#sentipensaraes APUNTES ITINERANTES ACERCA DE UNA MÍSTICA DE OJOS ABIERTOS
| Norma Liliana Sarmiento Romero
La mística es camino de encuentro con el misterio de Dios, camino que se revela en los pasos de Jesús, así como en los pasos de hombres y mujeres que se han descubierto conscientemente en lo que revela este camino. Volver la mirada hacia estos hombres y mujeres que supieron contemplar la vida es auto invitarnos hoy al encuentro con lo auténtico, lo sagrado y lo trascendente. Para junto con ellos y ellas transitar el camino de contemplación por amor a la Vida, a la Verdad, a la Justicia, a la Libertad, a la Belleza o al Amor mismo, que habita en nuestra interioridad y que desea salir al encuentro hacia la otredad… hacia la multiplicidad de la vida. Manifestación amorosa de lo divino en la historia, en lo humano y en la creación.
Detenernos, respirar, descalzarnos y disponernos a caminar contemplativamente como experiencia mística que va dejando su impronta en quienes vivieron, y viven hoy la Fe, es introducirnos al dinamismo de apertura y encuentro; al silencio para aprender a ver, escuchar y sentir la vida; al discernimiento que interpreta los signos de los tiempos para dar respuesta desde la comunión fraterna compasiva y justa. Con la alegría, la esperanza y la radicalidad de un mundo posible que se va concretando en opciones y nuevos estilos de vida. Creo que la mística pretende abrir el “ojo de la fe”, de modo, que se supere el dualismo y contradicción que separa nuestra opción de fe, de la vida con sus relaciones, realidades y contextos. Y conscientemente se haga el aporte y servicio como oferta en la construcción de nuevos horizontes que den Sentido de Vida. En palabras de Raimon Panikkar: “La mística nos invita a participar conscientemente; esto es, humanamente, en la aventura de la realidad”.
De ahí, que la mística vaya más allá, de la anécdota, de fenómenos extraños e intimistas de seres privilegiados; está, lleva a encarnar el misterio de Dios en una experiencia de relación profunda con Él, que supera el mero conocimiento del principio teórico: “te conocía de oídas, pero ahora te han visto mis ojos” (Job 42,5). La mística es algo constitutivo del ser humano en la búsqueda de su ser y en el deseo de incorporarse al plan de la vida.
Los místicos y místicas a lo largo de la historia han respondido a épocas cuando la noche ha sido más oscura. Rescatar las claves de una experiencia mística para nuestro hoy es retornar a la fuente, a la autenticidad del amor que sostiene la vida, es volver a la casa Dios Padre y Madre, a su proyecto que se manifiesta en la voluntad de Jesús de instaurar el Reino. Aquí, algunas claves de una mística de ojos abiertos para construir un Mundo Posible:
- Una mística de ojos abiertos que permita ver a Dios en la vida toda, en todas las realidades y en todas las relaciones. Porque es a través de lo humano, comunitario, eclesial, social y creacional que nos encontramos con Dios. “La mística de ojos abiertos mira la realidad y, sobre todo al ser humano, con la mirada de Dios, desde la libertad de los hijos. De ahí que descubre en todo la presencia de Dios”, Johann Baptist Metz.
- Una mística de ojos abiertos que enseñe a hacer oración contemplando la realidad (personal, comunitaria, eclesial, social y creacional) para ser transformada y liberada. Oración que engendre apertura, encuentro, concienciación, esperanza, alegría, sensibilidad, lucidez, madurez, coherencia, armonía, movimiento… Y en consecuencia actitudes, sentimientos, lenguajes, prácticas y estilos de vida que correspondan a esa consciencia, estemos donde estemos.
- Una mística de ojos abiertos que permita contemplar la interioridad e intimidad para descubrir lo auténtico, divino y sagrado del ser. Poder reconocer la historia de vida personal con sus luces y sombras, e identificar en ella, lo que requiere ser aceptado, perdonado, soltado y agradecido. Pero especialmente el paso de Dios Padre y Madre que invita a la libertad, al abandono en su voluntad, al vaciamiento para que Él habite, y sea Dios en cada uno. Y al modo de Pablo de Tarso decir: “y ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí”, Gal 2,20.
- Una mística de ojos abiertos que denuncie la mística de ojos cerrados, intimista y negacionista, que se abstrae de la realidad y se niega a ver el sufrimiento de los empobrecidos en sus causas y consecuencias: perdida de dignidad, humanidad y justicia. Y que además, ha sido sistemático a lo largo de la historia.
- Una mística de ojos abiertos integral que conecte la realidad humana, la realidad divina y la realidad creacional. Y ya no se entiendan como mundos separados, sino, como una sola realidad en total interdependencia. También como lo expresa R. Panikkar: “la realidad sensible (sentidos), inteligible (razón) y espiritual (fe) juntas”. Inclusive, explorar nuevos sentidos para percibir y experienciar el mundo.
- Una mística de ojos abiertos que se pregunte por el sentido y la cotidianidad de la vida: el amor, el sufrimiento, el trabajo, la muerte, el cuerpo, el erotismo, la sexualidad, el arte, la creación, los sueños, los cansancios, la enfermedad, los apegos, la esperanza, la alegría, la justicia, la fe, los hermanos, los enemigos, otros más. Del cómo habitamos y nos relacionamos con la vida en el servicio.
- Una mística de ojos abiertos que busque la verdad del aprender a vivir en libertad y armonía junto con otros desde la espiritualidad que habita a los que crean ciencia, arte, filosofía, política, cultura…
- Una mística de ojos abiertos que haga un juicio crítico al modelo de sociedad y a su sistema de creencias e ideas… a sus dioses, inclusive al nuestro. Para hacernos conscientes de lo que engendra en nuestro interior, en manera de relacionarnos y como estilo de vida. Más aún, un juicio crítico a nuestra moral cristiana y a la ética frente a ella.
- Una mística de ojos abiertos que nos haga conscientes del cultivo y cuidado del cuerpo, la mente, el espíritu, y porque no decirlo, hasta de nuestra energía.
Y eso tiene que ver con nuestras prácticas cotidianas (comer, estudiar, trabajar, orar, conversar, cocinar, descansar, crear…). Cuanto más se hace conscientemente más aprendemos a escuchar (nos), ver (nos), sentir (nos), reflexionar (nos), contemplar (nos), compartir (nos). Y en esa conexión fluye la divinidad (la vida), y entramos en relación con la trascendencia y lo trascendente.
- Una mística de ojos abiertos que haga brotar ermitas y eremitorios, lugares donde habite Dios Padre y Madre. Personas, lugares y espacios que hablen de vida y desde la vida, de otras maneras de habitar este mundo, de ancestralidad y sus raíces, de estilos de vida alternativos, de la dignidad de la vida, de justicia y derecho, de compasión y empatía, de esperanza y alegría, de sueños y futuro, de fraternidad y solidaridad… en lo rural y lo urbano.
“Una mística de ojos abiertos que nos enseñe a vivir según la justicia del amor de Dios Padre y Madre que enseña nuestra Tradición de Fe”
Norma Liliana Sarmiento Romero
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