El mensaje que nos trae la Navidad es hoy demasiado bello para ser verdad en medio de tanta impotencia y desilusión, ante tanto dolor y problemas, pero a pesar de todo, no dejemos en ningún momento de contemplar la Navidad, que es más que mirar porque para que la mirada se transforme en contemplación ha de ser larga, transparente, sincera, como la de nuestros niños…
Con esta mirada hagamos el esfuerzo de entrar en la cueva de Belén, pero no de cualquier forma, no olvidemos que estamos ante el Misterio más hermoso y grande.
Dios ha querido hacerse uno de nosotros compartiendo nuestra humanidad solo por amor.Cuando lo hacemos, nos encontramos a un Niño envuelto en pañales y reclinado en un pesebre (imaginaros el momento) junto a José y María. Esta es la condición previa para que la revelación comience a producirse…
Acojamos pues, este acontecimiento como lo más grande y pensando que de nada nos sirve que nazca sino lo hace también en nuestro corazón…
Pidamos que acontezca esta venida de tal manera que podamos decir:
vivo yo, pero es Cristo quien vive en mí…
¡Feliz día de Navidad para todos!