#sentipensares La ventana de mi vida
Aprendió a vivir observando, sin tener consciencia de lo muy observada que ella podría ser
| Mercedes López Herrera
Ella nació en el sur (uno de tantos), y comenzó su ser a través de la pequeña ventana que iluminaba su pequeña casa de 45m habitada por el abuelo, la abuela, su madre, su padre, hermano y hermana.
Ella pasó de ser la pequeña a ser la mayor.
Desde la ventana observaba el pequeño mundo que ésta le permitía ver, flanqueada por dos grandes bloques de viviendas militares, en ellos la vida era en apariencia fácil porque tenían garantizados los medios y recursos de vida que les situaban en un contexto social adquisitivo de clase superior diferente, no por cultura, pero si formalmente por adiestramiento social e ideológico.
En el centro de la visión de la ventana había un amplio espacio en donde jugar, que limitaba la carretera por la que pasaban anualmente desfiles militares, incluso Franco alguna vez, por lo que vigilabamos las largas filas de coches negros para decir que lo habíamos visto.
Los alrededores no eran fáciles de ver desde la pequeña ventana, todo era campo y desniveles con restos de alguna construcción parecida a una gran alberca, que probablemente estaba en el paso de una vía pecuaria, eso era lo mejor, nos sentíamos como en un paisaje libre, propio, con sus montañas, sus lugares para esconderse.
Lo más grande, era ver parir a las cabras, y otros animales cuando ocurría con frecuencia en ese "nuestro lugar" que era considerado cuasi común con los cabreros.
Aprendió a vivir observando, sin tener consciencia de lo muy observada que ella podría ser, dado que su casa estaba en el centro de una barriada construida para los trabajadores de una fábrica de munición de pirotecnia, en la que trabajaba su abuelo como albañil.
Eran parte de los primeros pobladores urbanos que procedían del mundo rural.
Eran el silencio más visible de las castradoras secuelas de la posguerra.
Esa fábrica es hoy la Universidad de Derecho de Sevilla.