muy valorado en el mundo entero, abierto y creativo, como el Papa Francisco, pero no todos lo valoran y lo defienden en su justa medida, incluso es cuestionado por algunos dentro de la propia iglesia, instalados en esa mirada hacia atrás de la que hablaba como primera causa de la falta de sentido de pertenencia. Pero junto al Papa tenemos obispos que dejan mucho que desear, muy preocupados de perlas y brocados, trepas, interesados, ideologizados, especuladores.. de todo hay ejemplos sangrantes. Y en la misma medida muchos de nosotros, los sacerdotes y algunos laicos, nuevos inquisidores.
Hay muchas más razones para explicar este desafecto y desprendimiento de los jóvenes y adultos de la iglesia y todas están dentro de la propia iglesia y no fuera como siempre deducimos para justificarnos, incapaces de hacer un verdadero discernimiento a la luz de la Palabra divina, pero eso ya lo dejamos para otra ocasión.
Ojalá la cuaresma que vivimos sea una oportunidad privilegiada para este discernimiento necesario que nos lleve a todos, a todos, a la Pascua que anhelamos.

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