El test de Francisco para saber si se sigue el camino de Jesús hacia la 'Ascensión' Francisco vuelve a pedir a Rusia y Ucrania un intercambio de presos y ofrece la mediación de la Santa Sede

El Papa, durante el 'regina coeli'
El Papa, durante el 'regina coeli' RD/Captura

La Ascensión del Señor, que se celebra este domingo 12 de mayo, vertebró la oración del Regina Coeli del Papa desde el balcón del palacio apostólico, hecho que Francisco presentó ante los miles de fieles que le escuchaban en la plaza de San Pedro "no como un alejamiento de nosotros, sino sobre todo como un modo de precedernos hacia la meta", y que ejemplificó como una subida hasta la cima

A la hora de los saludos, el Papa volvió a referirse a un tema que le preocupa en lo más hondo, el de la guerra, y afirmó que "renuevo mi llamamiento para un intercambio de prisioneros entre Rusia y Ucrania" y mostró -también de nuevo, "la disponibilidad de la Santa Sede" para participar en esa cuestión

Haciendo también alusión a la celebración este domingo de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, el Papa pidió "recuperar el camino para una comunicación plenamente humana, y recordando también la celebración del Día de la Madre, pidió, además de oraciones, un "reconocimiento para todas ellas" y un aplauso -que atronó la plaza de San Pedro- "para todas las mamás"

La Ascensión del Señor, que se celebra este domingo 12 de mayo, vertebró la oración del Regina Coeli del Papa desde el balcón del palacio apostólico, hecho que Francisco presentó ante los miles de fieles que le escuchaban en la plaza de San Pedro "no como un alejamiento de nosotros, sino sobre todo como un modo de precedernos hacia la meta", y que ejemplificó como una subida hasta la cima.

Consigue el libro regalo 'Yo estoy con Francisco'

Y en esa subida a la cumbre, prosiguió el Pontífice, "el paso de uno es un paso para todos, y que nadie debe perderse ni quedar atrás porque somos un cuerpo solo", unos pasos que, en resumen, consisten en "llevar a cabo las obras del amor: dar la vida, llevar la esperanza, mantenerse alejado de todo mal y mezquindad, responder al mal con el bien, estar cerca de quien sufre".

En este punto, el Papa lanzó las preguntas que cada uno debe hacerse para comprobar si se están en ese camino hacia la 'ascensión': "¿Está vivo en mí el deseo de Dios, de su amor infinito, de su vida que es vida eterna? ¿O estoy aplanado y anclado a las cosas pasajeras, al dinero, al éxito, a los placeres? Y mi deseo del Cielo, ¿me aísla, me cierra o me lleva a amar a los hermanos con ánimo grande y desinteresado, a sentirlos compañeros de camino hacia el Paraíso?".

Vista de la plaza de San Pedro llena de fieles
Vista de la plaza de San Pedro llena de fieles RD/Captura

A la hora de los saludos, el Papa volvió a referirse a un tema que le preocupa en lo más hondo, el de la guerra, y afirmó que "renuevo mi llamamiento para un intercambio de prisioneros entre Rusia y Ucrania" y mostró -también de nuevo, "la disponibilidad de la Santa Sede" para participar en esa cuestión. Igualmente, afirmó que "seguimos rezando por la paz en Ucrania, en Palestina, en Israel y en Myanmar".

Haciendo también alusión a la celebración este domingo de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, el Papa pidió "recuperar el camino para una comunicación plenamente humana, y recordando también la celebración del Día de la Madre, pidió, además de oraciones, un "reconocimiento para todas ellas" y un aplauso -que atronó la plaza de San Pedro- "para todas las mamás".

Los fiieles esperan  a que el Papa se asome al balcón del palacio apostolico
Los fiieles esperan a que el Papa se asome al balcón del palacio apostolico RD/Captura

Las palabras del Papa en la oración del Regina Coeli


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy, en Italia y en otros países se celebra la Solemnidad de la Ascensión del Señor. El Evangelio de la Misa afirma que Jesús, después de haber encomendado a los apóstoles la tarea de continuar su obra, «fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios» (Mc 16,19).

El regreso de Jesús al Padre se nos presenta no como un alejamiento de nosotros, sino sobre todo como un modo de precedernos hacia la meta. Como cuando en la montaña se sube hacia la cima: se camina, con fatiga, y finalmente, en un recodo del sendero, el horizonte se abre y se ve el panorama. Entonces todo el cuerpo vuelve a encontrar la fuerza para afrontar la última subida. Todo el cuerpo – brazos, piernas y todos los músculos – se tensa para llegar a la cumbre.

Fieles en la plaza de San Pedro
Fieles en la plaza de San Pedro RD/Captura

Y nosotros, la Iglesia, somos precisamente ese cuerpo que Jesús, ascendido al Cielo, arrastra consigo como una “soga”. Es Él quien nos desvela y nos comunica, con su Palabra y con la gracia de los Sacramentos, la belleza de la Patria hacia la que nos encaminamos. Del mismo modo también nosotros, sus miembros, subimos con alegría junto a Él, la cabeza, sabiendo que el paso de uno es un paso para todos, y que nadie debe perderse ni quedar atrás porque somos un cuerpo solo. (cf. Col 1,18; 1 Cor 12,12-27).

Paso a paso, peldaño a peldaño, Jesús nos muestra el camino. ¿Cuáles son esos pasos a dar? El Evangelio hoy dice: “Anunciar el Evangelio, bautizar, expulsar a los demonios, enfrentar a las serpientes, sanar a los enfermos” (cf. Mc 16,16-18); en resumen, llevar a cabo las obras del amor: dar la vida, llevar la esperanza, mantenerse alejado de todo mal y mezquindad, responder al mal con el bien, estar cerca de quien sufre. Y cuanto más hacemos esto, más nos dejamos transformar por su Espíritu, más seguimos su ejemplo y más, como en la montaña, sentimos que el aire en torno a nosotros se vuelve ligero y limpio, el horizonte amplio y la meta cerca, las palabras y los gestos se convierten en buenos, la mente y el corazón se agrandan y respiran.

Francisco, asomado al balcón del palacio apostólico
Francisco, asomado al balcón del palacio apostólico RD/Captura

Entonces podemos preguntarnos: ¿Está vivo en mí el deseo de Dios, de su amor infinito, de su vida que es vida eterna? ¿O estoy aplanado y anclado a las cosas pasajeras, al dinero, al éxito, a los placeres? Y mi deseo del Cielo, ¿me aísla, me cierra o me lleva a amar a los hermanos con ánimo grande y desinteresado, a sentirlos compañeros de camino hacia el Paraíso?

Que María nos ayude, ella que ya llegó a la meta, a caminar juntos con alegría hacia la gloria del Cielo.

Volver arriba