¿Por qué la pobreza tiene que ser sinónimo de violación de los derechos humanos?

¿Por qué la pobreza tiene que ser sinónimo de violación de los derechos humanos?
¿Por qué la pobreza tiene que ser sinónimo de violación de los derechos humanos?

El título que da pie a éste compartir es una de las muchas preguntas que me hago con demasiada frecuencia y cuya respuesta, creo que depende de nosotros, del conjunto de la sociedad: de ti y de mí.

El próximo día 17 se nos recuerda que la pobreza sigue existiendo, que la tenemos en la puerta de la casa, no solo en África. Está aquí, con nombres y apellidos.

Este día ha sido reconocido por Naciones Unidad como el “Día internacional para la erradicación de la pobreza”. Eso significa que aquí, en nuestro país, sigue aumentando en número de personas que no pueden vivir con un mínimo de dignidad. Niños, cada vez con un aumento elevado de peso, porque solo se alimentan de comida basura. No pueden permitirse seguir una dieta mediterránea como la que tenemos en España.

¿Cuántas veces no hemos juzgado a alguien por su aspecto físico, cuántas veces no nos hemos levantado en un transporte público de nuestro asiento porque se nos ha acercado alguien que lo que nos producía era “desconfianza” o simplemente “me molesta”?

En nuestro país más del 21% de la población vive ya en esa situación de exclusión ¡y no sentimos orgullosos porque somos un país desarrollado y pertenecemos al G20! Desarrollados ¿en qué? ¿En ignorar, en excluir, en explotar…?

Aprendamos a mirar a nuestros hermanos no desde arriba, sino junto a, al lado de… cuantas veces se lo habremos oído decir al Papa Francisco…

El problema es que ya nos hemos acostumbrado a escucharlo tantas veces y escuchar no nos supone esfuerzo, ¿verdad?

¿No creéis que bastante tiene un padre de familia que vive en una situación precaria y difícil, para que encima lo sometamos a un sinfín de burocracia, de controles y obediencia?

No olvidemos que la vida da muchas vueltas y mañana puedes ser tú el que te encuentres en esa misma situación y estoy segura que no nos gustaría que nos juzgasen o discriminaran. Por lo tanto, aprendamos a darles voz, visibilidad, ¡porque la tienen! No lo olvidemos.

Apoyémoslos para que puedan volver a recuperar su confianza, permitiéndoles que aporten a la sociedad tanto o más que el resto, que nos creemos que el dinero lo puede todo.

Seamos inclusivos y respondamos como nos gustaría que nos tratasen a nosotros…

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