Ternura al poder

En medio del tedioso panorama político español, de la inacabable espiral de confrontación verbal auspiciada por las formaciones de un signo y otro, a veces nos podemos ver también sorprendidos por imágenes y noticias cargadas de futuro. Hace ahora tres años que una mujer, Carme Chacón, al tomar el cargo de ministra de Defensa pasaba revista a las tropas con una criatura en su vientre. Desde el encogido edén de esa entraña bendita, un ser aún en ciernes y su madre hacían historia como pocos.

Una mujer embarazada, símbolo supremo de la vida, del mañana y su esperanza, pasaba revista a los representantes de una institución que tanto se ha caracterizado ayer por servir a la muerte y a la opresión. Todo un pasado se derrumbaba al paso de sus altos tacones y ella no temblaba. Después dicen que no evolucionamos, que no hay avances sustanciales en el progreso de la conciencia humana. Quien diga que la historia no avanza que recuerde a Queipo de Llano, a Millán Astray,…a los generales franquistas que antesdeayer glorificaban y daban vivas a la muerte. No será más bien que colocamos titulares donde no debiéramos.

Pero después esa mujer abrió los labios y comenzó por ellos a destilar un discurso firme y a la vez tierno, a imbuir sus alocuciones castrenses de una sorprendente carga maternal. Rebajó la adustez militar con su mirada cálida, con su verbo sensible. Entre los toques de corneta sonaba un discurso amable, sin embargo a la ministra no le ha faltado ubicación, ni pies en la tierra. Era gratificante ver a los militares atentos a sus sentidas y sinceras palabras de aliento y ánimo. La madre con su niño ya en el hogar, acogió en su regazo a un ejército de soldados que comenzaban a servir a la vida y a la solidaridad. Les arengaba y sus palabras salían del alma. Se puso el chaleco antibalas y marchó a los frentes en los que se defiende a los desprotegidos y se vela por sus derechos. Hablaba desde bien adentro y ahí fuera todos se le cuadraban. Al día de hoy no se ha volatilizado la ternura de sus discursos y ellos la siguen obedeciendo.

Ahora esa mujer se predispone a presentarse a las primarias socialistas y las últimas encuestas le auguran muy buenos resultados tanto en esas primarias, como en una probable confrontación con Rajoy. Si Carme Chacón llega a la Moncloa un necesario tsunami político está asegurado. No es principalmente una cuestión de la personalidad. No se trata tanto de la singularidad que encarna la dirigente política en sí, sino del cambio enorme que el progreso de su arquetipo representa. La virtual irrupción de esta líder en las más altas instancias de gobierno del Estado implicaría la plena entronización de los valores femeninos en uno de los reductos más masculinos y duros de la actividad humana. Ella tiene la particularidad de no haber dejado todo el candor de su artillería femenina al asumir gobierno de las artillerías de tierra, mar y aire. No se le han caído las pulseras y collares al tomar el mando de las Fuerzas Armadas, más al contrario las trata de imbuir de valores generosos, de ideales altruistas. Acaban los himnos que van llaman a la guerra, pero ella toma la palabra y se expresa la dadora de vida. Felizmente hay genes que no perecen en medio de los cuarteles.

Estas son las revoluciones que no abren los telediarios, pero que sí nos cargan de esperanza. Esta revolución no estriba precisamente en el hecho de que una mujer pueda alcanzar la presidencia de una nación. Hay de ello abundantes ejemplos en el mundo, sin embargo la inmensa mayoría de esas mujeres han desembarcado con sus pantalones bien planchados, con su voz ronca, con su rostro de acero. No hubo revolución alguna en sus países con Golda Meir o con Margaret Thatcher…. La primera llevó el dolor y la guerra injustificada a las arenas del desierto, la otra a lejanas islas. La revolución fue por ejemplo con una Michelle Bachelet, otra mujer desbordada de generosa energía femenina que principalmente hablaba para reunir a los confrontados, para inspirar comunes metas e ideales, para armonizar intereses, para elevar miradas y despertar en Chile un corazón unido. En nada progresamos con que el presidente tenga nombre de mujer, el progreso radica en impregnar de esos valores y energía femenina el severo arte de la política. Es el equilibrio entre esos principios femeninos de acogida, acercamiento, comprensión…, y los masculinos de iniciativa, fuerza, coraje…, el que nos proporciona una fórmula adecuada de gobierno.

El ejército español ha significado en el pasado la absoluta negación de esos valores femeninos y ahora una mujer que habla desde su corazón de madre es la que lo dirige. Me perdonen las feministas. No sé si en un futuro de plena incorporación de la mujer a las tareas del poder, el comandar los ejércitos es su roll más adecuado. Veo más a ella en el también necesario, y ojalá no lejano, reto de merma o liquidación de los ejércitos. A veces hay una ternura que, por más que quisiéramos, no se puede derramar por unos inevitables campos de batalla. Hay momentos, coyunturas duras que limitan el quehacer de una madre y su infinita carga de amor. Al pie de la cuna se libra, al fin y al cabo, la más noble batalla por la vida. No obstante nos alegramos de que una mujer afectuosa y amable dirija hoy unas Fuerzas Armadas volcadas en misiones de paz y de fomento de la solidaridad internacional.

Más allá del gobierno del ejército, la actual ministra puede llegar a gobernar la nación. Este género de desafíos inyecta pasión a la política, en medio del aburrido y poco edificante rifirrafe del día a día. No se interpreten para nada estas líneas como guiño a una formación política, hay decepciones de las que costará recuperarse. Pero sí guiño a una nueva forma de gobernar que busque el encuentro, la armonización de los contarios, la humanización en general de la función pública; sí constatación ilusionante de que la energía femenina, durante milenios, desterrada, culpabilizada, ninguneada…, puede alcanzar las más altas cotas de gobierno del Estado. Chacón en la Moncloa representaría, en buena medida, el avance de esa conspiración amorosa, candorosa, femenina que desborda la ideología.

Nos costó también en su momento creer que Obama podría alcanzar la Casa Blanca, pero hoy es el día que nos podemos desayunar con nuestros más elevados sueños hechos realidad. Una suerte de ternura va camino del máximo poder del Estado de la mano de esta joven dirigente catalana. Ojalá podamos también ver ese difícil recorrido el próximo año culminado.
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