Cómo llegar a la interioridad
Interioridad y superficialidad son dos actitudes completamente diferentes; aunque pensándolo bien, puede que no se opongan tanto y hasta se complementen, porque lo interior va unido a la vida, a la cotidianidad.
Descubro que cada vez son más las personas que buscan, necesitan esa experiencia de interioridad y lo hacen a través de otras religiones como puede ser el budismo como complemento a nuestra tradición cristiana de Occidente.
Nosotros acentuamos la palabra y la acción. Ambos, difíciles de separar, encaminándonos a la trascendencia.
De alguna forma deberíamos unir la cabeza y el corazón, algo complicado a lo que estamos acostumbrados en nuestra cultura, ya que somos más de resultados y conquistas, catalogando por esto a las personas.
Creo que en el tipo de sociedad que hemos creado con unas necesidades constantes de ruido y consumismo, no nos permitimos escuchar el silencio, porque aunque parezca que no, también este habla y en ocasiones demasiado…
Occidente acentúa más la palabra, Oriente se centra más en el silencio, meditación, respiración… algo fundamental entre el cuerpo y el alma.
Para que sintamos el latido del Señor en nuestra vida necesitamos de tiempos y espacios incorporados a la cotidianidad, poniendo atención a nuestro “ser” junto con la expresión de su manifestación.
Caminamos de este modo hacia Él a través de la interioridad y exterioridad, es decir: transcendiendo nuestra superficialidad hacia dentro y hacia fuera.
¿No podría ser un buen momento ahora que estamos en Cuaresma?