El llanto humano de un profesional
Siempre me han impresionado -¡y mucho!- los versos del gran poeta zamorano, de Tábara, León Felipe, en su poema “Ser en la vida romero”, sobre todo cuando afirma
“No sabiendo los oficios
los haremos con respeto.
Para enterrar a los muertos, como debemos,
cualquiera sirve,
cualquiera…
menos un sepulturero”
En estos días de tragedia nacional con la muerte del Niño Gabriel, estos versos han vuelto de nuevo a mi memoria, cuando he visto emocionarse en una rueda de prensa al Comandante de la Unidad Central Operativa (UCO), Don Jesús Reina, al recordar, ante las preguntas de los periodistas, el hallazgo del cadáver del pequeños Gabriel en el maletero de un coche, en la llamada “Operación Nemo”. Este gesto nos habla de alguien que no entierra a los muertos como un sepulturero sino como un profesional humano, como él mismo decía ante los periodistas que llenaban la sala de prensa: “Es que somos humanos”
Yo confío en unos profesionales así, humanos, sin dejar de ser profesionales. Tengo la suerte de conocer a algunos amigos que pertenecen a la Guardia Civil y no han dejado de ser humanos, sino más bien han crecido en humanidad a medida que se han ido enfrentando a situaciones tan difíciles e dolorosas como ésta del niño Gabriel.
He visto a profesionales, llenos de fe y de galones, que se han emocionado, delante de mí, contemplando la imagen de la Virgen del Pilar en su fiesta y, ahora, la emoción del comandante Jesús Reina me ha llevado a confirmar mi intuición. Tenemos, en la Guardia Civil, unos seres humanos extraordinarios y de gran profesionalidad que no han sido justamente valorados en nuestra sociedad.
Podría parecer que lo profesional, después de tantas misiones desempañadas de alto riesgo, es convertirse en fríos y asépticos como un sepulturero acostumbrado a sepultar muertos, pero ese día la Guardia civil sería, para mí, digna de desconfianza. Mientras un guardia civil se emocione contando el trágico desenlace de Gabriel, estamos en buenas manos.
El papa en el mes de febrero, con un grupo de jóvenes rumanos decía:
“A algunas de estas preguntas puedo responder, a otras no. Sólo Dios tiene la respuesta. En la vida hay muchos porqués a los cuales no podemos responder. Podemos sólo mirar, sentir, sufrir y llorar”
¡Ojalá pudiéramos decir lo mismo los sacerdotes cuando somos testigos de tantos dramas diarios que llegan a nosotros en los confesonarios o en los despachos, en Cáritas o en la misma calle!
Como decía el papa Francisco: cuando no sepáis cómo darle solución a los problemas “porque somos humanos”, al menos, llorad con quienes los padecen.
Hoy, rindo homenaje de admiración, respeto y cariño a la Guardia Civil, aunque no esté de moda; aunque algunos, incluso amigos míos, me miren de soslayo. Cuando un teniente se emociona contando el trágico desenlace que ha padecido el niño Gabriel, yo me emociono con él y le brindo mi apoyo y mi confianza.¡ Olé a la Guardia Civil que estos días en el teniente Jesús Reina, nos ha dado una lección de humanidad!
Eso mismo quisiera yo ver en muchos profesionales de la sociedad, deshumanizados por tanta corrupción y falta de valores, incapaces de emocionarse.
No en vano es de ingenuos en nuestros días dedicarse a la poesía. Me decía, no hace mucho tiempo, un profesional de una editorial conocida: “No escribas poesía para publicar, la poesía hoy no se vende” Así que he decido escribir poesía sólo para mis amigos. ¡Ay si nuestros escritores clásicos levantaran la cabeza!
“No sabiendo los oficios
los haremos con respeto.
Para enterrar a los muertos, como debemos,
cualquiera sirve,
cualquiera…
menos un sepulturero”
En estos días de tragedia nacional con la muerte del Niño Gabriel, estos versos han vuelto de nuevo a mi memoria, cuando he visto emocionarse en una rueda de prensa al Comandante de la Unidad Central Operativa (UCO), Don Jesús Reina, al recordar, ante las preguntas de los periodistas, el hallazgo del cadáver del pequeños Gabriel en el maletero de un coche, en la llamada “Operación Nemo”. Este gesto nos habla de alguien que no entierra a los muertos como un sepulturero sino como un profesional humano, como él mismo decía ante los periodistas que llenaban la sala de prensa: “Es que somos humanos”
Yo confío en unos profesionales así, humanos, sin dejar de ser profesionales. Tengo la suerte de conocer a algunos amigos que pertenecen a la Guardia Civil y no han dejado de ser humanos, sino más bien han crecido en humanidad a medida que se han ido enfrentando a situaciones tan difíciles e dolorosas como ésta del niño Gabriel.
He visto a profesionales, llenos de fe y de galones, que se han emocionado, delante de mí, contemplando la imagen de la Virgen del Pilar en su fiesta y, ahora, la emoción del comandante Jesús Reina me ha llevado a confirmar mi intuición. Tenemos, en la Guardia Civil, unos seres humanos extraordinarios y de gran profesionalidad que no han sido justamente valorados en nuestra sociedad.
Podría parecer que lo profesional, después de tantas misiones desempañadas de alto riesgo, es convertirse en fríos y asépticos como un sepulturero acostumbrado a sepultar muertos, pero ese día la Guardia civil sería, para mí, digna de desconfianza. Mientras un guardia civil se emocione contando el trágico desenlace de Gabriel, estamos en buenas manos.
El papa en el mes de febrero, con un grupo de jóvenes rumanos decía:
“A algunas de estas preguntas puedo responder, a otras no. Sólo Dios tiene la respuesta. En la vida hay muchos porqués a los cuales no podemos responder. Podemos sólo mirar, sentir, sufrir y llorar”
¡Ojalá pudiéramos decir lo mismo los sacerdotes cuando somos testigos de tantos dramas diarios que llegan a nosotros en los confesonarios o en los despachos, en Cáritas o en la misma calle!
Como decía el papa Francisco: cuando no sepáis cómo darle solución a los problemas “porque somos humanos”, al menos, llorad con quienes los padecen.
Hoy, rindo homenaje de admiración, respeto y cariño a la Guardia Civil, aunque no esté de moda; aunque algunos, incluso amigos míos, me miren de soslayo. Cuando un teniente se emociona contando el trágico desenlace que ha padecido el niño Gabriel, yo me emociono con él y le brindo mi apoyo y mi confianza.¡ Olé a la Guardia Civil que estos días en el teniente Jesús Reina, nos ha dado una lección de humanidad!
Eso mismo quisiera yo ver en muchos profesionales de la sociedad, deshumanizados por tanta corrupción y falta de valores, incapaces de emocionarse.
No en vano es de ingenuos en nuestros días dedicarse a la poesía. Me decía, no hace mucho tiempo, un profesional de una editorial conocida: “No escribas poesía para publicar, la poesía hoy no se vende” Así que he decido escribir poesía sólo para mis amigos. ¡Ay si nuestros escritores clásicos levantaran la cabeza!