El machismo de un obispo que presume de dialogante: Taltavull
El conflicto de las Jerónimas de Palma, lejos de solucionarse con el diálogo, del que hacía gala el obispo Taltavull, cuando entró en la diócesis, se va inflexibilizando, precisamente por exceso de monólogo y mucha imposición. El Diario de Mallorca acaba de publicar en el día de hoy un artículo (enmendando el anterior del pasado lunes) en el que, por fin, dicho medio recoge que el Tribunal no ha concedido al obispado la propiedad en ningún momento sino que la resolución se refiere sólo a la nulidad de las certificaciones emitidas por el obispado para su inmatriculación. Se puede comprobar en el punto octavo de la sentencia. El Obispado –en un adalid de confusión premeditada- pretendía apoyarse en esta resolución judicial para exigir a las monjas las llaves del monasterio. Y las monjas se han negado, con todo derecho, a entregar llaves y monasterio a la diócesis, porque se sienten, en conciencia, las legítimas dueñas de ese inmueble y una de las obligaciones de la madre Federal es conservar su patrimonio.
Por este motivo, las monjas están preparando la correspondiente demanda para que se reconozca y declare que son propietarias de su propio monasterio, habitado por ellas de manera pacífica y sin interferencias desde el año 1485. ¡Más de 500 años! y se cancele la inmatriculación efectuada incorrectamente por el obispado sin conocimiento ni consentimiento de sus propietarias legítimas: a sus espaldas.
Lo ideal es que el nuevo Obispo se lea la sentencia completa de la sección quinta del Juzgado de Palma para que vea que en ningún momento se le concede la propiedad al obispado sino que ésa es una cuestión que sigue en litigio. Las monjas van a seguir con sus acciones legales, a través de su abogada, doña Pilar Rosselló, y otros expertos civilistas, encaminadas a evitar que el Obispado les arrebate esta propiedad que ellas están conservando y cuidando con todo su mejor esmero, del que han salvado y restaurado sus mejores obras de arte, para evitar su deterioro, con la autorización correspondiente de las autoridades competentes de Palma. Ya se ha frustrado un hermoso destino, profundamente evangélico, para una parte de este edificio, que si el obispado no se lo apropia, podría llevarse a cabo, para crear un centro multidisciplinar y de formación de personas con discapacidad, que permitiría que la propiedad del Monasterio siguiera en manos de la Iglesia (también son Iglesia las Jerónimas), retornara la comunidad de religiosas en una zona debidamente habilitada, se reanudara el culto en la bella iglesia erigida en el s. XVII por las propias Jerónimas, y una importante zona del monasterio fuera museo y albergue del gran patrimonio mueble de las monjas. Y lo más fundamental: la pervivencia y perpetuación del carisma jerónimo, en el futuro, con o sin monjas. Dios quiera que la emblemática fundación AMADIP-ESMENT esté un día a tiempo todavía, de llevar a cabo el proyecto que presentara en 2016, y que contó con el apoyo de las personalidades más relevantes de la isla, y con el visto bueno de las autoridades e instancias competentes en materia de patrimonio histórico artístico, y sobre todo, de las monjas jerónimas, en el que habían puesto su ilusión.
Lamentamos profundamente la actuación machista del obispo Taltavull , que se aprovecha de la situación difícil que viven las hermanas por falta de vocaciones y edades avanzadas, y sigue apoyando la nefasta iniciativa que tuvo su obispo predecesor, Salinas, ya fuera de la diócesis de Palma, para apropiarse de un atractivo edificio en la zona más distinguida de la ciudad, con vistas al mar.
No hablo de oídas sino que conozco de primera mano la situación. Conozco el Monasterio y, una a una, las hermanas jerónimas que residen ahora en Inca. También conozco de primera mano, por su presidenta, el proyecto de la Fundación AMADIP para la creación en ese monasterio, de la escuela de formación dual para personas con discapacidad, y, sobre todo, conozco la angustia con que las consagradas jerónimas están viviendo esta situación, que les provoca el obispo Taltavull, llamado a apoyarlas en su diócesis, como el papa ha pedido a todos los obispos, más que ninguna otra persona.
También conozco, personalmente, al gran profesional Pere Terrasa, y su gran labor de restauración y mantenimiento del Monasterio realizada a lo largo de estos meses, con más de 30 actas levantadas sobre sus diversas actuaciones.
Podría callarme -es lo más cómodo- porque no es un tema que me afecta directamente pero la injusticia me subleva y la prepotencia de un hombre, por muy obispo que sea, sobre unas mujeres consagradas indefensas, mucho más. Este obispo se está destacando por ser:
Machista, por creer que unas mujeres consagradas le van a entregar su propiedad sólo porque sea hombre y obispo.
Autoritario, por ir exigiendo, contra derecho, las llaves de un monasterio jerónimo con no sabemos qué pretensiones. Tal vez ya tenga alguna oferta inmobiliaria o quiera llevar a ocupar una parte del monasterio a las monjas de Iesu Conmunio, que es lo que ahora se lleva, para disfrazar de espiritualidad el negocio que hay detrás. Tiempo al tiempo. Mal harían las monjas de esta nueva congregación si se dejaran utilizar por el obispo para estas pretensiones a costa de humillar a las jerónimas.
Poco dialogante, porque su monólogo es imponer sus pretensiones.
He tenido la dicha de conocer personalmente a estas jerónimas afectadas y me consta que la madre federal, Sor Natividad, es una mujer íntegra y valiente, que no se va a dejar amedrentar por el obispo ni por nadie que se le parezca o que vaya en su nombre. Recientemente se ha negado a entregar las llaves del monasterio que el obispo le exigía y lo ha hecho con toda razón y valentía porque eso supondría la expropiación de un patrimonio atesorado por siglos y siglos de sacrificios y consagración de sus predecesoras. La dignidad jerónima pasa por velar por su patrimonio material e inmaterial, y, en estas horas, por la reivindicación y perpetuación del carisma jerónimo que ha presidido y acompañado la zona de la Calatrava de Palma.
Este obispo, además, miente. Ha dicho que yo no estoy en mis cabales, desde mi última operación, para opinar y por eso me han apartado de todas mis responsabilidades. Algo que es absolutamente incierto. ¡Un poco de respeto, Sr. Obispo! Estoy muy cuerdo aún (Lo afirma mi neurocirujano) y nadie me ha apartado de mis responsabilidades. A lo mejor a partir de ahora lo hacen por su culpa. Puedo tener, lo acepto, un poco afectada mi lengua a la hora de hablar, pero no mi cabeza ni mi pluma. ¿Puede mantener públicamente esto o es un argumento mentiroso para descalificarme, sin más, porque no tiene otros argumentos de peso?
¿Por qué no nos cuenta, en vez de descalificar a otros, lo que narra la serie “En vida teva” que están televisando en Palma, donde las gestiones del obispado aparecen pisoteadas y degradadas por las actuaciones inmobiliarias y de baja catadura moral de los últimos años que han dejado perplejos, cuando no escandalizados, a muchos ciudadanos y que quedan perfectamente reflejadas en esta serie? Porque no pensará, imagino, que lo que ocurre en esta serie es algo que tiene lugar en Marte por muy disimulado que esté?
Yo le concedí la tregua del diálogo cuando me llamó por teléfono y me aseguró que iba “a hablar con todos los implicados para resolver el tema lo más evangélicamente posible” Son palabras suyas, ¿las recuerda? Y usted ha respondido descalificándome como “tontito”. Pues me tiene enfrente, Sr. Obispo, y me tendrá, mientras persista en su pretensión de apropiarse de lo que no le corresponde.
Vamos a ser un poco serios, Sr. Taltavull. No por mí ni por usted, sino por la Iglesia.
Por este motivo, las monjas están preparando la correspondiente demanda para que se reconozca y declare que son propietarias de su propio monasterio, habitado por ellas de manera pacífica y sin interferencias desde el año 1485. ¡Más de 500 años! y se cancele la inmatriculación efectuada incorrectamente por el obispado sin conocimiento ni consentimiento de sus propietarias legítimas: a sus espaldas.
Lo ideal es que el nuevo Obispo se lea la sentencia completa de la sección quinta del Juzgado de Palma para que vea que en ningún momento se le concede la propiedad al obispado sino que ésa es una cuestión que sigue en litigio. Las monjas van a seguir con sus acciones legales, a través de su abogada, doña Pilar Rosselló, y otros expertos civilistas, encaminadas a evitar que el Obispado les arrebate esta propiedad que ellas están conservando y cuidando con todo su mejor esmero, del que han salvado y restaurado sus mejores obras de arte, para evitar su deterioro, con la autorización correspondiente de las autoridades competentes de Palma. Ya se ha frustrado un hermoso destino, profundamente evangélico, para una parte de este edificio, que si el obispado no se lo apropia, podría llevarse a cabo, para crear un centro multidisciplinar y de formación de personas con discapacidad, que permitiría que la propiedad del Monasterio siguiera en manos de la Iglesia (también son Iglesia las Jerónimas), retornara la comunidad de religiosas en una zona debidamente habilitada, se reanudara el culto en la bella iglesia erigida en el s. XVII por las propias Jerónimas, y una importante zona del monasterio fuera museo y albergue del gran patrimonio mueble de las monjas. Y lo más fundamental: la pervivencia y perpetuación del carisma jerónimo, en el futuro, con o sin monjas. Dios quiera que la emblemática fundación AMADIP-ESMENT esté un día a tiempo todavía, de llevar a cabo el proyecto que presentara en 2016, y que contó con el apoyo de las personalidades más relevantes de la isla, y con el visto bueno de las autoridades e instancias competentes en materia de patrimonio histórico artístico, y sobre todo, de las monjas jerónimas, en el que habían puesto su ilusión.
Lamentamos profundamente la actuación machista del obispo Taltavull , que se aprovecha de la situación difícil que viven las hermanas por falta de vocaciones y edades avanzadas, y sigue apoyando la nefasta iniciativa que tuvo su obispo predecesor, Salinas, ya fuera de la diócesis de Palma, para apropiarse de un atractivo edificio en la zona más distinguida de la ciudad, con vistas al mar.
No hablo de oídas sino que conozco de primera mano la situación. Conozco el Monasterio y, una a una, las hermanas jerónimas que residen ahora en Inca. También conozco de primera mano, por su presidenta, el proyecto de la Fundación AMADIP para la creación en ese monasterio, de la escuela de formación dual para personas con discapacidad, y, sobre todo, conozco la angustia con que las consagradas jerónimas están viviendo esta situación, que les provoca el obispo Taltavull, llamado a apoyarlas en su diócesis, como el papa ha pedido a todos los obispos, más que ninguna otra persona.
También conozco, personalmente, al gran profesional Pere Terrasa, y su gran labor de restauración y mantenimiento del Monasterio realizada a lo largo de estos meses, con más de 30 actas levantadas sobre sus diversas actuaciones.
Podría callarme -es lo más cómodo- porque no es un tema que me afecta directamente pero la injusticia me subleva y la prepotencia de un hombre, por muy obispo que sea, sobre unas mujeres consagradas indefensas, mucho más. Este obispo se está destacando por ser:
Machista, por creer que unas mujeres consagradas le van a entregar su propiedad sólo porque sea hombre y obispo.
Autoritario, por ir exigiendo, contra derecho, las llaves de un monasterio jerónimo con no sabemos qué pretensiones. Tal vez ya tenga alguna oferta inmobiliaria o quiera llevar a ocupar una parte del monasterio a las monjas de Iesu Conmunio, que es lo que ahora se lleva, para disfrazar de espiritualidad el negocio que hay detrás. Tiempo al tiempo. Mal harían las monjas de esta nueva congregación si se dejaran utilizar por el obispo para estas pretensiones a costa de humillar a las jerónimas.
Poco dialogante, porque su monólogo es imponer sus pretensiones.
He tenido la dicha de conocer personalmente a estas jerónimas afectadas y me consta que la madre federal, Sor Natividad, es una mujer íntegra y valiente, que no se va a dejar amedrentar por el obispo ni por nadie que se le parezca o que vaya en su nombre. Recientemente se ha negado a entregar las llaves del monasterio que el obispo le exigía y lo ha hecho con toda razón y valentía porque eso supondría la expropiación de un patrimonio atesorado por siglos y siglos de sacrificios y consagración de sus predecesoras. La dignidad jerónima pasa por velar por su patrimonio material e inmaterial, y, en estas horas, por la reivindicación y perpetuación del carisma jerónimo que ha presidido y acompañado la zona de la Calatrava de Palma.
Este obispo, además, miente. Ha dicho que yo no estoy en mis cabales, desde mi última operación, para opinar y por eso me han apartado de todas mis responsabilidades. Algo que es absolutamente incierto. ¡Un poco de respeto, Sr. Obispo! Estoy muy cuerdo aún (Lo afirma mi neurocirujano) y nadie me ha apartado de mis responsabilidades. A lo mejor a partir de ahora lo hacen por su culpa. Puedo tener, lo acepto, un poco afectada mi lengua a la hora de hablar, pero no mi cabeza ni mi pluma. ¿Puede mantener públicamente esto o es un argumento mentiroso para descalificarme, sin más, porque no tiene otros argumentos de peso?
¿Por qué no nos cuenta, en vez de descalificar a otros, lo que narra la serie “En vida teva” que están televisando en Palma, donde las gestiones del obispado aparecen pisoteadas y degradadas por las actuaciones inmobiliarias y de baja catadura moral de los últimos años que han dejado perplejos, cuando no escandalizados, a muchos ciudadanos y que quedan perfectamente reflejadas en esta serie? Porque no pensará, imagino, que lo que ocurre en esta serie es algo que tiene lugar en Marte por muy disimulado que esté?
Yo le concedí la tregua del diálogo cuando me llamó por teléfono y me aseguró que iba “a hablar con todos los implicados para resolver el tema lo más evangélicamente posible” Son palabras suyas, ¿las recuerda? Y usted ha respondido descalificándome como “tontito”. Pues me tiene enfrente, Sr. Obispo, y me tendrá, mientras persista en su pretensión de apropiarse de lo que no le corresponde.
Vamos a ser un poco serios, Sr. Taltavull. No por mí ni por usted, sino por la Iglesia.