El Papa emérito, ante los que denunciaron su ensayo sobre la pederastia y el Concilio Ratzinger responde a sus críticos: "No nombran una sola vez a Dios"
Benedicto XVI culpa al Concilio Vaticano II de la explosión de abusos en la Iglesia
"La teología moral católica sufrió un colapso que dejó a la Iglesia indefensa ante estos cambios en la sociedad”, afirmaba en la revista baviera "Klerusblatt"
"La palabra Dios no aparece ni una vez". El Papa emérito ha vuelto a romper su silencio para responder a los expertos que criticaron su escrito 'La Iglesia y los abusos sexuales', publicado en abril y en el que viene a culpar al Vaticano II y la teología que se impuso tras el Concilio de la crisis de abusos en la Iglesia.
En una breve declaración, que publica Aci -el mismo medio que destapó el documento de Ratzinger-, Benedicto XVI sostiene que sus críticos han reforzado su tesis central: la apostasía y el alejamiento de la fe, que está en el corazón de la crisis de abusos en la Iglesia.
Como se recordará, Ratzinger daba a entender que tanto Juan XXIII como Pablo VI permitieron una moral laxa frente a “la revolución sexual” de mayo del 68. “La teología moral católica sufrió un colapso que dejó a la Iglesia indefensa ante estos cambios en la sociedad”, afirmaba en la revista baviera "Klerusblatt".
"Déficit general" en las críticas
"Hay un déficit general" en las críticas, sostiene el Papa emérito, quien apunta que las reacciones a su ensayo no entendieron su punto de vista. Citando expresamente el escrito de un profesor alemán de historia, Benedicto XVI resalta cómo, pese a tener cuatro páginas, "la palabra Dios no aparece [una vez]". Críticas de este tipo sólo sirven, en su opinión, para demostrar "la gravedad de la situación, en la que la palabra Dios a menudo parece estar al margen, incluso en teología".
En su polémico ensayo, Ratznger trazaba una tesis rupturista con las reformas del Vaticano II, sin caer en la cuenta de que depredadores como Maciel comenzaron sus abusos en los años 40, que la crisis de abusos en EE.UU hunde sus raíces en los años 30 del siglo pasado o que el drama de la pederastia en Irlanda, por poner algunos ejemplos, se prolongó durante casi un siglo.
Para Ratzinger, que durante años fue el encargado de tramitar y juzgar los casos de abusos, la Iglesia dispuso una “justicia garantista” para con los curas pederastas durante años. Aunque no da pautas sobre cómo erradicar esta lacra en la Iglesia, sí subraya que los abusos han alcanzado estas proporciones “ante la ausencia de Dios”.
El documento está dividido en tres partes, en las que Raztinger analiza el contexto histórico que, en su opinión, llevó a la plaga de los abusos. “Intento mostrar que en la década de 1960 ocurrió un gran evento, en una escala sin precedentes en la historia. Se puede decir que en los 20 años entre 1960 y 1980, los estándares vinculantes hasta entonces respecto a la sexualidad colapsaron completamente”, denuncia el Papa emérito, quien asegura que, tras el Concilio, se fomentó “la libertad sexual total, una que ya no tuviera normas".
Grupos homosexuales en los seminarios
Frente a ello, denuncia Benedicto XVI, “la teología moral católica sufrió un colapso que dejó a la Iglesia indefensa ante estos cambios en la sociedad", hasta el punto de que “en varios seminarios (el Papa emérito se centra en Alemania) se establecieron grupos homosexuales que actuaban más o menos abiertamente, con lo que cambiaron significativamente el clima que se vivía en ellos".
“Parte de la fisionomía de la Revolución del 68 fue que la pedofilia también se diagnosticó como permitida y apropiada”, afirma, tajante, el Papa emérito, quien sostiene que
“hasta el Concilio Vaticano II, la teología moral católica estaba ampliamente fundada en la ley natural, mientras que las Sagradas Escrituras se citaban solamente para tener contexto o justificación. En la lucha del Concilio por un nuevo entendimiento de la Revelación, la opción por la ley natural fue ampliamente abandonada, y se exigió una teología moral basada enteramente en la Biblia”.
“Al final, prevaleció principalmente la hipótesis de que la moralidad debía ser exclusivamente determinada por los propósitos de la acción humana. Si bien la antigua frase «el fin justifica los medios» no fue confirmada en esta forma cruda, su modo de pensar si se había convertido en definitivo”, subraya Ratzinger
“De hecho, en muchos lugares se entendió que las actitudes conciliares tenían que ver con tener una actitud crítica o negativa hacia la tradición existente hasta entonces, y que debía ser reemplazada por una relación nueva y radicalmente abierta con el mundo”
, lamenta Benedicto XVI, quien afirma que “un obispo, que había sido antes rector de un seminario, había hecho que los seminaristas vieran películas pornográficas con la intención de que estas los hicieran resistentes ante las conductas contrarias a la fe”.
Ratzinger también se quejaba de que, durante el postconcilio, “en no pocos seminarios, a los estudiantes que los veían leyendo mis libros se les consideraba no aptos para el sacerdocio. Mis libros fueron escondidos, como si fueran mala literatura, y se leyeron solo bajo el escritorio”.
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