A lo largo de nuestra larga o corta vida nos encontramos con todo tipo de situaciones: momentos de dolor rabia, dificultad, gozo, alegría, etc…
Cuando analizamos todo esto y lo hacemos desde el corazón, quizá nos pesa más aquello que no está en nuestras manos, que no podemos solucionar, pero no por ello duele menos…Desde aquello que vemos en los medios de comunicación, lejano, pero es el sufrimiento de hermanos nuestros, hasta situaciones de personas cercanas con nombre y apellido.
En demasiadas ocasiones tenemos que aprender a aceptar la vida tal y como es, aunque esto no significa que tenemos que sentarnos en un sofá y que sean los demás quienes soluciones las cosas, pero sí aprender a poner el acento en aquello que podamos sacar adelante.
Seguro que todos conocemos personas testarudas a las que intentamos hacerles entender las cosas, pero la mayoría de los casos, no funciona. Es entonces cuando tenemos que empezar a pensar que quizá no merezca la pena gastar esfuerzo y energía y poner el acento en personas y situaciones en las que podamos hacer algo por proporcionarles una mejor calidad de vida.
Aprendamos a aceptar, a no sufrir en balde, a acoger lo bueno que la vida nos ofrece y dejar a un lado aquello que no está en nuestras manos porque no podemos cambiar.
Pongámonos en las manos de quien nos pueda dar esa luz para acoger, acompañar y estar junto a quienes según nuestras posibilidades podamos hacerlo y apartemos a quienes nos quitan la energía y la fuerza para seguir adelante…