¡Cuidado con creernos superiores!

¡Cuidado con creernos superiores!
¡Cuidado con creernos superiores!

Seguro que tod@s conocéis o en algún momento os habéis encontrado con personas con un nivel de egocentrismo tan alto, que ni siquiera ellas son conscientes de que lo son porque esa ha sido su tónica durante toda su vida, formando parte de su personalidad.

Son personas que se sienten felices porque es una forma de protegerse. Sus vidas han transcurrido con una identidad que ellos han creado y adaptado para sentirse protegidos, sentirse visibles, sentirse “alguien”.

Este tipo de personas saben que si no fueran así, si no actuasen así, nadie se fijaría en ellos, por lo tanto, es necesario llamar la atención de alguna manera. Lo tienen tan asociado a su forma de ser, que todo es justificable. Normalmente suelen tener gente a su alrededor dispuestos a reírle las gracias, por lo tanto siempre se sentirán en posesión de la verdad porque están convencidos de que son los mejores y por eso la gente confía en ellos…

Pero no olvidemos que la superioridad, el querer siempre llamar la atención es utilizado como un mecanismo de defensa que suelen adoptar las personas que tienen una personalidad débil, y de esa forma, controlan y mantiene frente a los demás lo que quieren ser y como quieren que los demás los vean. Cuando uno está metido en ese círculo, resulta más fácil detectarlo desde fuera, porque ellos jamás lo reconocerán, no porque no quieran, sino porque no pueden. Jamás encontraremos a personas de este tipo que sean capaces de admitirlo, primero porque es algo que ya controlan y es una manera de sentirse protegidos y después quienes les alaban y ríen las gracias, no son capaces de ponerles las cartas encima de la mesa y eso es un flaco favor que se les hace a este tipo de personas.

No nos vendría mal de vez en cuando, entrar en nuestro interior y preguntarnos si de verdad merece la pena ser así. Seguro que la mayoría dirían que sí, porque siempre habrá personas a su alrededor que les hagan sentirse importantes, simpáticos y queridos, pero eso no es ser honestos con nosotros mismos, ni tampoco nos lleva a buen puerto, aunque a simple vista, nos sintamos felices. Aun así, creo que merecería la pena, pararnos y buscar en nuestro interior aunque con ello tengamos que perder nuestra superioridad y quizá gran parte de esas personas a las que estamos acostumbrados que nos alaben los oídos. No olvidemos que cuando llegue el momento de soltar amarras, no vamos a tener a esas personas. Nos encontraremos con nuestro yo y quizá sin vuelta atrás…

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