No es otra su tarea, evangelizar

La Iglesia “se presenta con su gran tarea esencial: la evangelización.  No es otra su tarea, evangelizar, llevar el mundo el mandato de Cristo: Id y evangelizad.  Claro que, en el decurso de los tiempos, la palabra “evangelizar” ha ido recobrando amplitudes cada vez más amplias, más anchas; y así, en mi carta pastoral recojo aquellos aspectos de la evangelización  que son oportunos y necesarios hoy: orientación doctrinal, denuncia del error y del pecado en función de la conversión, desenmascarar las idolatrías del pueblo y de la sociedad, promover la libración integral del pueblo, urgir los cambios profundos que están a la base de todas nuestras violencias y malestares, acompañar al pueblo con sinceridad de Iglesia, al pueblo pobre y al pueblo dirigente, a todo el pueblo, para decirle su función como parte de ese pueblo y como instrumento de Dios para implantar su reino en la tierra.”

Durante siglos, y quizás todavía hoy, se ha entendido que evangelizar significa hacer proselitismo: tratar de convencer a personas o familias de otras culturas, otras religiones u otras iglesias cristianas para que las abandonen para integrarse en “mi” Iglesia, que considero la única fiel, la única fundada por Jesús.  De esa manera se ha hecho mucho daño.  La espada y la cruz de la invasión militar, política, económica y cultural religioso de los imperios español y portugués en América Latina, son un ejemplo claro.   La consecuencia, hasta ahora visible y palpable es la superficialidad religiosa que vive la mayoría en un continente con estructuras tremendamente injustas. 

Monseñor dejar claro que  la evangelización debe ser la tarea esencial de la Iglesia.  Es una misión hacia afuera, fuera de la misma iglesia.  El Papa Francisco ha hablado de “Iglesia en salida”.  En los tiempos de hoy, la verdadera evangelización solo puede realizarse en dinámicas ecuménicas.  Es una responsabilidad conjunta y compartida de todas las Iglesias cristianas.  Es uno de los desafíos más grandes del cristianismo en todas sus modalidades. Miremos los aspectos de la evangelización que Monseñor menciona en esta cita, los que son “necesarios y oportunos hoy”.

Orientación doctrinal.  Creemos que se puede entender esta dimensión como el esfuerzo por dar a conocer a Jesús. En el cristianismo que se ha hecho más religioso-cultural que “evangélico” en el seguimiento de Jesús, nos urge “volver a Jesús”.  En las comunidades tenemos la responsabilidad de ayudarnos.  No pensemos rápidamente que ya sabemos quien era y quien es Jesús.  Por supuesto será importante reflexionar sobre documentos y enseñanzas doctrinales de las Iglesias. Pueden ayudar, pero lo fundamental es regresar a Jesús para poder seguirlo.

Denuncia del error y del pecado en función de la conversión.  Desenmascarar las idolatrías del pueblo y de la sociedad.  Monseñor Romero ve que la idolatría en sus diferentes dimensiones es fuente de la situación de miseria que vive nuestro pueblo.  Adorar a los dioses del poder, del dinero, del placer, de la organización política siempre lleva al pecado que destruye tanta vida.  Evangelizar es denunciar esos pecados y atreverse ir hasta las raíces: la idolatría, el abandono del Dios de la Vida para servir al Dios de la muerte.

Promover la libración integral del pueblo, urgir los cambios profundos que están a la base de todas nuestras violencias y malestares, acompañar al pueblo con sinceridad de Iglesia.  Evangelizar exige este nuevo paso de la promoción de la liberación integral del pueblo. Esto incluye insistir en los cambios de raíz que necesita la sociedad.  Monseñor abrió el dinamismo de la pastoral de acompañamiento de las organizaciones del pueblo que luchan por los cambios y que trabajan en la construcción de alternativas verdaderamente liberadoras a nivel económico, social y político. 

Decirle su función como parte de ese pueblo y como instrumento de Dios para implantar su reino en la tierra. Desde la perspectiva cristiana todos y todas somos llamados a ser esos instrumentos de Dios para construir su Reino de Justicia, fraternidad, solidaridad, verdad, libertad y misericordia en esta historia, aquí y ahora.  Para que no nos equivoquemos en cuanto al horizonte del Reino de Dios es tan necesario que aprendamos de Jesús, de los grandes testigos como Monseñor Romero y que aprendamos del grito de las y los (más) pobres (que nosotros).  Ahí mismo Jesús nos estará hablando.  No tengamos miedo.

Cita de la homilía de la liturgia del 30 domingo ordinario del ciclo B, 28 de octubre de 1979.   Homilías, Monseñor Oscar A Romero, Tomo V, Ciclo B, UCA editores, San Salvador, p. 462

Volver arriba