Gratitud por su compromiso y dedicación
Al saludar a los miles de técnicos sanitarios representados en esta audiencia, el Santo Padre renovó su “cercanía y gratitud por todo lo que hacen a diario”, especialmente les agradeció su compromiso y dedicación en el trabajo, el que desarrollan de forma silenciosa.
“Los profesionales de la salud, en los últimos tres años, han vivido una experiencia muy especial, difícil de imaginar, la de la pandemia. Ya se ha dicho antes, pero no hay que olvidarlo: sin su compromiso y su trabajo, muchos enfermos no se habrían curado. El sentido del deber, animado por la fuerza del amor, les ha permitido servir al prójimo, incluso poniendo en peligro su propia salud. Y con ustedes, doy las gracias a todos los demás trabajadores sanitarios”, les dijo.
Asimismo, el Papa les recordó que, dentro de menos de un mes, el 11 de febrero, se celebrará la Jornada Mundial del Enfermo, que siempre es una invitación a reflexionar sobre la experiencia de la enfermedad.
“Esto es aún más apropiado hoy en día, de hecho, necesario, porque a menudo la cultura de la eficiencia y del descarte ‘nos empuja a negarlo’. No hay lugar para la fragilidad. Y así el mal, cuando irrumpe y nos asalta, nos deja atónitos. Puede ocurrir, entonces, que los demás nos abandonen, o que nos parezca que debemos abandonarlos, para no sentir una carga hacia ellos. Así empieza la soledad”.
La cultura del cuidado y el Buen Samaritano
En este sentido, Francisco les indicó que la cultura del cuidado, personificada por el Buen Samaritano, actúa de forma opuesta. No aparta la mirada, se acerca a la persona herida con compasión y cuida de esa persona a la que otros habían ignorado.
“Esta parábola -señaló el Papa- indica un curso de acción preciso. Nos muestra con qué iniciativas se puede reconstruir una comunidad a partir de hombres y mujeres que hacen suya la fragilidad de los demás, que no permiten que se construya una sociedad de exclusión, sino que se hacen prójimos y levantan y rehabilitan al hombre caído, para que el bien sea común”.
El papa Francisco también los alentó a seguir adelante en su trabajo, les señaló que su profesión nace de una elección de valores. Con su servicio, contribuyen a "levantar y rehabilitar" a sus pacientes, recordando que ante todo son personas.
“En el centro, de hecho, debe estar siempre la persona, en todos sus componentes, incluido el espiritual: una totalidad unificada, en la que las dimensiones biológica y espiritual, cultural y relacional, planificadora y ambiental del ser humano se armonizan en el curso de la vida. Este principio, que fundamenta la constitución ética de su Federación, guía el camino y permite no ceder a un eficientismo estéril ni a una fría aplicación de protocolos. Los enfermos son personas que piden ser curadas y sentirse cuidadas, y por eso es importante relacionarse con ellos con humanidad y empatía”, le señaló.
Finalmente, el Papa les dijo que los técnicos sanitarios también son personas, que necesitan que alguien cuide de ellos, mediante el reconocimiento de su servicio, la protección de unas condiciones de trabajo adecuadas y la participación de un número apropiado de profesionales, para que el derecho a la salud sea reconocido para todos.
“Corresponde a cada país buscar ‘estrategias y recursos para que todo ser humano tenga garantizado el acceso a los cuidados y el derecho fundamental a la salud’. La salud no es un lujo. Un mundo que descarta a los enfermos, que no ayuda a quienes no pueden permitirse cuidados, es cínico y no tiene futuro. Recordemos esto siempre: la salud no es un lujo, es para todos”, le dijo finalmente el Papa.