Un santo para cada día: 29 de enero S. Pedro Nolasco (El loco mercader que apostó por los cautivos)
A finales del siglo XII en Cataluña no se puede decir que el pueblo viviera bien. Abundaban los oprimidos, esclavos y cautivos, mientras que Barcelona pasaba por ser la ciudad de los acaudalados magnates, comerciantes, guerreros, donde se dejaban ver también algunos intelectuales y algunos santos como Raimundo de Peñafort, quien un día habría de encontrarse con Pedro Nolasco
| Francisca Abad Martín
A finales del siglo XII en Cataluña no se puede decir que el pueblo viviera bien. Abundaban los oprimidos, esclavos y cautivos, mientras que Barcelona pasaba por ser la ciudad de los acaudalados magnates, comerciantes, guerreros, donde se dejaban ver también algunos intelectuales y algunos santos como Raimundo de Peñafort, quien un día habría de encontrarse con Pedro Nolasco. Nacido en Mas- Saintes – Puelles (Francia) en el año 1180, de familia de ricos mercaderes, siendo más conocido como “el loco” porque la gente no podía entender algo que el mismo nos cuenta: “A los veinte años me encontré huérfano y dueño de grandes riquezas, con las cuales creí que podía hacer algún servicio a Dios nuestro Señor. Vi a mi país infestado por la herejía y la guerra de los albigenses. Vendí cuanto tenía y me vine a esta ciudad de Barcelona. Mi vida aquí ya la conocéis: aliviar a nuestros hermanos los pobres de Cristo, servir a los enfermos en el hospital de Sta. Eulalia y de cuando en cuando entrar en tierra de moros para librar de sus garras a esa pobre gente que se encuentra en tanto peligro.”
Nolasco había comenzado por su cuenta y riesgo la actividad de redimir cautivos; navegando por aguas peligrosas había llegado a diversas ciudades en busca de esos desgraciados que hacinados se pudrían en las cárceles y apostataban de la fe. Muchos fueron a los que logró redimir, llevándolos a puerto seguro en condiciones lamentables. Un día el dinero se le acabó al rico mercader, pero el drama de la esclavitud seguía manteniendo en estado de angustia a muchas personas y a muchas familias.Raimundo un día se encontró con él y no le pareció un loco, al contrario, pensó que el dedicar una vida a redimir cautivos era digno de admiración y decidió ayudarle; también lo hicieron Berenguer, el obispo de Barcelona y Jaime el Conquistador.
Había que hacer una fundación en toda regla. Nolasco buscó compañeros que secundaran su idea y con ellos en un lugar no lejos de Sta, María de la Merced, comenzó sus actividades. Las fundaciones se extendieron como una mancha de aceite, favorecidas por Fernando III. Ya en vida de Nolasco vemos cómo su proyecto se extiende por Cataluña, Francia, Aragón, Valencia y Castilla. El experto mercader organizó bien su tropa y todo comenzó a funcionar como una máquina. Unos llamarían a las puertas de los nobles, los ricos, los poderosos o simplemente de los generosos cristianos y con las limosnas obtenidas se podía disponer ya de esas cantidades exigidas para los rescates y otros tendrían que arriesgarse hasta llegar a tierra de infieles donde había que pactar con los sarracenos las condiciones del rescate.
Con unos y con otros estuvo siempre el fundador dando ejemplo como el primero. El 10 de agosto de 1218, en el altar mayor de la catedral de la Santa Cruz de Barcelona, bajo el ampro de la Virgen de la Merced, nacía la Orden de Redención de Cautivos (los Mercedarios). Ahí habría de quedar para los que vinieran detrás. La gran obra de este hombre sería continuada por santos teólogos, filósofos, místicos o dramaturgos, como lo fue Tirso de Molina. Durante 51 años estuvo su fundador al frente de este bendito negoció de la liberación de cautivos. Al fin el santo y heroico mercader podía morir en paz, porque sus ojos habían visto realizada la ilusión de su vida. Esto sucedía el 6 de mayo de 1245 en la casa madre de Barcelona, lugar donde su cuerpo recibió sepultura.
Reflexión desde el contexto actual:
Vivimos bajo la creencia de que el cautiverio es cosa de otros tiempos, que nosotros pertenecemos a un mundo civilizado, regido por el imperio a los derechos humanos, por cuya razón en el nuestro no hacen falta ya redentores de cautivos como Pedro Nolasco, sencillamente porque ellos ya no existen, pero bien mirado esto no es del todo cierto. Debiéramos saber que la pobreza lleva inexorablemente a la dependencia y que los que carecen de recursos económicos, de ningún modo pueden ser considerados como personas libres, porque por no tener no tienen ni siquiera la posibilidad de elegir el parque donde pasar la noche. El hecho es que, si sigue habiendo pobres y esto nadie lo duda, tendremos que decir también que de alguna manera sigue habiendo hoy muchos cautivos. víctimas de su pobreza.