De nuevo Asia Bibi, por suerte.
Hemos hablado, en varias ocasiones, en este blog, sobre la ignominia que supone mantener en prisión a Asia Bibi, una mujer católica, condenada a la horca en Paquistán, por haber bebido agua de una fuente pública y haberla “contaminado por ser cristiana”. Ha sido condenada a muerte por “blasfemia” y lleva ya muchos meses encarcelada esperando que se decida su futuro: la libertad o la muerte. Muchos organismos internacionales se han hecho eco de la injusta situación de esta mujer y han pedido su inmediata libertad. Pero, cada vez que alguien pide su libertad, los fanáticos musulmanes de Paquistán inician una campaña muy fuerte de presión y amenazas a los jueces para que sea condenada a muerte y ejecutada de inmediato. El fanatismo humano no tiene límites y es capaz de llegar a cualquier decisión inhumana porque, en el fondo, es una enfermedad grave de la que los mismos fanáticos no son conscientes.
He tenido la dicha de participar en una celebración por la libertad de Asia Bibi en Madrid, cuando yo era párroco, con la presencia de su marido Aship y su hija, Eisham Aship, y su testimonio de fe y de esperanza me dejó impresionado.
Ahora he sabido, con mucho gozo, que la santa Sede se va a “movilizar” por esta causa y el día 24 de febrero se iluminará de rojo el Coliseo para denunciar la persecución de los cristianos en el mundo. Sin duda, será algo grandioso ver iluminado de rojo el mayor símbolo de persecución religiosa de toda la historia: el Coliseo, donde fueron martirizados tantos cristianos en los primeros tiempos de la vida cristiana. En ese acto intervendrán El marido y la hija de Asia Bibi. El coliseo se iluminará simultáneamente con otros lugares como Alepo en Siria o Mosul en Iraq. Este gesto estará patrocinado por la fundación pontificia “Ayuda a la iglesia Necesitada”. Será uno de los eventos mediáticos más importantes de los realizados hasta ahora en el mundo a favor de los cristianos perseguidos.
Ojalá sirva para que la opinión pública mundial reaccione ante estas persecuciones inhumanas y crueles, que atentan contra los derechos más elementales de las personas, que aún se siguen dando en nuestro mundo en lugares, sobre todo, donde el fanatismo se ha instalado como una religión.
He tenido la dicha de participar en una celebración por la libertad de Asia Bibi en Madrid, cuando yo era párroco, con la presencia de su marido Aship y su hija, Eisham Aship, y su testimonio de fe y de esperanza me dejó impresionado.
Ahora he sabido, con mucho gozo, que la santa Sede se va a “movilizar” por esta causa y el día 24 de febrero se iluminará de rojo el Coliseo para denunciar la persecución de los cristianos en el mundo. Sin duda, será algo grandioso ver iluminado de rojo el mayor símbolo de persecución religiosa de toda la historia: el Coliseo, donde fueron martirizados tantos cristianos en los primeros tiempos de la vida cristiana. En ese acto intervendrán El marido y la hija de Asia Bibi. El coliseo se iluminará simultáneamente con otros lugares como Alepo en Siria o Mosul en Iraq. Este gesto estará patrocinado por la fundación pontificia “Ayuda a la iglesia Necesitada”. Será uno de los eventos mediáticos más importantes de los realizados hasta ahora en el mundo a favor de los cristianos perseguidos.
Ojalá sirva para que la opinión pública mundial reaccione ante estas persecuciones inhumanas y crueles, que atentan contra los derechos más elementales de las personas, que aún se siguen dando en nuestro mundo en lugares, sobre todo, donde el fanatismo se ha instalado como una religión.