"De la Biblia a la importancia del diálogo y a la globalización de la solidaridad" El discurso del jesuita cardenal Martini en Asturias (II)

Cardenal Martini
Cardenal Martini

"El cardenal Martini fue un jesuita de “cuerpo entero”, de cabeza a pies; de fidelidad completa al instituto ignaciano"

"El discurso de Martini en el Teatro Campoamor de Oviedo fue muy importante, pues al ser excepcional, por el rechazo del personaje a recibir premios, sus palabras fueron como un resumen de su importante pensamiento"

"La palabra diálogo surge desde el primer momento por la voz de Martini, después de declarar su servicio a la Iglesia y a la sociedad actual"

"La segunda parte, la más económica, trató de la globalización de los mercados, proponiendo también una globalización de la solidaridad"

Las personas que hayan leído la 1ª parte, sabrán de quién se trata: del cardenal Martini, que, en una tarde-noche otoñal, de octubre del año 2000, pronunció un discurso al recibir el Premio Príncipe de Asturias de la Comunicación Social. El discurso se oyó en el Teatro Campoamor, de Oviedo -no es un teatrino- parecido y diferente al de la Scala de Milán, adornado este último al pasar y pasear por delante amarillos tranvías, ya viejos y muy milaneses.  

Ciertamente que podría ser, no el discurso del cardenal Martini sino de uno de la media docena de cardenales jesuitas que están en la lista del Sacro Colegio de cardenales, presidido por el ya tembloroso cardenal Re.  Me interesan, por ahora, sólo dos jesuitas cardenales: Jean-Claude Hollerich, arzobispo de Luxemburgo y relator general del Sínodo de la Sinodalidad (2021-2024); también me interesa Gianfranco Ghirlanda, italiano y fino jurista (canonista), encargado de ”desbrozar” los estatutos nuevos y proyectados de una institución religiosa muy poderosa. ¿El Papa se atreverá…? Los cardenales Hollerich y Ghirlanda, y también los restantes cardenales jesuitas, fueron “creados” cardenales por el actual jesuita y Papa, Francisco.

‘Informe RD’ con análisis y el Documento Final del Sínodo

Ghirlanda

E indico: 

1º.- Que los jesuitas fueron pieza esencial en el fenómeno eclesiástico-político conocido como la Contrarreforma contra Lutero, muy de Trento los jesuitas que no Lutero, y cuyo conservadurismo está vigente en el Papado de Pío IX, en el siglo XIX. A los jesuitas se atribuyó la inspiración y redacción de la Encíclica Quanta Cura, con el apéndice escandaloso Syllabus errorum, y habiendo ejercido, también, una gran influencia en el Concilio Vaticano I. Interesante la descripción que sobre el jesuita y confesor P. Pirrone hace el aristócrata Tomasi de Lampedusa en su novela Il gattopardo.

Sobre el Papado de Pío IX aconsejo la lectura del capítulo “El catolicismo en la segunda mitad del siglo XIX, incluido en el libro de Manuel Fraijó, Momentos estelares en la historia del pensamiento cristiano, Trotta, 2024.  Las “cosas” cambiarían posteriormente, siendo ahora la Compañía de Jesús una institución progresista, con despliegue de gran influencia en el centro (el Papa Francisco es jesuita) y en los extremos (las fronteras).  

2º.- El cardenal Martini fue un jesuita de “cuerpo entero”, de cabeza a pies; de fidelidad completa al instituto ignaciano, de lo cual dio muchas pruebas. Destaco una: Con ocasión de sus desplazamientos fuera de su lugar de residencia, Martini no pernoctaba en los suntuosos palacios episcopales de los obispos diocesanos, sino que iba a residencias de la Compañía. Eso ocurrió en Oviedo, donde, para recoger el premio, pernoctó en la muy austera y no lujosa residencia de los jesuitas en la calle Doctor Casal (Prolongación), de Oviedo, con vistas a la Iglesia de San Juan. Naturalmente, en el Teatro Campoamor, en la recogida del premio, estuvo presente el entonces arzobispo de Oviedo, don Gabino Díaz Merchán, que pasaría a ser emérito al año siguiente, en 2001. 

Don Gabino, en el año 2017 --lo recuerdo-- publicó el libro que escribió y tituló Evangelización en un mundo nuevo, con un Prólogo del que fue su Vicario General, el sacerdote y párroco de San Pedro Apóstol, don Javier Gómez Cuesta, también monseñor, del que hay, aquí, en Religión Digital, varias entrevistas. En aquel Prólogo está escrito acerca “del silencio de la Casa sacerdotal en la que residió don Gabino, dedicado a la oración y reflexión en su tiempo de emérito, de 2001 a 2022, año del fallecimiento”. Y don Gabino, presidente de la Conferencia episcopal española, de 1981 a 1987, nada tuvo que ver con “el golpe de Tejero del 23 de febrero de 1981, dicho lo cual quede la oposición a lo escrito por un clérigo, jesuita precisamente para más pena, que se “las” dio, en vida, de muy sabihondo. 

Libro de Don Gabino

El discurso de Martini en el Teatro Campoamor de Oviedo fue muy importante, pues al ser excepcional, por el rechazo del personaje a recibir premios, sus palabras fueron como un resumen de su importante pensamiento. Y si no aceptaba recibir premios, si aceptaba las llamadas “laureas honoris causa” de prestigiosas entidades académicas. Por ello, esos discursos eran de contenido más científico que el de Oviedo, y apostillando siempre que “no eran disertaciones honoris causa, sino laboris causa". 

En el Acta del Jurado que concedió el premio a Martini se escribió: “Experto en estudios bíblicos y análisis paleográfico del Nuevo Testamento, intelectual de gran prestigio no sólo en el ámbito eclesiástico sino también en el marco general de la cultura”. Siempre intuí y pensé que, siendo justo el premio, los conocimientos de algunos componentes del Jurado sobre la obra de Martini era escasa.  

En un artículo como éste, que ha de ser breve, no es posible penetrar en las bases del sistema filosófico del cardenal Martini que es la Fenomenología y la Hermenéutica, del principio (Husserl), o posterior (Gadamer). No es casualidad que uno de los seguidores de Lustiger, cardenal no jesuita de Paris, Jean-Luc Marion, sea un fenomenólogo. Autrui que llaman los franceses, que es abrirse a la alteridad del “otro”, y teniendo en cuenta el imperativo cristiano “del amor al prójimo como a sí mismo”. Esa alteridad excluye que “el otro” sea enemicus o que sea hostis.

Y vamos al Discurso del cardenal Martini delante del entonces Príncipe de Asturias, que fue breve, pues duró apenas diez minutos, y pudiendo dividirse en dos partes, una primera, fundamental, más filosófica, y una segunda más de política y de economía:

Martini

I.- La palabra diálogo surge desde el primer momento por la voz de Martini, después de declarar su servicio a la Iglesia y a la sociedad actual: “diálogo entre creyentes y no creyentes, y diálogo entre los grupos sociales con dificultades de entendimiento mutuo”. No definió lo que es el diálogo, pero nos vale la definición de diálogo de Walter Brugger y Harald Scchöndorf: “Intercambio de pensamientos sobre una misma “cosa” entre seres coetáneos al servicio del conocimiento de la verdad”. Y “diálogo, no monólogo, sólo posible cuando los interlocutores están interesados en oírse uno al otro y aprender algo uno del otro”. Diálogo que suponer una dialéctica o método de argumentación, y/o comunicación Habermas). 

2.- La Biblia: 

Precisó el Cardenal que la raíz de su servicio a la Iglesia y a la sociedad (I) estaba en los libros de la Biblia, añadiendo: “Que he estudiado científicamente durante tantos años” y recordó que su especialidad fue la Crítica Textual y la Hermenéutica bíblicas. Manifestó que La Biblia es el libro fundamental de nuestra Historia, distinguiendo entre las Sagradas Escrituras hebreas y cristianas. “Ahí en la Biblia – añadió- está, por una parte, las raíces de los grandes problemas humanos, y, por otra parte, la base común del diálogo”. 

En la Biblia está la esencia del pensamiento del premiado. Más tarde, el 11 de abril de 2002, en el discurso con ocasión de la laurea honoris causa por la Universidad católica de Milán, a punto de cesar como arzobispo de Milán por razón de edad, repetiría parte de lo dicho en Oviedo: “La Biblia, en cuanto gran Libro educativo de la humanidad; un Libro educativo y sapiencial; un Libro creador de un lenguaje que está en la base de nuestras lenguas, concretamente la inglesa y la alemana –otro escribiría “Regalo que hizo Lutero a Alemania al traducir la Biblia al alemán”; un Libro del Espíritu Santo,  y un Libro de Historia, la del Pueblo Judío, en busca de su liberación, enseñando caminos de liberación a otros pueblos”.  

Es de señalar que el Gobierno italiano actual, presidido por Giorgia Meloni, acaba de anunciar que, en el programa escolar de los años 2026 y 2027, se incluirá la Biblia: “habida cuenta que es una fuente de inspiración de una parte de la cultura italiana”.   

Volviendo a Oviedo y al discurso de Martini, de la Biblia pasó a la importancia del diálogo, determinando sus presupuestos: la propia identidad de los dialogantes (1), el conocimiento del Antiguo Testamento y el Nuevo, como elementos de nuestra identidad cristiana (2), la importancia del silencio (3) y la simpatía hacia el fenómeno del otro, del no yo (4). 

Hollerich (en el centro) habla con Francisco
Hollerich (en el centro) habla con Francisco Vatican Media

La segunda parte, la más económica, trató de la globalización de los mercados, proponiendo también una globalización de la solidaridad, abogando por un gobierno supranacional de la Economía, y una Economía subordinada a la Ética.  Y llegados aquí, por la referencia expresa de Martini al documento pontificio de San Juan Pablo II, denominado Incarnationis mysterium, recomiendo vivamente su lectura, pues es nada menos que la Bula de convocatoria del gran Jubileo del Año 2000, dirigida a todos los fieles “en camino al Tercer Milenio”.  

Martini que llegó a declararse partidario de un nuevo Concilio, sin duda que aceptaría las propuestas sinodales del Sínodo de la Sinodalidad. Aquí hay que recordar que el Relator General de esa Asamblea, y naturalmente, participante muy destacado, fue el jesuita luxemburgués Jean-Claude Hollerich, visto muchas veces en la mesa redonda sinodal, al lado del Papa jesuita. 

El profundo humanismo de Martini me recordó a otro eminente humanista, Premio Princesa de Asturias de Humanidades en el año 2015, también del diálogo, de la Hermenéutica y teórico del silencio al pensar y escribir, si bien desde una perspectiva profana. Fue en los años ochenta del siglo XX, siendo Emilio Lledó catedrático de Filosofía en la Universidad de Educación a Distancia, cuando, a través de la Radio 3 de Radio Nacional de España, le escuché explicar el invento del diálogo socrático por Platón y que el zôon politikón de Aristóteles habría de articular la convivencia de unos con otros mediante el diálogo racional. 

Y acerca de Martini, recojo la opinión de otro escritor italiano, también, desgraciadamente fallecido, Antonio Tabucchi, que, en un periódico ovetense, en entrevista de Mercedes Marqués, publicada el 3 de diciembre del mismo año 2.000, dijo: “El cardenal Martini me parece una persona con un gran sentido de la justicia social. En este momento, en Italia, en las jerarquías religiosas, tal vez sea el cardenal más abierto al diálogo con los intelectuales, con el mundo de la cultura, y con el mundo científico”. 

Explicación sobre una fotografía: En la penúltima fotografía de la 1ª Parte, fotografía en la que se ve la entrega del Premio por el entonces Príncipe al cardenal Martini, aparece al fondo un rostro, una persona, que es el del que fue secretario general de la Fundación, hoy Princesa de Asturias, José Ramón Fernández Cuevas. Eso me emocionó, pues siendo niño, me entretuvo con un tren eléctrico en su casa de Oviedo, y su esposa, ya fallecida hace años, María Lourdes Molina Fano, me enseñó álgebra, aprendiendo lo que posteriormente sería para mí muy importante: el convencimiento de que los números también son letras y las letras números.

Martini en Asturias

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