“Contigo somos + paz” o el rebosar del alma colectiva
Crónica del acto celebrado el pasado 20 de Septiembre en el Auditori de Barcelona
Hubo encuentro físico de 2000 personas, pero sobre todo hubo fusión del mismo número de almas en el encuentro organizado por la Asociación Brahma Kumaris, la Asociación “Valores para vivir” y la Fundación Ananta. Era la cuarta edición del evento, pero la primera vez que se desarrollaba en la ciudad condal.
El acto cumplió con creces el objetivo de concitar a un importante número de almas testimoniando en favor de la fraternidad humana y la genuina paz, aquella que nace en el corazón del ser humano. No sabemos en realidad por qué se manifestó tanto fervor colectivo, qué nos catapultó a ponernos en pie durante interminables minutos y a aplaudir sin parar. ¿Redoblaban los aplausos por músicos y oradores, o era el gozo de sentirnos plenos, gozosos en un acto con pocos precedentes? ¿Era el agradecimiento a quienes habían tomado una palabra familiar, cercana, amiga, o era la magia sagrada de la unidad profunda y fraterna entre todas las almas concitadas…? Muy probablemente se trataba de un poco de todo.
Elenco de ponentes
Tras la presentación de las entidades organizadoras, tomó la palabra en primer lugar la hermana Jayanti, representante para Europa de la Asociación Brahma Kumaris, quien sitúo el reto de la paz en su verdadera dimensión interna. Con voz suave, pero argumentos poderosos, su mensaje alcanzó hasta el último rincón del inmenso auditorio. Invitó a elevar los pensamientos y puso deberes a los presentes: “¿Qué es lo que puedo hacer a través de mis palabras y acciones en beneficio del otro? ¿Cuáles son los motivos por los que dar gracias en cada día que nace?”
Miriam Subirana, directora de Brahma Kumaris España fue la encargada de traducir las palabras de la hermana Jayanti y de llevar a los presentes a un punto de profunda meditación colectiva. Hubo pues también resonante silencio dentro de una sala que había ya vivido recientemente momentos semejantes con motivo de los actos de “Inspira Conciencia”.
Federico Mayor Zaragoza fue el gran ausente en el Aditori. Una infección de garganta le impidió poner rumbo a Barcelona, no obstante se preocupó bien de que su mensaje de paz y de esperanza, estuviera presente. José Luis Capita, patrono de la Fundación Ananta, leyó las palabras que horas antes había enviado el ex director general de la UNESCO por fax, un mensaje invitándonos a “madrugar” a ponernos “en pie de paz”, a “alzarnos juntos”, a “no cejar”…
El primer causante del “calentamiento global” de la sala fue Joan Melé, director para Catalunya de Triodos Bank. La sacudida de conciencias se prolongó a lo largo de todo el tiempo de su disertación, mientras se extendieron sus palabras siempre claras y contundentes. Aún subrayando la importancia de nuestra dimensión interna y del desarrollo de una disciplina espiritual, Melé invitó a poner conciencia en nuestros actos exteriores diarios. Subrayó la contradicción que podemos abrigar en el sentido de que los ideales vayan por un lado y la voluntad por otro. Su discurso exigente caló en el auditorio. Apuntó nuestra condición de seres libres, creadores y capaces de amar, para inmediatamente dejar bien claro que el mundo espiritual también está aguardando nuestra actitud responsable y consecuente en los temas materiales.
Sus palabras más duras fueron frente a la obsesión tan generalizada de hacer dinero sin realizar esfuerzo alguno. Su discurso cuestionó los pilares del sistema: “La economía no ha de crecer más, sino que ha de madurar…” y se refirió al cáncer que supone el crecimiento desnortado en el organismo global constituido por la humanidad. La alocución nada complaciente del banquero, no estuvo exenta de logrados toques de humor: “¡No tenéis ni idea de dónde está vuestro dinero…!”. Su llamada constante a la responsabilidad se podía resumir en la rotunda afirmación de que nuestras acciones tienen inevitablemente una repercusión en los demás, porque “nosotros sí somos los guardines de nuestros hermanos”.
Un agitador Melé puso a dos mil personas en pie. Los largos aplausos hicieron ya vivir una sentida emoción colectiva. Su argumento no era condescendiente, pero su discurso pleno de fuerza y coherencia, con constantes llamadas a la responsabilidad, supo conquistar desde el primer momento la sala entera.
Al argumento de Melé siguió la poesía a raudales de Carvajal. Médico-poeta y banquero se encontraron ya en la primera frase que pronunció el popular conferencista colombiano: “Servir es poner el amor en movimiento”. Dulcemente provocadora la intervención del ponente vino también a deshacer tópicos, abundando en una paz plena de compromiso y pasión. Carvajal cargó contra la paz “construida para que la vida no nos toque, la paz de las migajas, la paz de la miseria…” y dio a entender que la paz tiene que ver con el compromiso en todos los ámbitos de actividad humana. Retornando sobre la economía afirmó que “la economía que no es espiritual, no es humana”.
El poeta-orador se manifestó también rotundo al afirmar que “la paz no se puede construir mientras haya miseria”. Entre las múltiples definiciones de paz que nos regaló el creador de la Sintergética extraemos una: “la paz es el ojo del huracán en el que podemos permanecer serenos”. Abundando en las palabras del anterior ponente, Carvajal subrayó que no es el momento de “crecer sino de dar, pues nuestra riqueza se mide por lo que somos capaces de dar”. Animó a preguntarnos cada quien: “¿Qué le puedo dar a la vida?”
Alex Rovira subió al escenario apremiado por la falta de tiempo. Dedicó buena parte de su intervención más limitada a destacar los aspectos positivos de la crisis actual, invitando a aprovechar el momento de inflexión y de reflexión colectiva que ésta supone. Tras su “Bienvenida a la crisis…”, el escritor y conferencista quiso dejar bien claro que el sentido último de la vida es amar y que estamos aquí para el desarrollo de nuestro “potencial crístico”, no necesariamente vinculado a ningún credo. Animó a los asistentes a adoptar una actitud valiente y a transitar del arquetipo del “yo víctima”, al del “yo puedo”, a ver el pasado no tanto como un “sofá”, sino como un “trampolín”. Su intervención salpicada de cuentos, concedió también espacio a datos muy interpelantes: “Europa gasta más en mascotas que en la erradicación del hambre en el mundo”.
Notas para abrir corazones
Las diferentes actuaciones musicales pusieron el equilibrio a la palabra. El piano de Liliana Mafiotte, la lira y la voz de Luis Paniagua, el arpa de Teresa Espuny y el violín de Vassil Lambrinov, las voces celestiales de la Coral Interreligiosa por la paz tanto de adultos, como de niños, crearon el ambiente de recogimiento necesario en medio de los discursos. Los músicos bajaron al escenario melodías superiores, un trozo de Cielo a la Tierra y así nos trajeron por momentos las realidades elevadas que nos pueden aguardar tras todo este sostenido esfuerzo colectivo a favor de la fraternidad. Los músicos nos desvelaron, cada quien con su instrumento, los esplendores superiores. Descendieron energías poderosas, sutiles que nos penetraron y conmovieron el alma colectiva. Los corazones se abrieron y las inteligencias se iluminaron, de forma que se incrementó el anhelo de trabajar colectivamente a favor del bien de la humanidad. Todas las actuaciones fueron un llamado a los presentes a abrazar una vida consagrada a la belleza y a la luz.
El Coro interreligioso de Audir (Asociación para el diálogo interreligioso de UNESCO Catalunya) empujó al auditorio a un punto de puro arrobamiento colectivo. El rápido recorrido por melodías de diferentes credos culminó con un “Imagine” que no sólo levantó a los presentes de sus butacas, sino que los enlazó con sus brazos. En ese momento, sin tiempo siquiera para secar las mejillas húmedas por la emoción, irrumpió de nuevo Jorge Carvajal, decidido a elevar al máximo toda aquella emoción concitada con la recitación del “Mantram de la Unificación” (Los hijos de los hombres son uno y yo soy uno con ellos…)
Al dejar apresuradamente la sala, por encontrarnos ya fuera de hora, flotaba en el ambiente una sensación de haber vivido una mañana única e histórica. Ya sólo quedaba repartición de flores y abrazos, ya sólo la carrera para abandonar, entrada ya la tarde, un Auditori que acogió por largas e inolvidables tres horas el sueño de que “Juntos podemos”. Allí se selló el deseo de seguir trabajando juntos por la encarnación del eterno ideal de la unidad en la diversidad.
Interrogantes pendientes
El cronista se toma sus licencias y a pie de relato deja colgados algunos interrogantes: ¿Y si esa mañana inolvidable en ese aforo impresionante lleno a rebosar fuera un rotundo síntoma del comienzo de un emerger público de la conciencia espiritualmente universal de nuestro país? ¿Y si tras el acto contempláramos la necesidad de promover periódicamente grandes manifestaciones silentes colectivas en las que se evidencie el potencial enorme de los pensamientos aunados? ¿Y si esta unidad de acción entre diferentes organizaciones tras un alto ideal creciera? ¿Y si en el próximo reto, no ya tres, sino más organizaciones afines impulsados por generosos ideales, atendiéramos al desafío de llenar un espacio más amplio y alcanzar una mayor masa crítica a favor de la paz genuina?
La imagen del Palacio de San Jordi flotaba en el imaginario colectivo. ¿Si el Auditori, se había llenado tan fácilmente, si tanta gente se había quedado sin poder entrar por falta de espacio físico, no será ya la hora de atender más ambiciosos retos colectivos, en los que se deje sentir una masa crítica más amplia, un alma grupal que revele con toda su fuerza inconmensurable la nueva conciencia a favor de la fraternidad humana?
Vídeo del acto en la web de la Fundación Ananta (www.fundacionananta.org)