Primer Domingo de mayo, día de la madre. ¡Cuánto agradecimiento le debemos desde el momento que estamos en sus entrañas hasta que experimenta los dolores de parto!. En medio del dolor, pero también de la alegría y agradecimiento a Dios por el milagro de la vida.
Ella es la primera en tendernos su mano como Dios en nuestros primeros pasos, en nuestro crecimiento y posterior encauzamiento a la vida. Ella lo aporta todo con su generosidad desde el primer minuto de vida. Su intuición cuando aún no balbuceamos es capaz de saber lo que necesitamos, siempre con esa generosidad y constancia que la hace única, capaz de conciliar razón y sentimiento. Una concepción de la vida siempre abierta al sentido del “Misterio”.
Felicidades a tantas madres que como María, no cesan de tendernos la mano. A veces con una sonrisa, otras con dolor y lágrimas, pero siempre tendida… y como María NUNCA nos fallan.