Cuando miramos a los demás ¿cómo lo hacemos?, quizá ni nos lo hemos planteado, simplemente lo hacemos y punto…
Un día cualquiera vamos caminando o cogemos el metro, tren, autobús… me siento ante alguien, cojo mi periódico y no me preocupo de más, pero cuando levanto la mirada ¿qué veo, qué me encuentro?
Automáticamente hacemos una radiografía de la persona que tenemos frente a nosotros, es algo casi inconsciente, simplemente se produce y la “etiquetamos”. Solemos poner etiquetas con demasiada facilidad. Lo más complicado es cuando esto nos pasa con alguien que conocemos de “vista”, y de igual forma, tendemos hacer la misma radiografía.
Quizá sería importante pensar en una segunda mirada, aplicar una nueva pedagogía, aprender a mirar y a mirarnos, parece fácil, pero os aseguro que no lo es tanto…
Somos demasiado dados a juzgar directamente, demasiadas veces sin dar opción a la persona a mostrarse tal cual es (lo de la etiqueta, que comentábamos antes). Es como si hubiese algo en nuestro interior que nos hiciese tener demasiado claro cómo es el otro.
Me parece importante aprender a llevar un poco más de amor en la mirada, sabiendo dejar de lado cualquier prejuicio, no solo mirar, sino también dejarnos mirar…
Si lo hacemos propio, cuando salgamos de casa cada mañana, nuestra mirada tendrá otro color, quizá color esperanza como decía aquella canción de Diego Torres…