Bitácora desde Etiopía
23- XII-08
Martes a la mañana en la T4 de Barajas. Los muñecos de peluche contenían la respiración amontonados dentro de las maletas. Llevábamos mi compañera de viaje, Ana, y yo más del doble del peso permitido . Intentamos negociar a la desesperada:
- “Si nos dejan pasar estas maletas, podremos alegrar un día a de decenas de niños”.
El empleado de Egipt Air no estaba acostumbrado a este tipo de compromisos. Ante esa petición tan atípica el trabajador de la compañía aérea no se negó. Las maletas pasan y de madrugada llegan sucias y magulladas, pero con todos sus juguetes dentro.
Para entonces ya había pasado la escala de nervios y desorden en el Cairo. Aterrizamos de madrugada a Addis Abeba.
24-XII-08
En la casa de la Asociación Cielo en la que me alojo hay sesenta niños rescatados de la miseria y que nacen a una nueva vida . Hay desde bebés con apenas unas semanas hasta chavales/as de 11 años. Ana me conduce a una sencilla habitación con armario y litera.
Me levanto a media mañana. Nos comunican en la casa que Ana y servidor estamos invitad@s a la noche a una cena en la embajada de España en Adis Abeba. Salgo a comprar una chaqueta para la ocasión, pues no me esperaba este tipo de compromisos, no estaba preparado para la ocasión. La cena resulta agradable. Acuden la embajadora cubana, la de Portugal, el de Italia, México, representante de la embajada americana… y representantes de diferentes ONGs y grandes organismos internacionales que operan en Etiopía: ACNUR, Rescue Internacional, Cruz Roja… La presencia de estos últimos rebaja un poco el protocolo, si bien la cena es de un lujo que nunca en mi vida había disfrutado.
Conversaciones muy interesante, aún con todo lo que me pierdo con mi muy escaso inglés. Sortean personajes y lugares de acomodo y me toca el Rey Arturo, al lado de Ginebra una keniata con la que a duras penas me comunico.
Llego con mucha hambre y me he de olvidar de mi objeción a la carne y al pescado... Hago buen aprecio a los anfitriones y me como hasta el pavo con puré de patata que han preparado los de la embajada americana…
25-XII-08
Navidad sin villancicos, ni belenes, sin árboles iluminados… No es triste la Navidad a 20 grados. Lo que es triste es la miseria que asalta por doquier, las personas tiradas en las aceras, los niños abandonados y malviviendo en las calles…
La Navidad en Adis Abeba queda limitada a las gorras de llevan las limpiadoras de los centros comerciales y a algunas luces adicionales escaparates adentro.
Hago un trabajo de grabar con vídeo a cada uno de los bebés que van a ir pronto a España que me encarga Ana. Terminada esta tarea me tienen reservada otra. Me han fichado de Papa Noël, no sólo para los niños de la casa, sino también para los de un escuela que ayuda la Asociación Cielo. A primera hora de la mañana nos disponemos a la difícil tarea de comprar un disfraz del afable abuelo por las calles de Adis Ababa.
Pateamos los centros comerciales y vamos dando con capa y gorro. La enfermera me prepara con el algodón del botiquín una tupida barba. La panza la logran unos cojines.
Creo que nunca tuve un peso más grato a mis espaldas que el saco lleno de los juguetes de los niños. Mi cuerpo se encorvaba con gozo bajo el peso de los coches, las muñecas, los cuadernos, los lápices… Me encantó la experiencia de Papa Noël, la posibilidad de encender la sonrisa de tantos niños a la vez.
Tras la fiesta, Ana charla con unas niñas inquietas por su futura adopción. Trata de calmar su evidente impaciencia. Ana sabe que algunas de ellas no son fáciles de colocar, habida cuenta de su edad ya avanzada. Son calificadas de “alto riesgo” , es decir alto riesgo de inadaptación.
- “Vuestros padres os aguardan en España. Pronto estaréis con ellos…”
¿Pero qué es España para una niña de 11 años que apenas conoce un horfanato y esta casa de acogida en los que ha encontrado refugio? ¿Cómo imaginará ese, ojalá, nuevo y lejano hogar? ¿Cómo pintará en su imaginación a sus padres? Los ojos esbozan un sentimiento de ansiedad, no exento de temor a lo desconocido.
Salgo a la calle a hacer recados: banco, papel higiénico, fruta…. Disfruto parado en cualquier esquina, observando el flujo de la gente… Observo enormes diferencias sociales. Algunos pocos y modernos edificios contrastan con mares de chabolas… Sospecho la necesidad de hacerse fuerte internamente para soportar los cuadros de miseria que aguardan en los próximos días. La zona en la que estoy , por mucha miseria que albergue, no deja de ser una de las más privilegiadas de toda la ciudad.
26-XII-08
Papa Noël reparte hoy cuadernos y lápices en la escuela Lem Lem, a las afueras de Adis Abeba. Me escondo en el personaje de Papa Noël para hacer brotar sonrisas, pero también para defenderme a mí mismo de los cuadros cada día más duros que se ponen delante de estos ojos.
Salto una valla de hojalata con una escalera rudimentaria de madera. Al otro lado de la escalera me aguardan los niños reunidos en el patio. Se quedan sorprendidos y muchos de ellos asustados.
Repartimos cuadernos y lápices. Disfruto en medio de toda esa jauría de niños felices. Cantamos y bailamos al ritmo de canciones etíopes. La escuela está junto al aeropuerto. Nos hacen un teatro con la representación conmovedora de la anunciación a la Virgen y el nacimiento del Niño Jesús.
Contínuamente pasan sobre nuestras cabezas aviones a baja altura. ¿ Los niños podres de esa escuela de la periferia cogerán algún día esos aviones o únicamente los soportarán? ¿Se subirán al tren del futuro o se mantendrán postrados en el pasado , a la cola de todas las oportunidades?
A la tarde voy al hotel Sheraton. Atravieso la frontera un tanto vergonzante que separa en cuestión de metros el lujo de la miseria, las calles atestadas de polvo, mal olor y pobreza, de los más bellos jardines con sus fuentes. A la mañana compartiendo unas gratas horas en una escuela de paredes de hojalata, sin siquiera pupitres para todos y a las horas me encuentro rodeado del lujo más exquisito.
Este hotel de cinco estrellas y el Hilton son los únicos sitios donde dicen que funciona internet en toda la ciudad. ¿Cómo puede prosperar un país sin comunicaciones e Internet? Apenas me quedo media hora, internet es muy caro y lento. Sí estoy largo tiempo escribiendo en los jardines, todo un oasis de paz y tranquilidad en medio de estos días ajetreados y de fuertes impresiones.
27-XII-08
Al día siguiente empleamos la mañana en llenar de nuevo la bolsa de Papa Noël. Compramos lápices, reglas, gomas, sacapuntas… amén de leche en polvo que le piden a Ana desde el horfanato del gobierno. A la tarde la experiencia en el hogar de la Madre Teresa de Calcuta resulta sin duda la más fuerte de todos estos días. El Papa Noël tiene que hacer un esfuerzo grande para soltar su atronadora carcajada en unos pabellones donde las hermanas han recogido los niños con taras físicas y mentales que nadie quiere. Intento, no sin gran dificultad, encender la sonrisa de niños con miradas perdidas , en medio de hedor insoportable. Algunos responden, otros están absolutamente en otra esfera.
¿Cuánto horror en tan pocos metros cuadrados? Mi mano se posa cariñosa en esos cuerpos castigados… Tengo al final de la tarde los dedos negros , pero el corazón contento. No sé lo que ha conseguido aliviar Papa Noël, pero una bandada de chavales alegres seguía a ese barbudo encorvado a lo largo de los pabellones del sufrimiento.
Marchaba ya cuando los niños me agarraron y me empujaron al pabellón de las parturientas. El encuentro con los las madres con niños recién paridos es lo más estimulante de ese recorrido. Les transmito un “Merry Chrismas” con todo el amor que es capaz de comunicar mi corazón. Por esos instantes merecía la pena todo este viaje hasta Etiopía. Con una mano sostenían la criatura a la que le daban pecho y con la otra agitaban con entusiasmo su mano en señal de saludo. ..
Mañana iremos muy probablemente a un horfanato de niños con SIDA. Continúa el peregrinaje con el blanco y rojo por escuelas y horfanatos con los juguetes a la espalda.
28- XII-08
Cuarto día paseándome con la bolsa de regalos. En esta ocasión el destino es el horfanato que tienen los italianos a las afueras de Adis Abeba. Cuentan con magníficas instalaciones. Uno casi se emociona al ver un rincón de belleza, un jardín con unas flores en medio de una ciudad en la que predomina el gris y el asfalto. El lugar contrasta por su orden y limpieza con todo lo que hemos visto hasta el presente. Hay un pabellón con niños afectados por el VIH , a ellos también vamos con los caramelos.
Asistimos en la iglesia del mismo centro a una ceremonia católica en la que la monja anima a cantar a todo un grupo grande de niños. Cantan con fuerza canciones en ameryco y en italiano. Pronto serán adoptados por familias italianas y por ello les inician en el idioma.
Hemos observado mucha tolerancia entre las religiones. Hoy es el día de San Gabriel, patrono de Etiopía. De todas partes salen mujeres con sus mejores galas, cubiertas hasta la frente con un velo blanco. Alegra ver esa pureza y dignidad con la que visten para la ocasión. Tras la visita al horfanato italiano nos acercamos a la celebración principal. La Iglesia está en lo alto de una colina inundada de fieles. Para extrañeza de los asistentes nos metemos en medio de ese inmenso mar de gentes. No hay más blancos en medio de esa masa apretada de devotos. Vivimos la oportunidad de comulgar y compartir la fe profunda de este pueblo. La incomodidad surge cuando se nos acaban las monedas y no tenemos nada para dar a los/as niños y madres jóvenes con bebés a las espalda que se nos acercan.
Todo ha sido muy rápido y apenas cuento con tiempo para asimilarlo. Me impacta la miseria. En la medida que más nos movemos, más me quedo afectado por lo que veo. Ampliamos nuestro radio de movimiento y sólo descubrimos más y más miseria y pobredumbre. No hay un solo parque, no hay un jardín con el que alegrar los ojos y el alma. Puedes recorrer kilómetros y kilómetros con ese paisanaje de chabolas de hojalata, coches y furgonetas destartaladas… Niños y mayores luchan por la supervivencia en un medio difícil. Muchos se pasan las horas muertas delante de una tela con cuatro verduras…
Lujo en las casa que nos invitan a comer y miseria al otro lado de sus paredes amuralladas y culminadas en alambradas.Todo es aceptado con gran naturalidad, como si no hubiera otro mundo al que aspirar, como si esa situación fuera inamovible, como si lo natural fueran esas enormes diferencias sociales, como si la suciedad fuera consustancial a las calles…, como si las gentes tiradas por los suelos tapadas con una roída y polvorienta tela formaran parte de un paisanaje urbano inevitable…
Por la tarde nos invitan a una celebración judía, casi clandestina en un barrio a las afueras de Addis. Todavía no cogemos los taxis furgonetas colectivos que inundan las calles por la sola razón de que no sabemos a dónde van . Sólo tienen nombre las calles principales. Para encontrar con una casa se guían por un punto de referencia. En los taxis y colectivos se ve la figura de Obama. Se ve al próximo presidente de color de los EEUU en lo teléfonos móviles, en las carteras… No sé si para ellos representa una esperanza de cambio, lo que sí se percibe es que lo viven como un orgullo, como una autoafirmación: “¡Uno de los nuestros puede también llegar a la cumbre de los mandatarios planetarios. Nosotros también podemos!”
Hemos participado de tres rituales diferentes a lo largo de toda la jornada. Hemos rezado al mismo Dios en compañía de diferentes comunidades religiosas. Hemos tenido la opción de hacernos uno con la fe profunda de estas gentes. No sabemos su idioma , no sabemos de sus ritos…, pero nuestra intención sincera se hace una con la de todos/as ellos/as.
29-XII-08
Hoy descansa el Papa Noel. Aprovecho e intento comunicarme. Internet no va a pedales, va a manivela. No hay banda ancha, es vía cable telefónico, pero muy lento. A eso hay que añadirle los cortes de luz.
Cualquier trámite o compra se demora por horas. Comprar caramelos para las salidas del Papa Noël en los próximos días nos ha llevado horas .¿Qué podemos hacer en y por África? Es la pregunta que me golpea incesantemente por dentro. Tiene todos estos males endémicos de dejadez, desidia… solución. No podemos seguir cargando a la colonización europea de forma exclusiva los males de África. Observo en la calle esfuerzo denodado por sobrevivir, pero falta entusiasmo por vivir… La pobreza puede ser digna, sin embargo no percibo interés por dignificarla. La basura acumulada a la vera de las chabolas de hojalata que inundan toda la ciudad, dan penosa prueba de ello. La gente se puede pasar las horas muertas mirando, viendo pasar el tiempo, mientras que alrededor suyo se acumula la basura…
¿ Cómo puede vivir largo tiempo el ser humano sin flores, ni árboles, ni jardines…? ¿Cómo sobrevivir sin esos ingredientes imprescindibles? ¿Qué espesa coraza van creando para poder seguir viviendo en medio de ese infierno? En Adis Abeba es el tránsito necesario para fortalecer la fe y la esperanza…
La última belleza en las calles de Adis Abeba se esconde en el rostro de las mujeres. No me refiero a las que optan por realzar sus formas, exhibicionismo al que no niego chispa, al que no privo de derecho, sino a las que con recato pasean una dignidad y paz en medio del caos sorprendente. Me apuraría en decir que son conscientes de tanta lacra, pero sólo con su real presencia nos hablan de un nuevo día…
Llega la ansiada hora del descanso. Cuando se han callado todos los ruidos, cierro con gozo mis ojos de afuera y pongo los jardines, las fuentes… en mis paisajes de adentro, belleza y paz con las que aquí no doy por ningún lado. Mañana será otro día…
Martes a la mañana en la T4 de Barajas. Los muñecos de peluche contenían la respiración amontonados dentro de las maletas. Llevábamos mi compañera de viaje, Ana, y yo más del doble del peso permitido . Intentamos negociar a la desesperada:
- “Si nos dejan pasar estas maletas, podremos alegrar un día a de decenas de niños”.
El empleado de Egipt Air no estaba acostumbrado a este tipo de compromisos. Ante esa petición tan atípica el trabajador de la compañía aérea no se negó. Las maletas pasan y de madrugada llegan sucias y magulladas, pero con todos sus juguetes dentro.
Para entonces ya había pasado la escala de nervios y desorden en el Cairo. Aterrizamos de madrugada a Addis Abeba.
24-XII-08
En la casa de la Asociación Cielo en la que me alojo hay sesenta niños rescatados de la miseria y que nacen a una nueva vida . Hay desde bebés con apenas unas semanas hasta chavales/as de 11 años. Ana me conduce a una sencilla habitación con armario y litera.
Me levanto a media mañana. Nos comunican en la casa que Ana y servidor estamos invitad@s a la noche a una cena en la embajada de España en Adis Abeba. Salgo a comprar una chaqueta para la ocasión, pues no me esperaba este tipo de compromisos, no estaba preparado para la ocasión. La cena resulta agradable. Acuden la embajadora cubana, la de Portugal, el de Italia, México, representante de la embajada americana… y representantes de diferentes ONGs y grandes organismos internacionales que operan en Etiopía: ACNUR, Rescue Internacional, Cruz Roja… La presencia de estos últimos rebaja un poco el protocolo, si bien la cena es de un lujo que nunca en mi vida había disfrutado.
Conversaciones muy interesante, aún con todo lo que me pierdo con mi muy escaso inglés. Sortean personajes y lugares de acomodo y me toca el Rey Arturo, al lado de Ginebra una keniata con la que a duras penas me comunico.
Llego con mucha hambre y me he de olvidar de mi objeción a la carne y al pescado... Hago buen aprecio a los anfitriones y me como hasta el pavo con puré de patata que han preparado los de la embajada americana…
25-XII-08
Navidad sin villancicos, ni belenes, sin árboles iluminados… No es triste la Navidad a 20 grados. Lo que es triste es la miseria que asalta por doquier, las personas tiradas en las aceras, los niños abandonados y malviviendo en las calles…
La Navidad en Adis Abeba queda limitada a las gorras de llevan las limpiadoras de los centros comerciales y a algunas luces adicionales escaparates adentro.
Hago un trabajo de grabar con vídeo a cada uno de los bebés que van a ir pronto a España que me encarga Ana. Terminada esta tarea me tienen reservada otra. Me han fichado de Papa Noël, no sólo para los niños de la casa, sino también para los de un escuela que ayuda la Asociación Cielo. A primera hora de la mañana nos disponemos a la difícil tarea de comprar un disfraz del afable abuelo por las calles de Adis Ababa.
Pateamos los centros comerciales y vamos dando con capa y gorro. La enfermera me prepara con el algodón del botiquín una tupida barba. La panza la logran unos cojines.
Creo que nunca tuve un peso más grato a mis espaldas que el saco lleno de los juguetes de los niños. Mi cuerpo se encorvaba con gozo bajo el peso de los coches, las muñecas, los cuadernos, los lápices… Me encantó la experiencia de Papa Noël, la posibilidad de encender la sonrisa de tantos niños a la vez.
Tras la fiesta, Ana charla con unas niñas inquietas por su futura adopción. Trata de calmar su evidente impaciencia. Ana sabe que algunas de ellas no son fáciles de colocar, habida cuenta de su edad ya avanzada. Son calificadas de “alto riesgo” , es decir alto riesgo de inadaptación.
- “Vuestros padres os aguardan en España. Pronto estaréis con ellos…”
¿Pero qué es España para una niña de 11 años que apenas conoce un horfanato y esta casa de acogida en los que ha encontrado refugio? ¿Cómo imaginará ese, ojalá, nuevo y lejano hogar? ¿Cómo pintará en su imaginación a sus padres? Los ojos esbozan un sentimiento de ansiedad, no exento de temor a lo desconocido.
Salgo a la calle a hacer recados: banco, papel higiénico, fruta…. Disfruto parado en cualquier esquina, observando el flujo de la gente… Observo enormes diferencias sociales. Algunos pocos y modernos edificios contrastan con mares de chabolas… Sospecho la necesidad de hacerse fuerte internamente para soportar los cuadros de miseria que aguardan en los próximos días. La zona en la que estoy , por mucha miseria que albergue, no deja de ser una de las más privilegiadas de toda la ciudad.
26-XII-08
Papa Noël reparte hoy cuadernos y lápices en la escuela Lem Lem, a las afueras de Adis Abeba. Me escondo en el personaje de Papa Noël para hacer brotar sonrisas, pero también para defenderme a mí mismo de los cuadros cada día más duros que se ponen delante de estos ojos.
Salto una valla de hojalata con una escalera rudimentaria de madera. Al otro lado de la escalera me aguardan los niños reunidos en el patio. Se quedan sorprendidos y muchos de ellos asustados.
Repartimos cuadernos y lápices. Disfruto en medio de toda esa jauría de niños felices. Cantamos y bailamos al ritmo de canciones etíopes. La escuela está junto al aeropuerto. Nos hacen un teatro con la representación conmovedora de la anunciación a la Virgen y el nacimiento del Niño Jesús.
Contínuamente pasan sobre nuestras cabezas aviones a baja altura. ¿ Los niños podres de esa escuela de la periferia cogerán algún día esos aviones o únicamente los soportarán? ¿Se subirán al tren del futuro o se mantendrán postrados en el pasado , a la cola de todas las oportunidades?
A la tarde voy al hotel Sheraton. Atravieso la frontera un tanto vergonzante que separa en cuestión de metros el lujo de la miseria, las calles atestadas de polvo, mal olor y pobreza, de los más bellos jardines con sus fuentes. A la mañana compartiendo unas gratas horas en una escuela de paredes de hojalata, sin siquiera pupitres para todos y a las horas me encuentro rodeado del lujo más exquisito.
Este hotel de cinco estrellas y el Hilton son los únicos sitios donde dicen que funciona internet en toda la ciudad. ¿Cómo puede prosperar un país sin comunicaciones e Internet? Apenas me quedo media hora, internet es muy caro y lento. Sí estoy largo tiempo escribiendo en los jardines, todo un oasis de paz y tranquilidad en medio de estos días ajetreados y de fuertes impresiones.
27-XII-08
Al día siguiente empleamos la mañana en llenar de nuevo la bolsa de Papa Noël. Compramos lápices, reglas, gomas, sacapuntas… amén de leche en polvo que le piden a Ana desde el horfanato del gobierno. A la tarde la experiencia en el hogar de la Madre Teresa de Calcuta resulta sin duda la más fuerte de todos estos días. El Papa Noël tiene que hacer un esfuerzo grande para soltar su atronadora carcajada en unos pabellones donde las hermanas han recogido los niños con taras físicas y mentales que nadie quiere. Intento, no sin gran dificultad, encender la sonrisa de niños con miradas perdidas , en medio de hedor insoportable. Algunos responden, otros están absolutamente en otra esfera.
¿Cuánto horror en tan pocos metros cuadrados? Mi mano se posa cariñosa en esos cuerpos castigados… Tengo al final de la tarde los dedos negros , pero el corazón contento. No sé lo que ha conseguido aliviar Papa Noël, pero una bandada de chavales alegres seguía a ese barbudo encorvado a lo largo de los pabellones del sufrimiento.
Marchaba ya cuando los niños me agarraron y me empujaron al pabellón de las parturientas. El encuentro con los las madres con niños recién paridos es lo más estimulante de ese recorrido. Les transmito un “Merry Chrismas” con todo el amor que es capaz de comunicar mi corazón. Por esos instantes merecía la pena todo este viaje hasta Etiopía. Con una mano sostenían la criatura a la que le daban pecho y con la otra agitaban con entusiasmo su mano en señal de saludo. ..
Mañana iremos muy probablemente a un horfanato de niños con SIDA. Continúa el peregrinaje con el blanco y rojo por escuelas y horfanatos con los juguetes a la espalda.
28- XII-08
Cuarto día paseándome con la bolsa de regalos. En esta ocasión el destino es el horfanato que tienen los italianos a las afueras de Adis Abeba. Cuentan con magníficas instalaciones. Uno casi se emociona al ver un rincón de belleza, un jardín con unas flores en medio de una ciudad en la que predomina el gris y el asfalto. El lugar contrasta por su orden y limpieza con todo lo que hemos visto hasta el presente. Hay un pabellón con niños afectados por el VIH , a ellos también vamos con los caramelos.
Asistimos en la iglesia del mismo centro a una ceremonia católica en la que la monja anima a cantar a todo un grupo grande de niños. Cantan con fuerza canciones en ameryco y en italiano. Pronto serán adoptados por familias italianas y por ello les inician en el idioma.
Hemos observado mucha tolerancia entre las religiones. Hoy es el día de San Gabriel, patrono de Etiopía. De todas partes salen mujeres con sus mejores galas, cubiertas hasta la frente con un velo blanco. Alegra ver esa pureza y dignidad con la que visten para la ocasión. Tras la visita al horfanato italiano nos acercamos a la celebración principal. La Iglesia está en lo alto de una colina inundada de fieles. Para extrañeza de los asistentes nos metemos en medio de ese inmenso mar de gentes. No hay más blancos en medio de esa masa apretada de devotos. Vivimos la oportunidad de comulgar y compartir la fe profunda de este pueblo. La incomodidad surge cuando se nos acaban las monedas y no tenemos nada para dar a los/as niños y madres jóvenes con bebés a las espalda que se nos acercan.
Todo ha sido muy rápido y apenas cuento con tiempo para asimilarlo. Me impacta la miseria. En la medida que más nos movemos, más me quedo afectado por lo que veo. Ampliamos nuestro radio de movimiento y sólo descubrimos más y más miseria y pobredumbre. No hay un solo parque, no hay un jardín con el que alegrar los ojos y el alma. Puedes recorrer kilómetros y kilómetros con ese paisanaje de chabolas de hojalata, coches y furgonetas destartaladas… Niños y mayores luchan por la supervivencia en un medio difícil. Muchos se pasan las horas muertas delante de una tela con cuatro verduras…
Lujo en las casa que nos invitan a comer y miseria al otro lado de sus paredes amuralladas y culminadas en alambradas.Todo es aceptado con gran naturalidad, como si no hubiera otro mundo al que aspirar, como si esa situación fuera inamovible, como si lo natural fueran esas enormes diferencias sociales, como si la suciedad fuera consustancial a las calles…, como si las gentes tiradas por los suelos tapadas con una roída y polvorienta tela formaran parte de un paisanaje urbano inevitable…
Por la tarde nos invitan a una celebración judía, casi clandestina en un barrio a las afueras de Addis. Todavía no cogemos los taxis furgonetas colectivos que inundan las calles por la sola razón de que no sabemos a dónde van . Sólo tienen nombre las calles principales. Para encontrar con una casa se guían por un punto de referencia. En los taxis y colectivos se ve la figura de Obama. Se ve al próximo presidente de color de los EEUU en lo teléfonos móviles, en las carteras… No sé si para ellos representa una esperanza de cambio, lo que sí se percibe es que lo viven como un orgullo, como una autoafirmación: “¡Uno de los nuestros puede también llegar a la cumbre de los mandatarios planetarios. Nosotros también podemos!”
Hemos participado de tres rituales diferentes a lo largo de toda la jornada. Hemos rezado al mismo Dios en compañía de diferentes comunidades religiosas. Hemos tenido la opción de hacernos uno con la fe profunda de estas gentes. No sabemos su idioma , no sabemos de sus ritos…, pero nuestra intención sincera se hace una con la de todos/as ellos/as.
29-XII-08
Hoy descansa el Papa Noel. Aprovecho e intento comunicarme. Internet no va a pedales, va a manivela. No hay banda ancha, es vía cable telefónico, pero muy lento. A eso hay que añadirle los cortes de luz.
Cualquier trámite o compra se demora por horas. Comprar caramelos para las salidas del Papa Noël en los próximos días nos ha llevado horas .¿Qué podemos hacer en y por África? Es la pregunta que me golpea incesantemente por dentro. Tiene todos estos males endémicos de dejadez, desidia… solución. No podemos seguir cargando a la colonización europea de forma exclusiva los males de África. Observo en la calle esfuerzo denodado por sobrevivir, pero falta entusiasmo por vivir… La pobreza puede ser digna, sin embargo no percibo interés por dignificarla. La basura acumulada a la vera de las chabolas de hojalata que inundan toda la ciudad, dan penosa prueba de ello. La gente se puede pasar las horas muertas mirando, viendo pasar el tiempo, mientras que alrededor suyo se acumula la basura…
¿ Cómo puede vivir largo tiempo el ser humano sin flores, ni árboles, ni jardines…? ¿Cómo sobrevivir sin esos ingredientes imprescindibles? ¿Qué espesa coraza van creando para poder seguir viviendo en medio de ese infierno? En Adis Abeba es el tránsito necesario para fortalecer la fe y la esperanza…
La última belleza en las calles de Adis Abeba se esconde en el rostro de las mujeres. No me refiero a las que optan por realzar sus formas, exhibicionismo al que no niego chispa, al que no privo de derecho, sino a las que con recato pasean una dignidad y paz en medio del caos sorprendente. Me apuraría en decir que son conscientes de tanta lacra, pero sólo con su real presencia nos hablan de un nuevo día…
Llega la ansiada hora del descanso. Cuando se han callado todos los ruidos, cierro con gozo mis ojos de afuera y pongo los jardines, las fuentes… en mis paisajes de adentro, belleza y paz con las que aquí no doy por ningún lado. Mañana será otro día…