¿Por qué nos cuesta tanto pedir perdón?
La cuaresma nos invita a ello, a dar ese paso y pedir perdón a quienes sabemos que hemos ofendido. Creemos que el hecho de pedir perdón significa “humillarnos” ante el otro, “abajarnos” y puede más nuestro orgullo. Recordad que Jesús lo hizo, hasta lo más profundo, pero nuestra respuesta interior es: ¡que lo haga él!, sin embargo, pedir perdón lo que hace es que enaltece a la persona por ser capaz de dar ese paso, pero ¡¡¡Cuánto nos cuesta!!! Qué bien suenan las palabras, pero mejor que lo haga otro…
Lo que más duele es el daño que en un momento determinado hemos podido causar y las consecuencias negativas que tienen para el otro nuestros actos.
Hay personas que se sienten siempre portadoras de la verdad y parece ser que nunca se equivocan, o así lo piensan, por lo tanto, no creen que tengan que pedir nunca perdón. Nadie les ha enseñado a escuchar y entender que no hay una única verdad de la que me creo portador, pero su pobreza interior les hace sentirse felices y orgullosos de ser así negados a reconocer el daño causado a los demás.
Cuando te encuentras personas así en el camino, satisfechas de ser como son, el sentimiento que producen es de decepción y dolor y seguro que todos los que estáis leyendo esto, os habéis encontrado con este tipo de personas en algún momento de vuestras vidas…
Ojalá que esto sirva para que este tipo de personas reflexionen sobre su forma de ser, y que mejor momento que ahora, en este tiempo de Cuaresma.
Este blog tiene una palabra: “compartir” y creo que eso lo hace diferente.
Llevo tiempo sin hacerlo con vosotros. La vida y circunstancias no siempre te lo hacen factible, pero quisiera seguir haciéndolo con cada uno de vosotros si me lo permitís, siempre desde el respeto y el corazón.