En espera del Señor.

Todos conocemos el tiempo litúrgico al que nos vamos encaminando: el “Adviento” al que daremos comienzo este próximo domingo.
Adviento: palabra que suena y resuena año tras año hasta estar perfectamente acostumbrados a ella,la mayoría sabemos su significado y quizá por ello, puede que corramos el riesgo de no llegar a la raíz del termino, lo que representan estos días.
Adviento quiere decir “venida, espera” pero ¿realmente sabemos quien viene o a quien esperamos o para qué viene o por qué tenemos que esperarlo?
Estoy segura que no habéis terminado de leer la frase y estáis pensando: ¡por supuesto! Si hasta los más pequeños lo saben… también lo sabemos los adultos cuando somos capaces de hacernos como niños en la noche de Navidad.
Sin embargo tenemos derecho a preguntarnos, especialmente quienes dudan sin entender muy bien el significado de estos días a pesar de que los celebren, pues precisamente, para este tipo de preguntas es para lo que está el Adviento, para que tengamos oportunidad de ahondar y llegar al centro del cristianismo.
Este tiempo nos lleva a dos existencias tan sumamente unidas, que sería imposible separar, estas son: Dios y el hombre. El Misterio de la Encarnación, el que revela esta unión tan fuerte e intima, algo que no solo deberíamos vivir en un determinado tiempo litúrgico, tendríamos que superar eso y conseguir que adviento fuese todo el año, sabiendo vivir el misterio de la venida real de Dios como algo profundo y cercano y quienes mejor saben, son aquellos que no dudan en hacerse como niños, especialmente en la noche de Navidad.
“Si no os hacéis como niños, no entrareis en el Reino de los cielo (Mt 18.3)”
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