Un santo para cada día: 1 de febrero Santa Brígida (copatrona de Irlanda)
Según la leyenda era hija de un rey pagano de una tribu inferior en su tiempo y de una bellísima esclava cristiana, bautizada por San Patricio. Ella había heredado la belleza de su madre, pero estaba dispuesta a renunciar a ella si era preciso, porque su única ilusión era consagrarse por entero al Señor
| Francisca Abad Martín
Su historia se entremezcla con la leyenda, siendo innumerables los relatos que cuentan sus bondades, hasta el punto de atribuírsele curaciones milagrosas. A pesar de que se tienen muy pocos datos históricos sobre su vida, la piedad popular y la gran veneración que sienten por ella los irlandeses, han suplido con creces estas carencias, mostrando la grandeza de su vida fiel al Evangelio y entregada a su vocación religiosa. Según cuentan, ella fue la continuadora de la labor evangelizadora iniciada por San Patricio.
Según la leyenda era hija de un rey pagano de una tribu inferior en su tiempo y de una bellísima esclava cristiana, bautizada por San Patricio. Ella había heredado la belleza de su madre, pero estaba dispuesta a renunciar a ella si era preciso, porque su única ilusión era consagrarse por entero al Señor.
Son inagotables los relatos de sus bondades, desviviéndose por ayudar a los más pobres y menesterosos. Su piedad llegó hasta tal punto que se construyó una celda bajo la sombra de un gran roble, donde se dedica por entero a la oración. Varias mujeres se le unen, las cuales la toman como “madre”. Animada por ellas se decide entonces a fundar un convento, adoptando la regla de San Cesáreo, hacia el año 513. Alrededor de este Monasterio se va congregando la gente, construyendo allí sus casas y así va surgiendo una localidad que se conoce con el nombre de Kildare, de ahí que sea conocida como Santa Brígida de Kildare. Este convento estaba formado tanto por mujeres como por hombres y todos ellos la respetan y la obedecen como abadesa, ejerciendo una jurisdicción casi Episcopal.
Sobre el terreno en el que estaba asentado el Monasterio hay también una leyenda. Se cuenta que el rey de Leinster era cocido por su avaricia y su poca preocupación para con los pobres. Brígida, con la ayuda de Dios, decide escarmentarle y le pide que le conceda toda la tierra que pueda caber bajo su capa. El rey accede y entonces cuatro hermanas agarran cada uno de los extremos de la capa que van extendiendo hacia los 4 puntos cardinales, llegando a cubrir milagrosamente, muchas hectáreas de terreno. El rey arrepentido, cayó de rodillas, convirtiéndose después al cristianismo, y prestándose desde entonces a ayudar a los pobres y a construir un Monasterio.
Cuentan también que estas piadosas mujeres se hicieron famosas por la elaboración de una exquisita mermelada de arándanos. Por esta razón es costumbre entre los devotos de Santa Brígida comer mermelada de arándanos el día 1 de febrero. Rodeada de una gran admiración fallece el 1 de febrero del año 523, siendo declarada Patrona de Irlanda, juntamente con los Santos Patricio y Columbano. Es venerada también por la Iglesia Ortodoxa.
Reflexión desde el contexto actual:
Nuestra santa nos da un claro ejemplo de cómo en cualquier rincón de nuestra casa o jardín podemos fabricarnos nuestro pequeño “santuario” para allí poder encontrarnos con el Señor. Llama poderosamente la atención cómo en aquellos tiempos, una mujer fuera respetada como abadesa, tanto por mujeres como por hombres. ¿No eran acaso tiempos en que se supone que las mujeres estaban discriminadas y sometidas a los hombres? Mucho tuvo que valer para darse este “milagro”.