Existe una violencia institucionalizada

“La Iglesia no puede olvidar que existe una violencia institucionalizada y que la violencia desesperada de los hombres oprimidos no se reprime con leyes parciales, con armas ni con la prepotencia; solamente hay que prevenirlas, como dice el Papa, con sacrificios valientes, renunciando  a muchas comodidades; y que, mientras no haya entre nosotros más justicia, siempre habrá brotes de revolución. Aunque la Iglesia no aprueba ni justifica las revoluciones sangrientas, los gritos de odios, sin embargo, tampoco los puede condenar mientras no vea un esfuerzo por quitar las causas que producen ese malestar en nuestra sociedad.”

Muchas veces nos olvidamos de la historia y del contexto mundial y del propio país.  En cuanto a las relaciones internacionales notamos ciertos avances en cuanto a las relaciones políticas entre países.  La ONU es, después de la segunda guerra mundial, un instrumento importante, pero, que 5 países[1] tienen el derecho a veto en el Consejo de Seguridad sigue siendo un obstáculo hacia el futuro.   Al otro lado, esos mismos países[2] y los países muy aliados[3] a cada uno de esos cinco, no sienten ninguna obligación a cumplir con los acuerdos. A pesar de todo es un foro importante.  Pero a nivel económico a nivel mundial seguimos con relaciones comerciales fundamentalmente injustas[4] que solo enriquecen a los más fuertes y debilitan a los países más débiles.  La crisis de la pandemia de covid ha desnudado nuevamente como la industria farmacéutica no está en beneficio de los pueblos, sino para enriquecer a sus dueños.  La guerra de Rusia contra Ucrania (en el contexto del enfrentamiento entre Rusia y el occidente) ha provocado crisis económico (energético, carestía de la vida, inflación, escasez de ciertos productos,  …) en todo el planeta.  Todos esos elementos estructurales no pueden olvidarse al discernir lo que pasa en un país particular.  Son expresiones de la violencia institucionalizada a nivel internacional, apoyada y reforzada desde la carrera armamentista y la floreciente industria militar.

A nivel de los países, miremos un poco hacia el país de Mons. Romero. Durante su episcopado ha denunciado con fuerza profética la “violencia institucionalizada”, la estructura violenta en que vive el país.  Las dictaduras militares, los golpes de estado, el poder omnipotente de las 14 familias oligárquicas, las leyes que favorecen a los grandes, el sistema judicial corrupto que obedece a los intereses del poder, la tremenda pobreza generalizada de las grandes mayorías del pueblo salvadoreño, el contraste hiriente entre el lujo de la clase dominante y la (extrema-) pobreza del pueblo, la tierra en manos de pocas familias, un sistema educativo deficiente y marginal, un sistema de salud que no responde a las necesidades del pueblo, salarios de hambre y aún peor las pensiones, ….  Para Monseñor Romero ahí estaban “las causas que producen ese malestar en nuestra sociedad”.  Las reacciones populares a partir de su toma de conciencia sobre sus derechos y desde sus esperanzas de un futuro mejor, fueron creciendo y cada vez más fuertemente reprimidas.  En su tiempo hubo toda una corriente revolucionaria, “brotes de revolución sangrienta, los gritos de odios”, y esa cada vez más reprimida.    Monseñor dijo y repitió con claridad “que, mientras no haya entre nosotros más justicia, siempre habrá brotes de revolución”  y llamó a las autoridades a no reprimir al pueblo, sino exigió a quienes tenían poder y riqueza a hacer  “sacrificios valientes, renunciando  a muchas comodidades”.   Monseñor esperaba poder aportar para evitar la guerra. Lo que no logró.  Además el triunfo de la revolución en Nicaragua (julio 1979) era una esperanza en el pueblo salvadoreño pero el poder norteamericano quiso evitar – a toda costaa y a cualquier precio – que en otro pueblo de su traspatio se diera otra revolución.  Se dio la guerra con muchísimos daños en vida humana y una economía destruida.  En plena guerra se hizo una nueva Constitución elaborada por una asamblea constituyente dominada por partidos de la derecha respondiendo a los intereses oligárquicos.

Los Acuerdos[5] de Paz del inicio de 1992 han tenido un impacto importante en la dimensión política del país. Una apertura política para ir construyendo una democracia política, una nueva policía, eliminación de los cuerpos más represivos y violentos, la creación de la procuraduría de los derechos humanos, inicio de procesos electorales (con la participación de la ex guerrilla) más  transparentes, ….  Sin embargo no se tocó en lo más mínimo la raíz estructural de las causas que habían dado inicio a la revuelta popular y la guerra: una economía excluyente, una economía manejada por la oligarquía, una economía totalmente dependiente de la creciente ola capitalista neoliberal.  El Salvador respondió con ganas a las exigencias privatizadoras de los mecanismos financieros internacionales.  En esas jugadas las familias ricas se hicieron aun más ricas gracias a la corrupción de los procesos de privatización.  Privatizaron hasta las pensiones.  Solo la lucha popular evitó una total privatización de la salud (aunque de hecho lo que más se ha desarrollado es el sistema privado de saludo, inaccesible para la clase popular).  El sistema educativo siguió deficiente.   Se dio el terremoto de 2001 y un gran deslave unos años después.  Mientras la raíz económica de la violencia institucionalizada siguió firme produciendo frutos podridos y miseria para el pueblo, no se dio la debida atención al fenómeno de las maras violentas. Estas se desarrollaban cada vez más en estructuras más grandes, controlando más territorios, sembrando muertes, provocando más migración, imponiendo el sistema de la renta (a familias pobres, tienditas, en colonias, ..), asaltos en los buses y en las paradas,…   Partidos políticos buscaban algún acuerdo para tiempos de elecciones haciéndoles promesas.

Un momento de esperanza fue el inicio de los dos gobiernos del FMLN. Se innovaron programas de apoyo a sectores populares (paquetes agrícolas anuales, compras a productores nacionales, paquetes educativos,  esfuerzos de alfabetización,  intentos para mejorar el sistema de salud desde la prevención con promotores de salud cercanos a la gente, …).  Se hizo un intento para negociar fuertemente una tregua con las cabecillas de las maras, con una cantidad de ofertas de beneficios en las cárceles. Sin embargo todo fracasó y la violencia de las maras solo siguió creciendo.  Se hizo lo que unos llaman una verdadera “guerra social”: otra estructura violenta que daña al pueblo, donde miembros de familias pobres destruyen a familias pobres (con la renta, robos, amenazas, conquistando a más jóvenes y niños/as, asaltos, migraciones,  …) y donde las cúpulas de las maras fueron construyendo verdaderas redes económicas con mucha ganancia.   Una gran cantidad de familias del pueblo empezaron a (sobre-) vivir de la renta y la extorsión de otras familias pobres.  Sobre todo en zonas más populares (en el campo y la ciudad) creció el temor paralizante y el duelo.   El gobierno llevó el ejército a las calles.  Durante esos 10 años tampoco se arrancó de raíz la estructura económica excluyente injusta. Hasta la primera dama del primer gobierno del FMLN ha dicho (lo he escuchado de su boca) que el estado salvadoreño solo funciona gracias a la corrupción política y económica.  Las promesas revolucionarias fueron chocando contra la realidad y la falta de cambios estructurales. Se puede argumentar que el gobierno no tenía mayoría en la asamblea para cambiar el rumbo.    La decepción popular se expresó fuertemente en las dos últimas elecciones (de presidencia y de asamblea).

El nuevo gobierno, ahora con mayoría en la asamblea legislativa y fuerte impacto sobre el poder judicial, volvió a levantar la esperanza de “un país del primer mundo”, pero no ha tenido y no tiene ninguna intensión para cambiar las reglas del juego en la economía.  Un analista lo llama un gobierno de la burguesía nacional donde nuevos y viejos actores empresariales han entrado en el juego político.  No es un gobierno de cambios “revolucionario”.   Ha fortalecido y ha hecho crecer tremendamente el ejército con un papel extraordinario en la calle en la lucha contra las pandillas.  Hubo un aumento significativo del salario mínimo.  Hay poca o ninguna información clara sobre las finanzas del estado.  La deuda externa crece. El Bitcoin es una aventura con muchos riesgos.  Hay inversiones importantes en renovación de la infraestructura vial.  A pesar de enfrentarse con la ola de la pandemia y la ola actual de la recesión mundial, sigue desarrollando espacios para turistas y grandes obras de infraestructura.    Con uso de la fuerza (militar y policial) ha capturado a miles[6] de pandilleros y colaboradores de pandillas.  Al mismo tiempo hay unas 3000 denuncias sobre capturas arbitrarias de personas que no tienen nada que ver con pandillas.  No se ve claridad en los procesos judiciales.  Las cárceles ya estaban sobre pobladas y encarcelaron a unos 60,000 más.  No podemos imaginarnos en qué circunstancias estarán.  Se está construyendo una nueva cárcel para unas 40,000 personas en detención.    Por supuesto que con tantas capturas la violencia local ha disminuido fuertemente.  Dueños del transporte vuelven a respirar al acabar el cobro de una renta enorme. Algunas leyes (como contra la minería y sobre el manejo del agua) no son implementadas o siguen siendo muy deficientes, beneficiando a las industrias para el uso del agua.   No hay avances serios en la investigación judicial sobre los crímenes de guerra, donde se sigue protegiendo a los altos mandos militares.   ¿qué se hará a mediano y largo tiempo con tantas personas en las cárceles?  Se ha planteado una nueva ley de pensiones que aumenta significativamente la pensión mínima, con más aportes de los empresarios y menos ganancias para las administradores del fondo de pensiones. En los sectores de la oposición (política y social) se expresa muchas dudas y críticas y denuncias.   El mesianismo del presidente, su aprobación muy alta en las encuestas, su éxito (a muy corto plazo) de lucha contra la delincuencia, …. no se traducirán en paz y bienestar para el pueblo, hasta que sea fruto de la justica económica, social y política.

Hemos hecho este recorrido, porque Monseñor Romero sigue recordando que los problemas de hoy tienen sus raíces en las estructuras injustas en la economía, en la política de los países y del mundo.   No podemos olvidar la contextualización histórica al valorar y evaluar el quehacer actual de un gobierno.  Urge que en El Salvador, y los demás países, se hagan serios esfuerzos por “quitar las causas que producen ese malestar en nuestra sociedad.  En otro momento Monseñor habló de arrancar de raíz.  “La razón siempre creo que la hemos señalado: es la injusticia social. “El aferramiento a mantener privilegios que ya no se puede mantener, porque el pueblo está muy concientizado. Y tienen que convencerse de que hay que cambiar de raíz todo el sistema”, dijo[7] Monseñor Romero Es necesario que… trabaje también para arrancar los pecados sociales y de raíz” (hom. 15 julio 1979).  No tengamos miedo.  

Reflexión para el domingo 26 febrero de 2023.    Para la reflexión de este día hemos tomado una cita de la homilía  durante la eucaristía en el primer domingo de cuaresma, ciclo A , del 12 de febrero de 1978.  Homilías, Monseñor Oscar A Romero, Tomo II,  Ciclo A, UCA editores, San Salvador, p.264.

[1] China, los Estados Unidos, Francia, Federación de Rusia y el Reino Unido

[2] Ejemplo: casi todos los países condenan y rechazan las acciones del embargo de los USA contra Cuba, pero los USA (y sus incondicionales) no cumplen y todo sigue igual, en contra de la voluntad de la gran mayoría de los países.

[3] Ejemplo: Israel no hace caso a las decisiones de la ONU en   cuanto al respeto de las fronteras con Palestina; más bien no ha dejado de invadir más y más.

[4] Ejemplo. El precio de una sola barra de chocolate vendida en el mundo occidental suele costar más de lo que un agricultor de cacao puede ganar en una semana por su trabajo.   Los productores de cacao de África Occidental ganan como una tercera parte de un salario digno (mínimo de sobrevivencia digna)

[5] Prefiero llamarlos Acuerdos de fin de guerra.

[6] Se habla de unos 64,000 capturados durante los meses de régimen de excepción

[7] https://www.youtube.com/watch?v=BBVNNOT3Nfw.  Al inicio de este reportaje se oye esta frase en la propia de voz de Monseñor Romero.  Una frase que dijo en una entrevista con la televisión suiza.

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