A partir de ahora las mujeres podrán acceder a los ministerios del lectorado y del acolitado, tal como lo estableció el Papa con el Motu proprio Spiritus Domini, dado a conocer ayer, que modifica el primer párrafo del canon 230 del Código de Derecho Canónico. Es Motu proprio va acompañado de una Carta dirigida al Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el Cardenal Luis Ladaria, en la que Francisco recuerda también que "en el horizonte de renovación trazado por el Concilio Vaticano II, hoy se siente cada vez más la urgencia de redescubrir la corresponsabilidad de todos los bautizados en la Iglesia y, en particular, la misión de los laicos". Un aspecto importante en el que se detiene el Cardenal Arzobispo de Viena, Christoph Schönborn.
Al respecto el Purpurado nos dice que este paso significa, en primer lugar, el cumplimiento de un voto que fue expresado muchas veces por la Carta Apostólica Ministeria quaedam de San Pablo VI, porque en su documento había un pequeño párrafo, una línea, que afirmaba que, en el respeto de la tradición, estos ministerios laicos seguían estando reservados a los hombres, excluyendo así a las mujeres. Pero ahora – agrega – el Papa ha dado un paso más, ya esperado en el Sínodo sobre la Evangelización de 2012, bajo el Papa Benedicto, y también en el Sínodo Extraordinario sobre la Amazonía, en que la petición de abandonar esta limitación fue expresada con cierta insistencia.
Y ante la consideración de que la Iglesia universal es variada, en la que también hay diferentes sensibilidades litúrgicas, le hemos preguntado si espera una velocidad diferente de aceptación de este cambio por parte de las Iglesias locales.
El Cardenal Arzobispo de Viena nos respondió que es cierto que hay una diversidad de experiencias y de prácticas. Y manifestó que en América Latina la práctica ya existe en este sentido. En Europa la mayoría de las Iglesias locales ya tienen esta posibilidad del acolitado, de las mujeres lectoras de la liturgia. “Esto está muy extendido – afirmó – por lo tanto, cada Conferencia Episcopal debe, obviamente, implementar este Motu proprio en su ritmo, en sus tradiciones, pero también en el espíritu del mismo Motu proprio".