Quienes no quieren ceder de lo suyo para que alcance a los demás.
A la luz del Evangelio de Mons. Romero - 4
| Luis Van de Velde
“Hacemos un llamado a la cordura y la reflexión. Nuestro país no puede seguir así. Hay que superar la indiferencia entre muchos que se colocan como meros espectadores ante la terrible situación, sobre todo en el campo. Hay que combatir el egoísmo que se esconde en quienes no quieren ceder de lo suyo para que alcance a los demás. Hay que volver a encontrar la profunda verdad evangélica de que debemos servir a las mayorías pobres.” (2 de abril de 1978)
Un vistazo a los datos de pobreza en Centro América nos deja ver que la llamada de Monseñor Romero sigue siendo muy alarmante. En algunos países hay programas estatales permanentes de apoyo en la lucha contra la (extrema) pobreza, pero siguen siendo parches sobre un problema estructural. El patio trasero de los EEUU sigue siendo una patria de mucha pobreza. La cantidad (aun creciente) de emigrantes es un signo bien claro. Junto con la pobreza la población está afectada por las deficiencias en la educación y en la salud. Aun las personas que han tenido un salario caen en pobreza en el momento de jubilarse y de recibir una pensión ridícula.
Al otro lado en cada país hay una cúpula poderosa que vive en lujos como que no estuvieran en sus propios países. La contradicción entre la pobreza de las grandes mayorías y la riqueza de la cúpula económica y política es enorme. Mientras tanto hay clases medias que sueñan con lo de arriba. Muchas familias sobreviven gracias a las remesas de sus familiares en el exterior que hacen lo imposible para trabajar y ganar para poder mantener en vida a sus familias en el país de origen. Los medios de comunicación de los gobiernos enfocan y engrandecen siempre “los logros” de su “buen gobierno”.
Al otro lado del mundo, en Europa, la pobreza sigue siendo un problema serio y para muchas familias de las clases medias es cada vez más difícil llegar al final del mes. Los partidos liberales quieren desmontar los sistemas de seguridad social, bajar los presupuestos para todo el sector social, mientras no están dispuestos a exigir más impuestos a los más ricos, ni sobre sus ingresos, ni sobre sus propiedades, ni sobre las herencias. Mientras tanto las extremas derechas aprovechan de esa situación para promover el egoísmo colectivo “primero lo nuestro” y cerrar las fronteras para migrantes (muchas veces huyendo de sus países donde aún sufren las consecuencias de un pasado colonial provocado por los mismos países europeos)
“Hacemos un llamado a la cordura y la reflexión”. “Nuestro país no puede seguir así.” “Hay que superar la indiferencia entre muchos que se colocan como meros espectadores ante la terrible situación”.
Aunque nos damos cuenta de acciones solidarias muy importantes entre familias en el campo y la ciudad, y valoramos los esfuerzos de organizaciones solidarias, la gran mayoría de la población piensa en si misma mostrando una tremenda indiferencia ante las necesidades (de salud, trabajo, sobrevivencia, agua, educación,..) de las y los demás. Espectadores/as sobran. La llamada de Monseñor está dirigida a todos y todas: “hay que superar la indiferencia”, porque estamos “en una situación terrible”. La pobreza no es voluntad de Dios, sino consecuencia de sistemas económicos injustos que enriquecen a pocos.
“Hay que combatir el egoísmo que se esconde en quienes no quieren ceder de lo suyo para que alcance a los demás.” Esta llamada de Monseñor Romero vale para todos y todas, especialmente para quienes tienen más. En El Salvador se ha usado políticamente el concepto “para que alcance para todos” acusando a unos de corrupción y robo descarado, mientras otros dicen no estar robando y no estar cayendo en las trampas de la corrupción pero tampoco brindan toda la información del manejo de los fondos. Pero también a nivel familiar y personal, todos/as tenemos que combatir constantemente el egoísmo (esa mentalidad individualista de sálvese quien puede y cada uno para si mismo). Esto vale también en Europa. Hay mucha gente solidaria pero no se logra transformar esa solidaridad en programas de gobierno, en presupuestos. La exigencia evangélica que “debemos servir a las mayorías pobres”, demanda una concreción hacia lo comunitario, hacia nuestro entorno donde vivimos, hacia lo político y lo económico a todo nivel.
Cita 1 en el capítulo IV (los pobres) en 'El Evangelio de Monseñor Romero'