Hay gente buena.
| Luis VAn de Velde
“Yo quiero felicitar, desde aquí, tantas obras buenas que yo voy viendo a lo largo y ancho de toda la arquidiócesis. Hay gente buena. Hay gente que se presentará al cielo con las manos bien repletas de obras y (a otros)[1] le echará en cara el Señor que su religión fue una religión sin obras. No basta la fe, sino las obras comprueban la fe. ….. Pero gracias a Dios, en El Salvador hay hombres buenos que tienen el corazón como fuentes de agua pura para lavar tanta mancha de la patria.”
Recién llegado a Bélgica descubrí el libro[2] de un historiador holandés “La mayoría de las personas son buenas”, Rutger Bregman hace una relectura de la historia humana y descubre toda una nueva luz hasta para el futuro. Durante siglos la clase alta ha considerado que los de abajo son incapaces y no pueden aportar nada con sentido para la humanidad. No faltan expresiones (por ejemplo en la boca de los conquistadores) como: viven como animales. Las religiones han predicado durante siglos que el ser humano es fundamentalmente malo. En la tradición cristiana se hablaba de la caída de Adán y Eva, del pecado original. Y por supuesto los noticieros a lo largo del mundo están llenos con noticias sobre la maldad de los hombres y de las mujeres. El autor que he mencionado resalta en su lectura de la historia humana que en situaciones de crisis lo mejor de la humanidad se ha manifestado. La bondad de la mayoría muchas veces no sobresale, sin embargo, esa bondad empuja la historia hacia más humanidad, más humanismo auténtico.
Al leer la cita mencionada arriba, pensé en ese libro, que seguramente volveré a leer. “Hay tantas obras buenas”. “Hay tanta gente buena”. “Hay tanta gente … con las manos bien repletas de obras” (buenas). Es importante resaltarlo y repetirlo. La mayoría de las y los salvadoreños no somos malos, no somos corruptos, no somos asesinos, no robamos, más bien hay inmensas cantidades de obras, de hechos de solidaridad, de iniciativas, de vida y lucha por la vida, de servicio para que podamos vivir y vencer. Los que manejan los medios de comunión no están interesados en visualizar esas obras de bondad. La gran mayoría de las y los salvadoreños no estamos en los niveles altos de empresas, de ministerios, de gobiernos, de organizaciones (sociales, políticas, gremiales), de Iglesias u otras religiones, del ejército, de la policía. Sin embargo aquellos/as de arriba sí están en “el foro público”. Dependiendo de la ideología son criticados o alabados, mientras la verdad de sus obras queda muchas veces en la oscuridad. Hay tanta gente buena, nos recuerda Monseñor. Y es un punto de vista muy importante para nuestro futuro.
Monseñor aclara además que “las obras comprueban la fe”, que las buenas obras demuestran la autenticidad de la fe. Una religión de mucho culto (sencillo o solemne) sin las obras de esa bondad fundamental es más bien veneno, o lo que Carlos Marx llamaba “opio para el pueblo”. Pero independientemente de la religión y la cultura, ayer,hoy y mañana, la mayoría de las personas son buenas y hacen buenas obras, quizás pequeñas, como “el grano de mostaza” que el Evangelio menciona. Es evidente que aquellos malos, adoradores/as de los ídolos del poder y la riqueza han construido estructuras de maldad, estructuras de pecado (Conf. Episcopal LA, Medellín), sin embargo debajo de esas estructuras hay corrientes de agua que mantienen viva la esperanza de un mundo nuevo y diferente. Las y los creyentes en Jesús tendríamos que ser ejemplo y testimonio de esas corrientes de bondad, viviendo la solidaridad fraterna, construyendo organizaciones (primeras estructuras) justas. De nada nos sirve hablar del Reino de Dios y sus valores, de nada nos sirve celebrar frecuentemente la cena del Señor, si no vivimos esa profunda bondad humana, si no vivimos para servir solidariamente.
En 2024 leí otro libro[3] donde el autor dice: “Rutger Bregman dice: la gente es (esencialmente) buena). A eso digo: eso no es correcto. La gente no es intrínsecamente mala, la gente no es intrínsecamente buena. La gente tampoco es neutral. Las personas tienen el potencial de comportarse de manera benigna o maliciosa dentro de un contexto determinado. Para mí, esa es la esencia: abrazar el potencial de la bondad, abrazar el potencial de la destrucción”. Si cada uno/a tiene un potencial para hacer el bien (hasta lo mejor que se puede imaginar) y un potencial para hacer el mal (hasta lo peor que se puede imaginar), entonces será muy importante que como Iglesia ayudemos a desarrollar esa potencialidad para hacer el bien. Como Iglesia tenemos la responsabilidad de contribuir para que no se den situaciones externos (órdenes superiores, poder, …) donde las personas desarrollen (poco a poco) la potencialidad para la (extrema) maldad. “ en El Salvador hay hombres (y mujeres) buenos que tienen el corazón como fuentes de agua pura para lavar tanta mancha de la patria” . Entremos dentro de esa mayoría y vivamos de tal manera que quienes nos conocen puedan dar testimonio, como se dijo de Jesús. Realmente pasó haciendo el bien. Pero estemos alertos que esa potencialidad para hacer el mal no se desarrolle. No tengamos miedo.
Reflexión revisada para el domingo 1 de septiembre de 2024. (Reflexión original escrita para el domingo 29 de agosto de 2021) Cita de la homilía de la liturgia del 22 domingo ordinario del ciclo B, 2 de septiembre de 1979. Homilías, Monseñor Oscar A Romero, Tomo V, Ciclo B, UCA editores, San Salvador, p.273 y 278
[1] El texto escrito dice literalmente “y no le echará en cara el Señor que su religión fue una religión sin obras”, sin embargo contradice la frase que sigue. De ahí nos atrevemos a corregir un texto para poder comprenderlo mejor.
[2] En NL: Rutger Bregman, “De meeste mensen deugen” (2019)
[3] En NL: Christophe Busch. “De duivel in elk van ons. Van Holocaust tot terrorisme: hoe gewone mensen in staat zijn tot buitengewoon kwaad”, Borgerhoff & Lamberigts, Gent, 2023. (El diablo en cada uno de nosotros. De Holocausto al terrorismo: como gente ordinaria es capaz de hacer maldad extraordinaria). Traducción libre de la cita en la p.42