Un santo para cada día: 2 de junio San Nicéforo de Constantinopla: el campeón de los iconoclastas
Fue requerido de Palacio para trabajar como secretario del gabinete imperial y llegado el momento fue designado por la Emperatriz Irene como comisionado del Segundo Concilio de Nicea celebrado en el 787 en el que fue condenada la iconoclasia
La figura de Nicéforo va ligada al culto de las representaciones sagradas, pasando a la historia de la Iglesia como el campeón en la defensa de la veneración de los iconos religiosos. Esta devoción por las imágenes la heredó de su padre; ambos tuvieron que sufrir la persecución por parte de los iconoclastas que se mostraban en contra de este tipo de cultos. La prohibición de estas prácticas por parte del emperador León III el Isáurico, acabó originando una enorme tensión entre los que se mostraban a favor y los que se mostraban en contra.
Nicéforo había nacido en Constantinopla hacia el año 758 y pertenecía a una de las familias relevantes del Imperio. Su padre, Teodoro trabajó como secretario del emperador Constantino Copronino, para acabar en el destierro por defender las imágenes y en el destierro moriría Su madre Eudoxia fue una piadosa mujer leal a la Iglesia que tuvo que hacerse cargo del pequeño cuidándole y procurando una esmerada educación, como correspondía a su rango, a tal efecto púsole en manos de los mejores maestros que se encargaran de su educación intelectual y moral . Pronto fue requerido de Palacio para trabajar como secretario del gabinete imperial y llegado el momento fue designado por la Emperatriz Irene como comisionado del Segundo Concilio de Nicea celebrado en el 787 en el que fue condenada la iconoclasia. Una vez concluido el concilio se retiró a vivir en un monasterio en Proponti construido por el mismo, donde pasaría algún tiempo entregado a la penitencia y al estudio de las ciencias, la filosofía y las sagradas Escrituras, hasta que nuevamente fue llamado a palacio.
De vuelta a la corte, alterna su actividad política con la vida religiosa y el ejercicio de la caridad cristiana, haciéndose cargo del Hospital General de Bizancio para poder socorrer a los necesitados. Cuando queda vacante la sede de Constantinopla por la muerte del patriarca Tarasio, el emperador designa a Niceforo para sustituirlo sin ni siquiera ser sacerdote. Naturalmente este nombramiento poco canónico suscito un enorme malestar en un amplio sector del clero y de los monjes; pero al final el emperador impuso su voluntad y Niceforo fue nombrado patriarca de Constantinopla. Durante la ceremonia de consagración, sostuvo en la mano el tratado que él había escrito en defensa del culto a las imágenes y una vez finalizada la ceremonia lo colocó en el altar dando a entender que siempre defendería la tradición de la Iglesia de venerar las imágenes sagradas.
Cuando parecía que la calma se había restablecido en la sede episcopal un nuevo episodio vino a encrespar los ánimos. Un sacerdote llamado José se había prestado a celebrar el matrimonio del emperador Constantino con Theodota viviendo aún su legítima esposa María por cuyo actuación el sacerdote fue depuesto y desterrado; pero el emperador salió en su defensa y el patriarca se plegó a los deseos imperiales. Nuevamente vino la reacción de quienes veían en ello un grave escándalo y claudicación que ponía en entredicho la ortodoxia, por lo que apelaron al Papa. Este turbio asunto vino a ensombrecer su buena gestión patriarca combatiendo eficazmente la inmoralidad y el relajamiento en el clero y los monacatos
Con la aparición en 813 de León el Armenio como emperador, la iconoclasia vuelve al primer plano. Nuevos enfrentamientos en los que a Niceforo se le ve firme en la defensa de las imágenes en consonancia con la resolución del segundo Concilio de Nicea. Esta defensa a ultranza le supuso no pocas contrariedades, incluso, no faltaron atentados de los que salió ileso; pero acabaría los 15 años últimos de su vida desterrado en el convento de Tou Agathoou por él construido en el Bósforo para entregarse allí con entera dedicación a escribir en defensa del culto a las imágenes. En este mismo monasterio y después de haber renunciado a reincorporase a su sede episcopal, cargado ya de años y de achaques, en soledad y olvidado de todos murió Nicéforo el 2 de junio del año 829.
Reflexión desde el contexto actual
La Iconografía ha jugado y seguirá jugando un papel relevante en lo que ha sido, es y será, la devoción popular. El culto a las imágenes sigue moviendo a un ingente número de creyentes que han hecho de esta práctica el motivo principal de su religiosidad. Por otra parte, el tesoro artístico de la cultura occidental está concentrada en gran medida en la iconografía religiosa que Nicéforo defendió con tanta determinación.