"El número de presbíteros que no acepta el nombramiento episcopal ha pasado de 1 de cada 10 a 3 de cada 10 en 12 años" El cardenal Ouellet acusa a los obispos alemanes de haber "equiparado" la opinión de laicos y obispos en la toma de decisiones

Reputado papable (obtuvo bastantes votos en el cónclave en el que salió elegido Bergoglio), el cardenal Marc Ouellet (Quebec, 1944) contesta en exclusiva a (algunas) de las preguntas que le efectuó RD, a menos de un mes de que deje el cargo de prefecto de la Congregación de Obispos, auténtica fábrica de mitras eclesiásticas, que dirigió con mano de hierro durante los 13 últimos años. Se va con "cierto alivio", porque su tarea "es una de las más difíciles de la Curia romana", dificultad agravada  por la plaga de los abusos del clero.

El todavía prefecto hace un retrato robot del obispo 'soñado': sana doctrina, líder que inspire confianza, que sea capaz de trabajar en equipo y que irradie caridad compasiva. Es decir, alguien "en quien podamos confiar para afrontar las grandes cuestiones contemporáneas con el espíritu de la Iglesia: la casa común, la solidaridad social y la paz en el mundo". Por eso, en estos momentos, 3 de cada 10 candidatos no aceptan la mitra.

El purpurado canadiense aprovecha para recordar que las reformas de la Curia no han suscitado entusiasmo  e insiste en la "unidad del poder de orden y jurisdicción" en la Iglesia, al tiempo que manda un 'recado' a los obispos alemanes, a los que reprocha haber "equiparado" la opinión de laicos y obispos en la toma de decisiones, "un método que no corresponde plenamente a la eclesiología católica".

¿Cómo se siente en vísperas de dejar el cargo?

No oculto que siento un cierto alivio, dado que esta tarea es probablemente una de las más difíciles de la Curia Romana y la dificultad no ha hecho más que aumentar desde que asumí el cargo el 30 de junio 2010 y lo dejaré el 12 de abril 2023. Entre estas dificultades, la cuestión de los abusos ha sido una de las más complejas. 

¿Qué es lo primero en la elección de los obispos?

Lo más importante es un testimonio de fe que inspire a la comunidad. Además de una doctrina sólida, debe ser un hombre con dotes de liderazgo, una persona que inspire espontáneamente confianza y colaboración, un hombre que irradie caridad compasiva, en quien podamos confiar para afrontar las grandes cuestiones contemporáneas con el espíritu de la Iglesia: la casa común, la solidaridad social y la paz en el mundo.

¿Es más difícil hoy en día encontrar este perfil de obispo?

Sí, ciertamente, porque vivimos en ambientes multiculturales donde los valores sociales son a veces contrarios a la tradición católica. El interés por la Iglesia ha disminuido, al igual que la obediencia al obispo. Antes, la llegada del obispo en visita pastoral era un signo de celebración. Hoy el obispo puede viajar y encontrar poca gente que lo espera. También en este aspecto hay un cambio de época. Otro elemento de la complejidad de la tarea hoy en día proviene de las exigencias de la comunicación que hacen más delicada la tarea del obispo. En consecuencia, varios candidatos no se sienten a la altura de la tarea. Desde el comienzo de mi mandato he visto aumentar el número de presbíteros que no aceptan el nombramiento episcopal de 1 de cada 10 a cerca de 3 de cada 10 en 12 años. 

¿Apoya plenamente la Curia las reformas del Papa Francisco para la Iglesia?

Si les dijera que la reforma de la curia ha suscitado entusiasmo no me creerían y tendrían razón. Sin embargo, creo que esta reforma dará muchos frutos a largo plazo. La inclusión de laicos y monjas en puestos de gobierno de la Iglesia es importante y no va en contra del Concilio Vaticano II, que insistió en la unidad del poder de orden y jurisdicción y, por tanto, en el vínculo entre la ordenación sacerdotal y el gobierno de la Iglesia. Sin embargo, esto no es excluyente y la dimensión carismática de la Iglesia debe desarrollarse hoy como base para la participación en el gobierno. El Papa hace este discernimiento cuando invita a personas competentes o con carismas particulares a colaborar en la Curia romana con una autoridad delegada por él. 

¿Puede el proceso sinodal alemán conducir al cisma?

El proceso sinodal alemán es una reacción comprensible al escándalo de los abusos sexuales del clero. Parte del método ha sido equiparar la opinión de los laicos y la de los obispos en las decisiones tomadas democráticamente. Es un método que no corresponde plenamente a la eclesiología católica, pero creo en el buen sentido de los obispos que, a largo plazo, evitarán una radicalización que alejaría a Alemania de la Iglesia universal.