Espíritu de pobreza y desprendimiento.

“Las tres condiciones para entrar en el reino de Dios: Primera condición, cumplir los mandamientos; segunda condición, espíritu de pobreza  y desprendimiento; y tercera, y principal, seguimiento de Jesús. ….El progreso, la riqueza, tiene que ser juzgado por el criteriocristiano y no siempre tiene que ser el criterio absoluto,  como si todo fuera el progreso; progreso que deja a tantos en miseria mientras unos pocos son los que lo disfrutan. “para dar a la indigencia el interés más solícito y generoso y, también, para desear que los bienes económicos no sean fuente de luchas, de egoísmos, de orgullo entre los hombres, si no estén orientados, por vías de justicia, de equidad, al bien común y, por lo mismo más abundantemente distribuidos.”  Si el gran origen de nuestros males es la injusticia social, solo el espíritu de pobreza y de desprendimiento nos puede volver a hacer felices.”

El Espíritu iluminó en el Concilio Vaticano II que la Iglesia debe ser “signo e instrumento del Reino de Dios”.   Lastimosamente durante siglos y aun hoy la práctica, sobre todo de autoridades eclesiales, no ha contribuido a esa misión.  Ser signo del Reino significa que en el interior de la Iglesia  se debe vivir los valores del Reino.  En un mundo de injusticia, corrupción, destrucción ecológica, exclusión,…  la iglesia tendría que ser un espacio de vivencia de justicia, fraternidad, solidaridad, inclusión, honestidad,…   Para que podamos ser instrumentos del Reino, vamos a escuchar las tres condiciones que Monseñor Romero nos presenta en la cita de hoy.

Primera condición, cumplir los mandamientos. Los 10 mandamientos no son para que los niños/as de la primera comunión puedan decirlos de memoria.  Nacieron como ley de marcha entre la esclavitud (Egipto) y el inicio de una vida nueva como pueblo.  No mentir, no robar, no matar, ……  Si respetáramos esto…. Ya estaríamos cerca del Reino.    Un mandamiento importante es: no utilizar el nombre de Dios para justificarse.   No basta tener el nombre de Dios en la bandera nacional, ni poner en los billetes (dólar) que confiamos en Dios, ni poner en el salón principal de la asamblea nacional un rótulo que diga que se pone la confianza en Dios.   Esos abusos del nombre de Dios solo sirven para justificar la idolatría del poder y del dinero.   Monseñor nos dice que la primera condición para entrar al Reino es respetar los 10 mandamientos.  No lo olvidemos.

Segunda condición, espíritu de pobreza  y desprendimiento.  Monseñor nos dice que esta condición es fundamental para arrancar de raíz el sistema injusto en que vivimos, en que algunos acaparan y las mayorías sufren hambre, donde la riqueza y los lujos de pocos son posibles gracias a la explotación y exclusión de las mayorías, gracias a la corrupción política y económica.   La solidaridad solamente nace desde ese espíritu de pobreza y desde un real desprendimiento.  Muchas veces en las instituciones eclesiales alguna forma de desprendimiento personal se esconde detrás de abundancia colectiva y comodidades comunitarias.   La única escuela para conocer e iniciar a vivir ese espíritu de pobreza es la vida real de las y los pobres históricos.  Aparentemente la mística de la “inserción en la vida de las y los pobres” ha perdido importancia en la Iglesia.   En Europa desaparecieron los sacerdotes – obreros.  En América Latina las congregaciones religiosas ya no promueven tanto esa inserción en la vida real de las y los empobrecidos, en sus barrios.  ¿No sería un grave error?

Tercera condición, y principal, seguimiento de Jesús.  Si cumplir de verdad con esa ley de marcha (los 10 mandamientos) ya es bastante difícil, y aun más vivir históricamente ese espíritu de pobreza y desprendimiento, la tercera condición para cooperar en la construcción del Reino de Dios (seguir a Jesús) es un desafío aun mayor.  Monseñor Romero se dirige por supuesto en primer lugar a la Iglesia, las Iglesias, creyentes cristianos.   Es decir, se dirige a nosotros/as si decimos que somos cristianos/as.   Para poder seguir a Jesús hay que conocerlo y saber con qué actitud, desde qué Espíritu, con qué objetivo actuaba y se relacionaba con la gente de su tiempo.  Es una primera fuente de información que nos llega a partir de la vivencia de seguimiento de las primeras comunidades cristianas.  La otra fuente, inseparablemente unida a la primera, es la vida de las y los “pobres”, de las personas heridas.  Mt 25.   La tercera fuente es la oración personal y comunitaria: donde dos o tres de ustedes están reunidos en mi nombre …..  Necesitamos todas la vida para ir conociendo mejor a Jesús para poder seguirlo en todas las etapas y en todos los desafíos de nuestra vida.  No tengamos miedo. 

Escrito en octubre 2021.

Homilía de la liturgia del 28 domingo ordinario del ciclo B, 14 de octubre de 1979.   Homilías, Monseñor Oscar A Romero, Tomo V, Ciclo B, UCA editores, San Salvador, p. 418 y 424

Volver arriba