Carta Apostólica 'Antiquum ministerium': "Evangélicamente genuina, históricamente eficaz, novedosamente conciliar" Catequista: La novedad de un ministerio antiguo
El Papa Francisco ha instituido el ministerio laical del catequista con una Carta Apostólica ‘Antiquum ministerium’ en forma de ‘Motu proprio’ el 11 de mayo de 2021
En estas páginas quisiéramos ofrecer una sencilla introducción a la lectura de dicho documento para ayudar a comprender las raíces, intención, identidad, características, conveniencia y primeras consecuencias de este nuevo ministerio laical del catequista
| Fray Vidal Rodríguez López ofm
El Papa Francisco ha instituido el ministerio laical del catequista con una Carta Apostólica ‘Antiquum ministerium’ en forma de ‘Motu proprio’ el 11 de mayo de 2021.
En estas páginas quisiéramos ofrecer una sencilla introducción a la lectura de dicho documento para ayudar a comprender las raíces, intención, identidad, características, conveniencia y primeras consecuencias de este nuevo ministerio laical del catequista: Evangélicamente genuino, históricamente eficaz, novedosamente conciliar, actualmente imprescindible, eclesialmente laical, catequéticamente misionero, ministerialmente catequético, pastoralmente nuevo, litúrgicamente celebrado… y ‘claramente franciscano’.
Evangélicamente genuino (nn. 1-2)
Este nuevo ministerio hunde sus raíces en el Nuevo Testamento, en el que se habla de ‘maestros’ que reflejan las múltiples expresiones de la ministerialidad de la Iglesia como diaconía indispensable de y para la Comunidad Cristiana. Eran bautizados que de forma organizada, permanente y encarnada trasmitían la enseñanza de los apóstoles, favoreciendo con este carisma la misión evangelizadora de la Iglesia.
Históricamente eficaz (n. 3).
La historia de la Iglesia da testimonio de la eficacia de la misión de los catequistas. Obispos y sacerdotes, religiosos y religiosas, pero sobre todo laicos, que con fe y testimonio han sido capaces y constantes trasmisores del evangelio.
Novedosamente conciliar (n. 4)
El Concilio Vaticano II supone un punto de inflexión en la toma de conciencia de la importancia del laicado en la evangelización, tanto en el nacimiento como en el desarrollo de las comunidades cristianas. El Magisterio sucesivo sobre la catequesis, ha puesto en evidencia el papel capital de la instrucción de los fieles y su formación permanente.
Actualmente imprescindible (n. 5)
En el presente, la conciencia de la evangelización en una cultura globalizada reclama un auténtico encuentro con los jóvenes con creatividad en los métodos, coherencia en el anuncio evangélico y compromiso en la transformación misionera de la Iglesia.
Eclesialmente laical (n. 6)
El Espíritu Santo llama a ser catequistas, a despertar el entusiasmo de cada bautizado a reavivar la conciencia para desarrollar una misión a favor de la comunidad, saliendo al encuentro de todos los que esperan la hermosura, bondad y verdad de la fe en Cristo. Llamada que tiene que ser apoyada por los pastores en su recorrido como un enriquecimiento de la vida del conjunto de la comunidad cristiana.
La nota eclesial del ministerio del catequista es su laicidad, pues su potencia y valor estriba en su secularidad; en la capacidad de situarse en la familia y en la sociedad desde dentro de las mismas como levadura del Reino de Dios, trasmitiendo vitalmente la fe y construyendo redes de comunión eclesial.
Catequéticamente misionero (n. 7).
La ministerialidad del catequista se identifica como un servicio que junto a otros servicios de una Iglesia servidora recibe la misión de transmisión de la fe en diferentes etapas:
Primer anuncio del Kerigma.
La enseñanza ya como toma de conciencia de la vida en Cristo, ya como de la preparación a los sacramentos de la iniciación cristiana (bautismo, confirmación, eucaristía).
La formación permanente para estar disponibles a dar razón de nuestra fe.
Ministerialmente catequético (n. 8)
La identidad del catequista se describe como testigo de fe, maestro y mistagogo, acompañante y pedagogo. Se caracteriza por ser un ministerio eclesial, coherente y responsable, que se cultiva en la oración, en el estudio y en la participación en la vida eclesial.
Pastoralmente nuevo (nn. 7.9-11).
Vocación cristiana, identidad seglar y servicio misionero del ministro catequista… El Papa Francisco recuerda la clarividencia de la búsqueda de Pablo VI invitando a renovar y promover nuevos ministerios como el del catequista a las Conferencias Episcopales. Clarividencia que ha cuajado en una mayor conciencia en la identidad de la identidad y misión del laico en la Iglesia, y que fructifica en un numeroso laicado, comunitariamente enraizado y comprometido en la caridad, la catequesis y la celebración de la fe. Ahora con la institución de este ministerio laical se enfatiza el compromiso misionero del catequista.
De hecho, el Cardenal Rino Fisichella, Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, en la rueda de prensa donde se presentó el documento; insistió en la secularidad de este ministerio que no deriva de la jerarquía, ni el catequista es sustituto del clero o de los religiosos; sino que brota de la condición bautismal del catequista, para que cumpla su misión específica, lejos de cualquier clericalismo: trasmitir el conjunto de la fe e introducir en la vida cristiana.
Litúrgicamente celebrado (nn. 8-9)
Dado su carácter vocacional, el ministerio del catequista ha de ser discernido por los pastores, celebrado en el Rito de Institución, formado como conviene para ser trasmisores de la vida de la fe, misioneros hacia donde sea necesario.
Se indica que la Congregación para el Culto Divino publicará el Rito de Institución y que las Conferencias Episcopales han de establecer el itinerario formativo y los criterios normativos de este ministerio laical del catequista.
Claramente ‘franciscano’
Las raíces son paulinas, de Pablo VI, el peso del su magisterio es patente. Sus intuiciones proféticas sobre la evangelización cuajaron en los instrumentos catequéticos del pontificado de Juan Pablo II, y ahora, con el Papa Francisco, toman velocidad de crucero en la ‘ministerialidad laical’ del catequista. Se trata como advertía el Papa Benedicto XVI de huir de todo proselitismo y salir anunciar contagiando la experiencia de un encuentro personal con Cristo, buena noticia de Dios también para el siglo XXI.
Es una acción claramente ‘franciscana’, es decir, del Papa Francisco, pues traduce en hechos el programa pastoral de su pontificado tal como está plasmado en Evangelii gaudium:
La clavevocacional de la vida cristiana, la concienciadiscipular del cristiano, la matriz eclesial de toda acción pastoral, el reclamo comunitario de todo fiel, pastor y consagrado; el horizonte de la conversión misionera, la urgencia de una renovación pastoral de una ‘Iglesia en salida’, la propuesta de ensayar creativamente propuestas pedagógicas de acompañamiento, de activar procesos de discernimiento, de acogida mistagógica de todos, de concebir la fe como la celebración alegre de un encuentro con el Cristo que nos encuentra en la vida y se hace anuncio sintético y sencillo del Evangelio…
Son acentos del Papa Francisco que se vierten y convergen en esta decisión valiente, un desafío evangélico, y una tarea pastoral en la que todos estamos llamados a poner el hombro.
La concepción y desarrollo de la misión compartida, la calidad iniciática de la formación cristiana, consagrada y sacerdotal, el empeño pastoral de una catequesis más de anuncio y acompañamiento evangélico, de conversión pastoral más que de conservación sociocultural, son sólo algunas de las áreas que quedan afectadas positivamente por la institución del ministerio laical del catequista en los próximos años.
Si estás letras han servido, sírvanse leer la Carta Apostólica ‘Antiquum ministerium’, nada como ir a la fuente original y ésta, la novedad del antiguo ministerio del catequista, según el Papa Francisco les gustará.
Roma, 17 de mayo de 2021
Fiesta de San Pasqual Bailón ofm
Fray Vidal Rodríguez López ofm
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