Un santo para cada día: 7 de agosto San Cayetano. (Fundador de los “Teatinos”)
| Francisca Abad Martin
“Son los hombres los que han de ser transformados por la religión, no la religión por los hombres”. Así comenzaba en el año 1511 la apertura del Concilio de Letrán y esta fue la máxima de San Cayetano.
Nace en Vicenza (república de Venecia) en 1480, en plena explosión del Renacimiento italiano. Sus padres, de noble cuna, eran el conde de Chiene y María del Porto, también de la nobleza vicentina. El conde muere en 1482 defendiendo a Venecia y es su madre, terciaria dominica, quien se encarga de darle una cristiana educación. En 1500 va a la Universidad de Padua, de donde, al cabo de 4 años, vuelve a Vicenza graduado en jurisprudencia, entrando a formar parte del Colegio de Abogados de la ciudad, desde 1505.
Como era familia del obispo, luego cardenal, Pallavicini, éste le lleva a Roma en 1506 y le introduce en la curia romana, como protonotario apostólico. El Papa Julio II había trazado un programa político, cultural y reformador de la Iglesia. Con gran dolor de su alma ve Cayetano cómo Venecia se enfrenta con la Santa Sede y él tiene miedo por Vicenza, su ciudad natal. Julio II decide convocar el Concilio de Letrán, buscando la reforma de la vida cristiana, diciendo “Son los hombres los que han de ser transformados por la religión, no la religión por los hombres”. Antes de que se cierre el Concilio, Cayetano tiene ya trazado el plan de su vida: reformarse primero él, antes de reformar a los demás. Renuncia a su cargo y decide hacerse sacerdote, siendo ordenado en septiembre de 1516, a los 36 años. A los 3 meses de ser ordenado dice su primera misa en la Capilla del Santo Pesebre de Santa María la Mayor.
Comienza a celebrar la santa eucaristía a diario, cosa que choca bastante con las costumbres de aquella época. Esto mismo recomendaría él después a los sacerdotes. Pero no basta con hablar de reforma, es preciso que ésta se realice de verdad, tanto en la cabeza como en los miembros. Van surgiendo Hermandades y Patronatos con este fin. En alguno de estos grupos, como en el “Oratorio del Amor Divino”, cuya fundación algunos atribuyen al mismo Cayetano, le vemos trabajando integrado en él y también le encontramos volcado en los hospitales y en las prisiones, derramando en ellos toda la dulzura y la caridad que abundan en su corazón. Con este mismo entusiasmo trabaja en varias ciudades del norte de Italia, siempre practicando la misericordia y entregado a la piadosa meditación. En la Navidad de 1517 le vemos postrado ante una reliquia del pesebre. Este fue el momento en que se le aparece la Virgen con el Niño Jesús recién nacido ofreciéndosele para que le sostuviera en sus brazos a lo que Cayetano aceptó gustoso, razón por la cual a este santo se le representa con Jesús Niño entre sus brazos.
En 1523 vuelve a Roma, pero él no está satisfecho de sí mismo, piensa que su sacerdocio le exige más. Concibe entonces la idea de una Asociación de Sacerdotes, unidos por los votos religiosos y practicando la pobreza absoluta. Esta idea encuentra buena acogida por parte del obispo de Chieti, Pedro Carafa, que más tarde llegará a ser cardenal y después elegido papa, con el nombre de Paulo IV. La influencia de Carafa en la curia romana consigue que el Papa Clemente VII apruebe, el 24 de junio de 1524, esta Asociación de Clérigos, con una idea novedosa, no son monjes ni frailes, pero hacen votos y no llevan un hábito especial, sino el vestido talar de los sacerdotes.
Los clérigos de San Cayetano, extendidos por todo el mundo, son conocidos con el nombre de “Teatinos”. Asombra a todos el heroísmo de estos clérigos regulares, que renunciando muchos de ellos a su nobleza de cuna, abracen la pobreza más absoluta, sin más garantías y aval que la confianza en la Providencia divina. Antes de morir puede sentirse feliz con los planes de Reforma del Concilio de Trento (1545). Descansó en la paz del Señor el 7 de agosto de 1547 en Nápoles (Italia). Fue beatificado el 18 de octubre de 1629 y canonizado por el Papa Clemente X el 12 de abril de 1671.
Reflexión desde el contexto actual:
Remontándose a los primeros años del cristianismo, intentó Cayetano encontrar una base sólida para la renovación del clero, quiso promover la santidad de los sacerdotes, creando una nueva agrupación religiosa y restaurando el espíritu de los primeros cristianos, según sus propias palabras “Si Dios me concede la gracia de poner ante los ojos de los sacerdotes seculares una familia claustral de clérigos religiosos, espero que la inocencia de éstos, su pobreza, su modestia, la santidad de su vida, harán el vicio odioso y moverán a los demás a la práctica de la virtud”. Sus hijos espirituales, los PP. Teatinos, han recogido el testigo del fervor de los primeros cristianos y son testigos en nuestro mundo del programa espiritual de su fundador, cuyas notas fundamentales son: pobreza evangélica, confianza en la providencia, fervor y dignidad en el culto litúrgico.