"El Espíritu Santo es quien mantiene y sostiene a la Iglesia y su fuerza es imparable" ¡Con el papa Francisco siempre!
"El papa Francisco, el renovador, se lanzó a crear espacios de reflexión sinodal para curar heridas y poner torniquetes allí donde los cristianos nos hemos alejado del evangelio de Jesús"
"Hay por ahí ya nombres -y algunos de cardenales- que suenan en las trincheras del miedo y la mirada atrás: Sarah, Brandmüller, Burke, Juan Sandoval, Zen y en nuestra iglesia más cercana, Rouco, que se jubiló pero no acaba de jubilarse y su discípulo, que tanto tiene que agradecerle, Jesús Sanz"
"Su defensa de la sinodalidad, su posición valiente contra estas guerras crueles, la publicación de la Declaración Fiducia supplicans, la invitación constante a volver a la pureza del evangelio, producen en algunos sectores sarpullidos de miedo e inseguridad"
"Su defensa de la sinodalidad, su posición valiente contra estas guerras crueles, la publicación de la Declaración Fiducia supplicans, la invitación constante a volver a la pureza del evangelio, producen en algunos sectores sarpullidos de miedo e inseguridad"
La historia se repite más frecuentemente de lo que quisiéramos. Ya sucedió con Jesús y no van a ser menos los testigos fieles de nuestro tiempo. La iglesia está llamada a impregnar de mordiente evangélico el mundo al que hemos sido enviados, pero eso genera rechazos y persecuciones. "Como a mí me han perseguido así os perseguirán a vosotros" "Ése es el heredero, venid, lo matamos y nos quedamos con la herencia".
La elección providente del papa Francisco, el trece de marzo del año 2013, generó y sigue generando muchas esperanzas en la iglesia. Sólo la elección de su nombre nos hizo pensar - y no nos hemos equivocado- que una nueva etapa empezaba con él de cambios y transformaciones necesarias en un momento en que la iglesia perdía el ritmo de la actualidad y muchos jóvenes -y también adultos- abandonan las filas católicas sobrados de argumentos, escándalos y decepciones.
El papa Francisco, el renovador, se lanzó a crear espacios de reflexión sinodal para curar heridas y poner torniquetes allí donde los cristianos nos hemos alejado del evangelio de Jesús. Esto, que a muchos nos ha entusiasmado, a otros los ha decepcionado, acostumbrados a mantener sus viejos esquemas legales, cuando no sus privilegios e intereses. Siempre ha sido así.
Y se levantado una trinchera anti Francisco que sabíamos que llegaría. ¡Y ya está aquí! Tiene muchos nombres, que incluso se atreven a llamar herejías a los cambios que el papa Francisco quiere proponer, que no imponer, para la reflexión de todos. La historia se repite y los profetas siempre son apedreados o perseguidos por aquellos, curiosamente, a los que los profetas quieren salvar.
Hay por ahí ya nombres -y algunos de cardenales- que suenan en las trincheras del miedo y la mirada atrás: Sarah, Brandmüller, Burke, Juan Sandoval, Zen y en nuestra iglesia más cercana, Rouco, que se jubiló pero no acaba de jubilarse y su discípulo, que tanto tiene que agradecerle, Jesús Sanz. Iremos viendo cómo algunos más van enseñando la oreja en los próximos meses de otros estómagos agradecidos, como Martínez Camino, el jesuita "rescatado" por Rouco de la Compañía.
Pero, digan lo que digan unos y otros, la figura del Papa Francisco se engrandece cada día que pasa por su humanidad y su sentido de iglesia donde todos tienen cabida. ¡Todos! ¡Todos! nos decía recientemente. Y esto no ha gustado a algunos empeñados en señalar, etiquetar y excluir, como en los peores momentos de nuestra historia. Es verdad que aún hay que dar más pasos hacia adelante en nuestra iglesia pero no es menos cierto que los que ha dado el Papa Francisco nos acercan un poco más a la modernidad y le han constituido en el líder mundial indiscutible en este momento.
Su defensa de la sinodalidad, su posición valiente contra estas guerras crueles, la publicación de la Declaración Fiducia supplicans, la invitación constante a volver a la pureza del evangelio, producen en algunos sectores sarpullidos de miedo e inseguridad. Porque los que miran atrás es porque en el fondo se sienten inseguros. La intención de volver atrás en algunas diócesis cuando sea posible es evidente.
Pero el Espíritu Santo es quien mantiene y sostiene a la Iglesia y su fuerza es imparable. Al Reino de Dios no hay quien lo pare. Y el Papa Francisco sabe que no es su obra sino la del Espíritu Santo quien la lleva a cabo. Cada día rezo por la salud del Papa Francisco porque así, mayor, enfermo y cuestionado, será capaz de empujar la barca de la iglesia hacia el puerto de una mayor fidelidad al Maestro. Le pese a quien le pese. ¡Con el papa Francisco siempre!
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