El evangelio de este domingo, me recordó una serie televisiva: "Lo que callan las mujeres". Y, en un pequeño círculo de Sara, iluminadas por éste "ábrete" compartimos historias de Vida de Marta, Miriam, Rosalba, Angie... palabras atravesadas en la lengua pesada de miedo; gritos ahogando la garganta queriendo salir; oídos tapados por ruidos ensordecedores.

Determinación y esperanza, para buscar la la solución: liberarse de los sistemas que las oprimen. A la luz de esta vivencia, en mi espacio de oración y contemplación he leído de nuevo este pasaje con sentimientos de mujer: "Llegó ante Jesús de Nazareth, una mujer sorda y que apenas, podía hablar; y le pide que le imponga las manos. El Maestro, apartándola de la gente, le metió los dedos en
los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y mirándola, suspiró y dijo: "Effetá" (ábrete) y al momento a la mujer se le abrieron los oídos y se le soltó la traba de la lengua".

Jesús desde su ser liberador, mete sus dedos en los oídos taponados por doctrinas amañadas y tabúes irracionales, para que escuchemos los cantos de la libertad. Toca con su propia esencia de vida, la lengua entumecida por el miedo a represalias, a normas "culturales', a castigos de un dios castigador, fruto de las mentes calenturientas y prepotentes, para que nuestra lengua se suelte y los gritos que están atascados en nuestra garganta se levanten, para proclamar: ¡Que somos mujeres libres! Que somos constructoras de paz y que esa paz, es fruto de la Justicia.

Un abrazo de sororidad a todas las mujeres que a pesar de las mordazas y los miedos, siguen levantando su voz por la consecución de otro mundo posible. Gracias, compañeras de camino.