El Papa reitera la petición de paz para Ucrania y recuerda a Conchita, la nueva beata de Granada Francisco, en el Regina Coeli: "La fe en Jesús no es un 'paquete de ideas' en las que creer, sino un camino a recorrer"

Los peregrinos esperan la salida del Papa al balcón para el Regina Coeli
Los peregrinos esperan la salida del Papa al balcón para el Regina Coeli RD/Captura

"No nos dejemos arrasar por el presente; miremos hacia arriba, hacia el Cielo, recordemos la meta, pensemos que estamos llamados a la eternidad, al encuentro con Dios", pidió el Papa

"A la hora de los saludos, el Papa recordó las beatificaciones en Montevideo de Jacinto Vera, primer obispo del Uruguay, y en Granada de la joven Conchita Barrecheguren, de celebradas la víspera"

"He aquí la brújula para alcanzar el Cielo: amar a Jesús, el camino, convirtiéndose en señales de su amor en la tierra". Esas fueron la claves que brindó este mediodía el papa Francisco para transitar en la actualidad por el camino de la vida, cuando, como les sucedió a los discípulos, sale al paso el temor y la incertidumbre.

"No nos dejemos arrasar por el presente; miremos hacia arriba, hacia el Cielo, recordemos la meta, pensemos que estamos llamados a la eternidad, al encuentro con Dios", exhortó el Papa en el Regina Coeli, porque allí, "en la casa del Padre hay espacio para ti, eres bienvenido, serás acogido".

Francisco, en el balcón del Palacio Apostólico
Francisco, en el balcón del Palacio Apostólico RD/Captura

Insistió Francisco en ello, remarcando que "Jesús no se ha separado de nosotros, sino que nos ha abierto el camino" dado que, según el Papa, "hoy corremos el riesgo de olvidarlo, de olvidar las preguntas finales, las  importantes: ¿Adónde vamos? ¿Hacia dónde caminamos? ¿Por qué vale la pena vivir? Sin estas preguntas solo exprimimos la vida en el presente, pensamos que debemos disfrutarla lo máximo posible y terminamos por vivir al día, sin un objetivo, sin una finalidad". "Nuestra patria, en cambio, está en el cielo", afirmó desde el balcón del Palacio Apostólico en la soledad mañana de este 7 de mayo.

Por ello insistió Jorge Mario Bergoglio en la importancia de seguir el camino marcado por Jesús, porque la fe en Él no es un 'paquete de ideas' en las que creer, sino un camino a recorrer, un viaje que cumplir, un camino con Él. Es seguir a Jesús, porque Él es el camino que conduce a la felicidad que no perece. Es imitarlo, especialmente con gestos de cercanía y misericordia hacia los demás"

Un grupo de peregrinos en la plaza de San Pedro
Un grupo de peregrinos en la plaza de San Pedro RD/Captura

Finalmente, a la hora de los saludos, el Papa recordó las beatificaciones en Montevideo de Jacinto Vera, primer obispo del Uruguay, y en Granada de la joven Conchita Barrecheguren, de celebradas la víspera.

Igualmente, volvió a pedir "el don de la paz en la martirizada Ucrania" y exhortó "a los responsables de de las naciones para que puedan escuchar el grito de la gente que espera la paz".

Francisco lee las palabras del Regina Coeli
Francisco lee las palabras del Regina Coeli RD/Captura

Las palabras del Papa en la oración del Regina Coeli 

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! 

El Evangelio de la Liturgia del día (Jn 14,1-12) está sacado del último discurso de Jesús antes de su muerte. El corazón de los discípulos está atribulado, pero el Señor les dirige palabras tranquilizadoras, invitándolos a no tener miedo: Él, de hecho, no les está abandonando, sino que va a preparar un lugar para ellos y a guiarles hacia esa meta. El Señor hoy nos indica así a todos nosotros el maravilloso lugar al que ir, y, al mismo tiempo, nos dice cómo ir, nos enseña el camino a recorrer. Nos dice dónde ir y cómo ir.  

En primer lugar, dónde ir. Jesús ve la tribulación de los discípulos, su miedo a ser abandonados, precisamente como nos sucede a nosotros cuando nos vemos obligados a separarnos de alguien a quien queremos. Y entonces dice: «Me voy a prepararos un lugar […] para que donde estoy yo estéis también vosotros» (vv. 2-3). Jesús usa la imagen familiar de la casa, un lugar de relaciones y de intimidad. En la casa del Padre –dice a sus amigos y a cada uno de nosotros– hay espacio para ti, eres bienvenido, serás acogido para siempre con el calor de un abrazo, y yo estoy en el Cielo preparándote un lugar. 

Hermanos y hermanas, esta Palabra es fuente de consuelo y esperanza. Jesús no se ha separado de nosotros, sino que nos ha abierto el camino, anticipando nuestro destino final: el encuentro con Dios padre, en cuyo corazón hay un puesto para cada uno de nosotros. Entonces, cuando experimentemos cansancio, desconcierto e incluso fracaso, recordemos hacia dónde se dirige nuestra vida. No debemos perder de vista la meta, incluso si hoy corremos el riesgo de olvidarlo, de olvidar las preguntas finales, las  importantes: ¿Adónde vamos? ¿Hacia dónde caminamos? ¿Por qué vale la pena vivir? Sin estas preguntas solo exprimimos la vida en el presente, pensamos que debemos disfrutarla lo máximo posible y terminamos por vivir al día, sin un objetivo, sin una finalidad. Nuestra patria, en cambio, está en el cielo (cf. Fil 3,20), ¡no olvidemos la grandeza y la belleza de la meta! 

Una vez descubierta la meta, también nosotros, como el apóstol Tomás en el Evangelio de hoy, nos preguntamos: ¿Cómo ir? A veces, sobre todo cuando hay grandes problemas que afrontar, está la sensación de que el mal es más fuerte, nos preguntamos: ¿Qué debo hacer? ¿Qué camino debo seguir? Escuchemos la respuesta de Jesús: «Yo soy el camino y la verdad y la vida» (Jn 14,6). Jesús mismo es el camino a seguir para vivir en la verdad y tener vida en abundancia. Él es el camino y, por tanto, la fe en Él no es un “paquete de ideas” en las que creer, sino un camino a recorrer, un viaje que cumplir, un  camino con Él. Es seguir a Jesús, porque Él es el camino que conduce a la felicidad que no perece. Es  imitarlo, especialmente con gestos de cercanía y misericordia hacia los demás. 

He aquí la brújula para alcanzar el Cielo: amar a Jesús, el camino, convirtiéndose en señales de su amor en la tierra. 

Hermanos y hermanas, nos dejemos arrasar por el presente; miremos hacia arriba, hacia el Cielo, recordemos la meta, pensemos que estamos llamados a la eternidad, al encuentro con Dios. Y, desde el cielo al corazón, renovemos hoy la elección de Jesús, la elección de amarlo y de caminar detrás de Él. Que la Virgen María, que siguiendo a Jesús ya llegó a la meta, sostenga nuestra esperanza.

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