Un santo para cada día: 9 de septiembre San Pedro Claver (Apóstol de los esclavos negros de Colombia)
| Francisca Abad Martín
“Esclavo de los esclavos”. Pedro Claver es conocido como el libertador de los esclavos negros, a los que entregó toda su vida para aliviar sus sufrimientos.
Nació en Verdú, un pequeño pueblo catalán del valle de Urgel, en una masía grande situada en la calle Mayor, el 26 de julio de 1580. Hijo de Pedro Claver, un modesto campesino, poseedor de viñedos y olivares y de Juana Corberó. Tuvieron 6 hijos, 2 de los cuales fallecieron siendo pequeños. Su infancia como campesino discurre con normalidad, no tenemos muchas noticias de esa etapa. Su madre fallece cuando él tenía 13 años.
En 1596 se traslada a Barcelona, apadrinado por un tío suyo que era canónigo, para estudiar en la Universidad “letras y artes” y luego filosofía en el colegio de los jesuitas. Sintiendo vocación religiosa ingresa el 7 de agosto de 1602 en dicha orden. Una vez hecho el noviciado se traslada a Gerona para estudiar humanidades y después es destinado a Palma de Mallorca. Un día tuvo una visión y oyó una voz que le decía: “Allá en las Indias tendrás que padecer mucho”. Comprendió enseguida que su misión estaba en el Nuevo Mundo. Era el ideal soñado por las almas selectas, los conquistadores con la espada y los misioneros con la cruz.
El 15 de abril de 1610 se embarcó en Sevilla a bordo de un galeón, en la madurez de sus 30 años. Llegó a Cartagena de Indias, donde fue ordenado sacerdote en la Catedral, el 19 de marzo de 1616, a la edad de 35 años. Con su clima caluroso, Cartagena de Indias era el principal mercado de esclavos negros traídos desde África. Mil esclavos africanos llegaban allí cada mes. Las condiciones en que los transportaban eran inhumanas, pero aunque murieran la mitad de ellos, aun así seguía siendo un negocio rentable.
Pedro enseguida fue consciente de la ignominiosa “trata” a que eran sometidos. Al emitir sus votos perpetuos añadió esta frase junto a su firma: “Claver, esclavo de los esclavos para siempre”. Esta fórmula resumía lo que habría de ser su vida a partir de ese momento. Esa vida estaba entregada a la caridad: 5 horas diarias de catequesis en lóbregos barracones, bautizar a cientos de personas cada día, curar las llagas, confortar los espíritus, remediar el hambre, vestir los cuerpos desnudos y consolar, siempre consolar. Después de haber pasado 2 años en Santa Fe de Bogotá y 1 año en Tunja, los 38 años restantes los pasaría en Cartagena de Indias.
Su entrega y dedicación fue exhaustiva y la administración de la penitencia la dedicaba exclusivamente para los esclavos y los indios pues según él decía: los caballeros disponen de muchos sacerdotes que les pueden confesar y sus señoras usan faldas demasiado anchas para sus estrechos confesonarios. Durante muchos años trabajó como un negro sin un minuto de descanso, hasta que le vino a visitar la enfermedad. Una fastidiosa dolencia que le mantuvo en su cuarto paralítico los últimos 4 años de su vida, casi sin poder moverse, solo y abandonado, únicamente atendido por un negro, Manuel, que no le trataba muy bien, pero todo lo soportaba con paciencia y resignación. El 8 de septiembre de 1654, a la edad de 74 años, le llegó el descanso y el premio merecido por tanto sacrificio y tanta entrega hacia aquellos hermanos, en los que veía reflejado al Cristo doliente.
Fue canonizado el 15 de enero de 1888 en Roma por el Papa León XIII, quien dijo de él: “Es la vida que más nos ha impresionado después de la de Cristo”.
Reflexión desde el contexto actual:
La esclavitud, decimos, fue cosa de otros tiempos que no cabe en la mentalidad moderna. Nos hemos llegado a creer que nosotros hemos superado ya esas barreras y nos encontramos en la época humanitaria del reconocimiento de los derechos humanos, pero esto solo es cierto en teoría, porque en la práctica sigue habiendo muchas “tratas” y otras esclavitudes encubiertas, que cínicamente tratamos de ignorar mirando para otro lado, por eso no vendrían mal que se hicieran presentes algunos emisarios apostólicos como Pedro Claver, que se dedicaran a ser los siervos de los siervos y nos enseñaran a respetar la dignidad de las personas, denunciando los abusos que actualmente existen con esas gentes a las que no se compran ni se venden como antaño, pero que se les explota inhumanamente, siendo arrebatados de sus propiedades o viéndose obligados a emigrar sin que nadie les acoja, y cuando son recibidos en algún país es para pasar a ser “mano de obra barata” que vive en condiciones indignas.