Un santo para cada día: 16 de marzo San Heriberto: político honesto, cristiano auténtico
Fue un ejemplo a seguir en unos tiempos en que la Iglesia atravesaba uno de los periodos más polémico de su historia, conocido como el cesaropapismo
Heriberto de Colonia nace en el año 970 en Worms (Colonia) en el seno de una familia noble. Fue hijo del duque Hugo de Worms. Cursó sus primeros estudios en la Catedral de su ciudad natal, los cuales serían completados en la abadía benedictina de Gorze (Lorena) monasterio reformado, que se distinguía de todos los demás por su estricta observancia de la Regla. Una vez acabados aquí los estudios fue nombrado Rector de la Catedral de Worms, siendo ordenado sacerdote el 994 a la edad de 24 años. A partir de aquí su carrera iba ser meteórica.
Ese mismo año, Oton IIIemperador del Sacro Imperio Romano-Germánico entre 996-1002, le nombra Canciller para Italia que estaba bajo su imperio. Heriberto poco a poco se fue ganando la confianza del emperador, del que acabaría siendo confidente, consejero leal que siempre estuvo de su lado, especialmente en los momentos difíciles propiciados por la rivalidad con Enrique II, duque de Baviera; también le acompañaría en su viaje a Roma, ciudad donde el emperador acabaría fijando su sede. Heriberto no cesaba de recibir favores y distinciones, que él en manera alguna ambicionaba, así en el 998 fue nombrado también canciller para Alemania, cargo que ostentaría hasta el 1002 y en el año 999 recibiría del papa Silvestre II la investidura como arzobispo de la catedral de Colonia.
Todo cambiaría, no obstante, cuando murió Oton III. Enrique II no había olvidado que Heriberto había sido su enemigo, razón por la que fue apresado y hecho prisionero, precisamente cuando regresaba a Alemania con los restos del emperador fallecido. La cosa no pasó a mayores porque Heriberto reconoció al nuevo soberano poniéndose a su servicio y ofreciéndose para acompañarle a Roma y ser su mediador con la Casa de Luxemburgo; a pesar de todo Enrique II siempre se mostró receloso del arzobispo de Colonia, hasta que en el 2021 se dio cuenta de su error y le pidió disculpas.
Este mismo año moría Heriberto dejando un historial de servicio envidiable, presidido por la entrega y la lealtad, gestionando con gran habilidad misiones diplomáticas y logrando la pacificación de Luxemburgo. Nos dejó también un importante legado cultural y religioso. Él fue quien fundó el monasterio benedictino de Deutz y la iglesia, donde se encuentra su tumba, contribuyó también de forma importante en la formación de la diócesis de Bamberg y sobre todo fue un ejemplo a seguir en unos tiempos en que la Iglesia atravesaba uno de los periodos más polémico de su historia, conocido como el cesaropapismo. En su persona pudo conciliar al político honesto y al cristiano auténtico. Los asuntos de Estado no le impidieron dedicarse al estudio de la Sagrada Escritura, dedicar su tiempo a la oración, y alimentar constantemente su vida espiritual, desplegando un apostolado fecundo, a través de la predicación y el ejemplo. Instaba a sus fieles a practicar la caridad con los más necesitados y les animaba a vivir según el espíritu del evangelio. A menudo se le veía visitando las casas de los pobres, consolando a los enfermos en los hospitales y por supuesto estando siempre cerca de su pueblo, compartiendo con ellos los avatares de la vida. Se cuenta que habiéndose producido en la comarca una gran sequía, su obispo organizó una gran procesión desde la Basílica de San Severino a la de San Pantaleón, donde cayó de rodilla y se puso a orar. No bien acabada la oración comenzó a llover copiosamente. El hecho prodigioso fue atribuido a su intercesión y el pueblo no sabía cómo agradecérselo por lo que comenzó a gritar “Las oraciones de Heriberto nos ha salvado”. De aquí su patronazgo de las lluvias deseadas. Se mantuvo unido con los sacerdotes de la diócesis, a quienes visitaba con alguna frecuencia, precisamente en una de estas correrías fue atacado por una fiebre mortal. El enfermo recibió devotamente el viático siendo trasladado a la Catedral de S. Pedro en Bolonia, donde pudo orar a los pies del crucifijo, posteriormente fue conducido a su casa, donde al poco tiempo moría, con lo que se ponía punto final a la que había sido una vida intensísima.
Reflexión desde el contexto actual
Hemos llegado al siglo XXI sin que los cristianos hayamos encontrado cuál es el puesto y la función que nos corresponde en el mundo de la política. Como cualquier otro ciudadano pensamos que es suficiente con atenernos a lo políticamente correcto y no nos vendría nada mal tener en cuenta el ejemplo de Heriberto, que nos habla de que en política como en cualquier otro orden de la vida, toda nuestra actividad debe estar presidida por el espíritu cristiano.