(L'Osservatore Romano).- Un gimnasio para conocerse, estar juntos, pero sobre todo para descubrir si se está llamado al sacerdocio. Un lugar para reflexionar a la luz de las enseñanzas evangélicas. Un tiempo de entrenamiento y de preparación para afrontar la vida según una escala de valores. Pero también un servicio a la basílica de San Pedro, especialmente en el campo de la animación litúrgica. Se podría definir así la experiencia del Preseminario San Pío X en el Vaticano.
Se trata de una institución que desde 1956 vive a la sombra de la gran cúpula. «Es una institución de orientación vocacional -explica en una entrevista a nuestro periódico el rector, monseñor Enrico Radice- querida por Pío XII en 1956 y encomendada a don Giovanni Folci, un sacerdote de la diócesis de Como, que había fundado una obra para el servicio a las vocaciones».
El Preseminario acoge a muchachos de enseñanza secundaria y preuniversitaria que -subraya el rector- «quieren reflexionar sobre su futuro a la luz de la Palabra de Dios. Durante la estancia se realiza un itinerario de crecimiento humano y cristiano que ayuda a los muchachos a descubrir si el Señor los llama al sacerdocio o a la vida consagrada». Tarea específica de los alumnos es prestar servicio litúrgico como acólitos en la basílica de San Pedro.