Como todos bien sabéis, éste es el lema del próximo día 17 en el que la Iglesia celebra la jornada mundial de los pobres.

Creo que el lema de éste año lo dice todo. No necesita, adornos, ni palabras, pero sí de hechos y oración.

Pienso en acontecimientos a nivel mundial como pueden ser unos juegos olímpicos, donde el país encargado de organizarlos, tiene que mostrar lo mejor que tiene y ¿qué es lo que hace? muy sencillo: todo lo que estorba, todo lo que no da prestigio, de lo que no podemos sacar “tajada” se esconde, se tapa, se lleva a otros lugares, se saca del centro neurálgico de los grandes acontecimientos y se envía a lugares apartados, donde “no se ve”.

Amig@s, ésta es la realidad, la realidad de países como el nuestro, que nos llamamos desarrollados, porque si lo somos, en parte es por la mano de obra barata y el robo que hacemos a los que menos tienen, como es el caso del cobalto, pero ¡nos sentimos orgullosos! porque formamos parte del grupo de países del G12 y de una Europa que se ayuda y es maravillosa… Qué ingratitud y falsedad…el dios dinero que todo lo puede…

hn@s, no olvidemos nunca a los pobres. Ellos no son un problema, son el Evangelio. Volved a leer el lema de este año, mirad el encabezamiento de este compartir, leedlo y guardemos silencio.

Aprendamos a escucharles porque el amor, no solo son palabras bonitas. Son obras y es esto lo que tiene que conformar nuestro estilo de vida. No olvidemos que son hermanos y hermanas nuestras, que nos están tendiendo la mano cada día y ¿Cuál es nuestro proceder? Pensémoslo, llevémoslo al corazón porque éste lema no puede ser algo de un día, sino que tiene que comprometer nuestra vida, no nos puede dejar impasibles.

La misericordia no se improvisa, sino que tiene que llevarnos a un compromiso y estilo de vida…