Servir y dar la vida en rescate por todos

29º domingo ordinario - B   Mc 10,35-45

¿Qué dice[1] Mons. Romero sobre este texto?

  1. Haríamos muy mal en querer lo que nosotros deseamos y no aceptar lo que Dios quiere de nosotros.

2.Ya sabes que... los grandes abusan de su poder sobre el pueblo. Este no debería ser su caso.

3.Servir y dar la vida en rescate por todos: esa es la misión de la Iglesia.

  1. ¿Qué queremos nosotros mismos para nuestras vidas? ¿Qué quiere el Dios de Jesús de nosotros? Responder a la primera pregunta no es tan sencillo, mientras que responder a la segunda es quizás aún más complejo. Para todas las personas es importante contestar la primera pregunta, aunque requiera ajustes y cambios constantes. Sin una visión hacia el horizonte es difícil encontrar el camino.  Las personas también pueden dejarse vivir por los demás, por la sociedad, por las "noticias", por lo que otros publican en las redes sociales.  En nuestro mundo actual, todavía hay millones de personas que no pueden elegir porque se ven obligadas a responder a lo que otros, figuras poderosas y estructuras criminales, les imponen.  Nuestra amplia libertad en Occidente no debe perder de vista eso.

Para los cristianos existe también la segunda cuestión: qué quiere el Dios de Jesús de nosotros. Esta pregunta permanecerá a lo largo de toda nuestra vida, una pregunta a la que sólo podemos encontrar respuestas concretas paso a paso, a lo largo de todos los caminos sinuosos, en montañas y valles.  Monseñor Romero repitió varias veces que Dios nos habla y nos llama en esa pequeña celda de nuestra conciencia.  Entonces tenemos que buscar momentos de silencio. El mismo Jesús nos mostró que los pobres y los heridos son verdaderos voceros de Dios, si estamos dispuestos a escuchar.  En el Padrenuestro, los cristianos lo rezamos regularmente: hágase tu voluntad.  Que comience en nuestras propias vidas.  Para ello, también debemos mirar y escuchar los testimonios de los primeros cristianos sobre las acciones, el silencio y el discurso del propio Jesús.  Tal vez podamos ayudarnos mutuamente en comunidad en esto. 

Y luego, los cristianos tenemos que trabajar para que nuestra elección de vida corresponda a la "voluntad del Padre", vivida por Jesús.  Este es el compromiso del Bautismo, confirmado en la Confirmación, y alimentado en la Eucaristía. 

  1. Las estructuras destructivas nacionales e internacionales de poder en los distintos modelos de sociedades que hacen a los ricos más ricos y a los pobres más pobres ,nos hacen temblar de rabia y pena. Los ricos deciden la inversión en armas. Los poderosos deciden cómo se sacrifica la naturaleza en el altar de la riqueza. A pesar de los importantes avances que se han producido en algunos países en cuanto al respeto mutuo y la corresponsabilidad en un espíritu de solidaridad, las estructuras verticales de poder han seguido existiendo y ciertamente se están reforzando a nivel internacional.  El comercio injusto y desequilibrado de las vacunas y la falta de disponibilidad para la gente del Sur se volverá en contra de nosotros mismos,  mientras que aquí ya estamos hablando de "nuestra" tercera vacuna.  Pues bien, Jesús pide a sus seguidores que no lo hagan así. "Entre ustedes no debe ser así".  En primer lugar, podemos comprobarlo con las relaciones obviamente humanas en la Iglesia.  ¿Es nuestra organización eclesiástica una clara alternativa evangélica a las dinámicas organizativas de la economía y la política?  ¿Hacemos nosotros, como cristianos, las cosas de otra manera en nuestra Iglesia: sin explotación, sin opresión, sin exclusión, sin corrupción?  La llamada de Jesús a hacer las cosas realmente de forma diferente en comparación con "los grandes hombres del mundo", exige que la Iglesia se cuestione a sí misma muy a fondo y con humildad, y esté dispuesta a cambiar.  Como Iglesia, nosotros mismos debemos ser primero un signo del Reino de Dios. ¿No es ésa una condición para poder ser también un "instrumento" del Reino de Dios: una levadura de una sociedad humana universal solidaria y cálida?
  2. La tesis de Monseñor Romero es más que clara: la misión de la Iglesia es "estar al servicio y dar la vida en rescate por todos". Para él, no hay discusión sobre esto: estar al servicio para liberar a la gente. La referencia a un rescate o precio de rescate se refiere a lo que había que pagar en aquella época para redimir a un ser humano que había sido reducido a la esclavitud (por otro ser humano): liberarlo del yugo opresor de la esclavitud. 

Nuestras iglesias se plantean muchos objetivos y misiones en cuanto a doctrina, derecho canónico, liturgia, catequesis, diaconía, construcción de comunidades, administración, gestión financiera y mucho más.  Monseñor Romero nos dice hoy que la misión de la Iglesia es el servicio, con la radicalidad de vivir la propia vida para romper los grilletes de la esclavitud y ofrecer a otras personas oportunidades plenas de vida.  Esto puede expresarse en todas las dimensiones de la vida.  Cada uno según sus propios dones y capacidades.  No podemos estar en todas partes a la vez.  No podemos cambiar el mundo, pero sí podemos cambiar a fondo "su mundo" (su vida) para algunas personas gracias a nuestro servicio.  Eso te pide que encuentres una profunda alegría en el servicio a otras personas. 

Preguntas sugeridas para la reflexión y la acción personal o comunitaria.

- ¿Qué hago para descubrir continuamente la voluntad del Dios de Jesús para mí y luego ajustar mis deseos y caminos?   ¿Qué me ayudará a escuchar esta voz una y otra vez en mi conciencia?

- ¿Qué hago para que no haya relaciones verticales u opresivas o abusivas dentro de nuestra comunidad eclesial?  Si tenemos algún tipo de función directiva o animadora dentro de la iglesia, ¿cómo lo abordamos?

- ¿Hasta qué punto estoy comprometido con esa misión fundamental de la Iglesia: servir para que más personas lleguen a la libertad?    ¿Qué es lo que realmente me aporta alegría y libertad en mi vida?   ¿Cómo puedo seguir creciendo en esto o dar nuevos pasos?

[1] Homilía de Mons. Romero durante la eucaristía del 29 domingo ordinario, el 21 de octubre de 1979

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